Mel repite errores en las crisis
El Betis es imprevisible. Ciclotímico en su fútbol y sus resultados, va de racha feliz a socavón tremendista. Doce de doce, uno de treinta, nueve de nueve y uno de doce. Dientes de sierra que tienen a los béticos con un puño ocupado en agarrar el corazón y la otra mano provocando humo en la calculadora. Ya se encuentra a un punto del descenso, haga lo que haga el Granada esta noche. Lo peor de esta racha negativa es que se repiten los defectos de siempre. Casi tienen vigencia los análisis que se hacían entre noviembre y primeros de diciembre, cuando aquella sucesión de fracasos a punto estuvo de barrer la credibilidad de Mel. Hoy el estatus del técnico está nuevamente amenazado y sus detractores crecen al comprobar que el mejor Betis parece hecho de casualidades y el peor es más frecuente de lo esperado. Hay pocas guías, pocos patrones para un equipo que es una moneda al aire cuando salta al campo y que no soporta bien ni los elogios ni las adversidades. Débil y menos trabajado que sus oponentes, es un barco nuevamente a la deriva que merece otra reacción desde dentro, la enésima, para que esta crisis, más preocupante por estar más avanzada la Liga, no se convierta en dramática y haga peligrar su innegociable continuidad en Primera.
Se empeña el Betis en repetir todo lo malo de la racha anterior. Como decimos, no parece aprender nada de aquella crisis tremenda. Pierde por un gol de diferencia (en el presente bache ante Mallorca y Granada y por dos frente al Barcelona) y es incapaz de empatar los partidos que se le ponen cuesta arriba (sólo dos igualadas en toda la temporada: en casa ambas ante Málaga, a cero, y Sevilla, cuando empezó ganando). Es reincidente Mel en los errores que le llevaron a sus peores días, por cuanto de un partido a otro hace revoluciones incomprensibles desde fuera. Y en el mismo vestuario. Desconcierta a los suyos cuando había logrado una línea previsible que daba tranquilidad. Vuelven a entrar jugadores no convocados como titulares a la semana siguiente (Chica en Palma), desaparecen puntualmente otros (Jonathan Pereira, Jefferson Montero)... Su lectura de los partidos ha dejado de ser tan precisa como ante Valencia, Atlético o Sporting. Mel no ha estado muy acertado en algunas declaraciones («saqué al Betis de la mierda», «si ganamos el derbi, nos mantenemos con la gorra») y sus maniobras para traer algunos jugadores no han sido bien recibidas. Sigue sin sacar partido a futbolistas de los que se esperaba mayor rendimiento (Matilla) y a otros los ha sentenciado (Ustaritz tras el derbi). Ya no trabaja con 30 futbolistas, uno de los problemas hasta ahora, y llegó el ansiado central (Paulao), que no iba a resolver todos los problemas, como se hizo creer durante el debate abierto para su incorporación. Es evidente que la plantilla del Betis es mejorable, como todas las de Primera incluyendo a Barcelona y Madrid, pero pocos clubes tiene tantas limitaciones como el verdiblanco, que ahora paga con más de 90 millones de euros de deuda la fiesta en el gasto de los años de Lopera y Oliver. Y esa carga es incomparable con cualquier otro equipo de su liga, así como la doble administración.
El parcial de once de 51 puntos que arrastra el equipo bético tras su espectacular inicio es el que le trae a esta situación tan alarmante antes de la visita de un cualificado rival como el Athletic. No es tiempo de ratificaciones como hacía Guillén en su día semana tras semana, sino de acciones por parte del entrenador y su vestuario. El halago, como ya decíamos hace unos días, debilita a un grupo que no asimila los logros y que se hunde con los golpes de tanteo. Y no es por bisoñez o inexperiencia, como decía Mel. Su plantilla está plagada de jugadores de entre 29 y 31 años (Casto, Goitia, Mario, Ustaritz, Amaya, Dorado, Paulao, Nacho, Juanma, Iriney, Rubén Castro, Jorge Molina, Santa Cruz). El contrato de Mel también influye, pero su paraguas se remite sólo a los puestos de descenso, ya que los condicionantes que le protegían (doce puntos cada diez partidos) ya han desaparecido. No hay ultimátum a Mel, pero quizás sean los días en los que está más discutido dentro y fuera.
