Finalmente sí. Después de 35 años y seis días el Athletic ha vuelto a clasificarse para una final europea. Casi dos generaciones de aficionados no sabían lo que era un hito de estas características. El equipo de Koldo Aguirre ya tiene el relevo que se esperaba desde hace tanto. Bielsa y sus futbolistas se han deshecho de un muy buen Sporting de Lisboa que ha vendido carísima su piel sobre el césped de la Catedral.
Y precisamente la dificultad que ha supuesto el rival es lo que engrandece a estos leones. Nadie les ha regalado nada. Se pasó muy mal en la ida en el Alvalade, pero pese al sufrimiento, lo de la vuelta ha sido una auténtica gozada incluso cuando el marcador dejaba en la estacada a los bilbaínos o los enviaba a la prórroga. Ha sido un lujo de encuentro con el Athletic volcado desde el inicio, tocando con el criterio de quien cree con fe ciega en lo que hace, llegando arriba y también definiendo. La jugada del 1-0 es para enmarcarla. Espectáculo en estado puro. Susaeta abría el marcador con la izquierda. Sólo pasaba un cuarto de hora y ya se había dado la vuelta a la eliminatoria.
Debería haber llegado algún gol más para tener tranquilidad porque los leones lo merecían. Aunque en realidad eran lobos. ¡Qué manera de presionar! El cántaro iba a la fuente una y otra vez. Llorente era un titán en la punta. Ibai llegaba como Pedro por su casa. Herrera dirigía con una batuta magistral. Sin embargo, lo que ha llegado ha sido lo impensable: el gol portugués. Un corner al borde del descanso que, sin estar mal defendido no lo ha estado bien del todo, ha permitido a Wolfswinkel silenciar a San Mamés…
Pero sólo ha habido silencio durante un instante. Lo que han tardado la grada en tragar saliva y volver a entonar el “jo ta ke, irabazi arte”. Y el equipo ha recibido perfectamente el mensaje. Otro jugadón de tiralíneas, con asistencia más propia del baloncesto por parte de Llorente, para que Ibai pusiera el marcador que enviaba todo a la prórroga. Y en el psicológico momento en el que el árbitro estaba a punto de mandar a los dos equipos a vestuarios.
Con la llegada de la segunda mitad, las cosas no han cambiado. El Athletic jugaba. El Sporting de Lisboa esperaba. Las tribunas tronaban. Y el campo se inclinaba hacia la portería de Rui Patricio. Los rojiblancos eran mejores porque, de hecho, eran los únicos que buscaban el gol. Faltaba un tanto que parecía no querer llegar. Pasaban los minutos, pero con la sensación de que Bucarest estaba a la salida de San Mamés. A Susaeta le han sacado un balón de la escuadra. A Javi Martínez se lo ha repelido el palo. No había manera.
Pero entonces, casi en el descuento, cuando ya no se podía presionar igual, cuando las piernas empezaban a pesar, cuando se tocaba la prórroga con la yema de los dedos, cuando se lamentaba la falta de fortuna de cara a la puerta rival, entonces Ibai Gómez ha roto la cadera de su marcador dentro del área y su chut envenenado ha llegado a las cercanías de Llorente. Fernando, sin tiempo de reaccionar, en el área pequeña, ha metido la puntera casi como un reflejo. La bola ha salido potentísima hacia el palo… ¡Otra vez el palo! Pero del poste la pelota ha cogido dirección de la línea de cal. ¿Entraba? ¡Sí! 3-1. Unos gritaban. Algunos lloraban. Otros en silencio contenían la respiración. Porque no había tiempo para más. El Athletic se metía en la gran final como un grande. Como el grande que ha demostrado ser y qué será.
GRANDIOSO!! AUPA ATHLETIC BETI ZUREKIN!!