El Betis es imprevisible. Ciclotímico en su fútbol y sus resultados, va de racha feliz a socavón tremendista. Doce de doce, uno de treinta, nueve de nueve y uno de doce. Dientes de sierra que tienen a los béticos con un puño ocupado en agarrar el corazón y la otra mano provocando humo en la calculadora. Ya se encuentra a un punto del descenso, haga lo que haga el Granada esta noche. Lo peor de esta racha negativa es que se repiten los defectos de siempre. Casi tienen vigencia los análisis que se hacían entre noviembre y primeros de diciembre, cuando aquella sucesión de fracasos a punto estuvo de barrer la credibilidad de Mel. Hoy el estatus del técnico está nuevamente amenazado y sus detractores crecen al comprobar que el mejor Betis parece hecho de casualidades y el peor es más frecuente de lo esperado. Hay pocas guías, pocos patrones para un equipo que es una moneda al aire cuando salta al campo y que no soporta bien ni los elogios ni las adversidades. Débil y menos trabajado que sus oponentes, es un barco nuevamente a la deriva que merece otra reacción desde dentro, la enésima, para que esta crisis, más preocupante por estar más avanzada la Liga, no se convierta en dramática y haga peligrar su innegociable continuidad en Primera.
Se empeña el Betis en repetir todo lo malo de la racha anterior. Como decimos, no parece aprender nada de aquella crisis tremenda. Pierde por un gol de diferencia (en el presente bache ante Mallorca y Granada y por dos frente al Barcelona) y es incapaz de empatar los partidos que se le ponen cuesta arriba (sólo dos igualadas en toda la temporada: en casa ambas ante Málaga, a cero, y Sevilla, cuando empezó ganando). Es reincidente Mel en los errores que le llevaron a sus peores días, por cuanto de un partido a otro hace revoluciones incomprensibles desde fuera. Y en el mismo vestuario. Desconcierta a los suyos cuando había logrado una línea previsible que daba tranquilidad. Vuelven a entrar jugadores no convocados como titulares a la semana siguiente (Chica en Palma), desaparecen puntualmente otros (Jonathan Pereira, Jefferson Montero)... Su lectura de los partidos ha dejado de ser tan precisa como ante Valencia, Atlético o Sporting. Mel no ha estado muy acertado en algunas declaraciones («saqué al Betis de la mierda», «si ganamos el derbi, nos mantenemos con la gorra») y sus maniobras para traer algunos jugadores no han sido bien recibidas. Sigue sin sacar partido a futbolistas de los que se esperaba mayor rendimiento (Matilla) y a otros los ha sentenciado (Ustaritz tras el derbi). Ya no trabaja con 30 futbolistas, uno de los problemas hasta ahora, y llegó el ansiado central (Paulao), que no iba a resolver todos los problemas, como se hizo creer durante el debate abierto para su incorporación. Es evidente que la plantilla del Betis es mejorable, como todas las de Primera incluyendo a Barcelona y Madrid, pero pocos clubes tiene tantas limitaciones como el verdiblanco, que ahora paga con más de 90 millones de euros de deuda la fiesta en el gasto de los años de Lopera y Oliver. Y esa carga es incomparable con cualquier otro equipo de su liga, así como la doble administración.
El parcial de once de 51 puntos que arrastra el equipo bético tras su espectacular inicio es el que le trae a esta situación tan alarmante antes de la visita de un cualificado rival como el Athletic. No es tiempo de ratificaciones como hacía Guillén en su día semana tras semana, sino de acciones por parte del entrenador y su vestuario. El halago, como ya decíamos hace unos días, debilita a un grupo que no asimila los logros y que se hunde con los golpes de tanteo. Y no es por bisoñez o inexperiencia, como decía Mel. Su plantilla está plagada de jugadores de entre 29 y 31 años (Casto, Goitia, Mario, Ustaritz, Amaya, Dorado, Paulao, Nacho, Juanma, Iriney, Rubén Castro, Jorge Molina, Santa Cruz). El contrato de Mel también influye, pero su paraguas se remite sólo a los puestos de descenso, ya que los condicionantes que le protegían (doce puntos cada diez partidos) ya han desaparecido. No hay ultimátum a Mel, pero quizás sean los días en los que está más discutido dentro y fuera.
Yo personalmente aguantaria con Pepe Mel la temporada, creo que es buen entrenador solo tiene que meterles mas caña a los jugadores para que den mas ya que los ultimos partidos creo no corrieron como debieron hacerlo, intentar correjir fallos y no dejar al rival controlar tanto.