El Real Madrid se reencuentra con los partidos entre semana, con el
balón de estrellas, y con el himno de la Champions. Se reencuentra con
la que es su competición fetiche y uno de los objetivos más ambiciosos
que se ha marcado para este curso: la Décima Copa de Europa. Y lo hace en uno de los peores escenarios posibles. Y no porque el estadio Luzhniki sea precisamente una mala sede, sino porque el frío y el césped artificial amenazan con cortar la extraordinaria progresión de este Real Madrid.
“No
es lo mismo jugar en césped natural que sintético, y no es lo mismo
jugar con +10ºC que con -10ºC. Nosotros no hemos podido adaptarnos a
estas condiciones” espetaba el propio Mourinho en la rueda de prensa previa al encuentro, para después arengar veladamente a los suyos. “Pero la cabeza, la mentalidad y la ambición es siempre más fuerte que estos condicionantes”. No puede ser de otra manera. Por historia, pero sobre todo por presente.
Y
es que a pesar de que el preparador portugués se ha encargado de
enfatizar las cualidades de este CSKA, no ha lugar a un tropiezo en
Moscú. Es cierto que las circunstancias no son las mejores, pero no es
menos cierto que la eliminatoria puede quedar perfectamente encaminada
para los blancos de cara al partido de vuelta. Pues dentro de que en
unos octavos de final europeos, a priori las diferencias tienden a ser
cada vez menores, sólo las circunstancias medioambientales reducen de alguna manera la inmensa distancia que hay entre CSKA y Real Madrid a día de hoy.
Por un lado, el equipo del Ejército Rojo llega tras un parón en su liga de más de dos meses y medio. Etapa en la que completó una pretemporada en Marbella quedando quinto ante equipos de una entidad muy inferior a unos octavos de Champions, como
los casos del combinado AFE de jugadores sin equipo, el Murcia, el
Videoton, el Guangzhou o el Samara entre otros. El CSKA llega además con
algunos de sus mejores hombres lesionados, como Honda o Afinkeev, y con la baja en el mercado invernal de Wagner Love, uno de sus buques insignia en los últimos años.
Y por el contrario, el Real Madrid llega lanzado. Con paso firme en la Liga, habiendo
asentado una distancia de diez puntos con el mismísimo Barcelona.
Habiendo cerrado la mejor clasificación de la historia de la Champions
en la fase de grupos. Con una creciente paz institucional después de un
mes de enero algo convulso. Con jugadores en momento dulcísimo como Ramos, Ozil, Ronaldo, o Benzema. Y quizás lo que es más importante, con la creciente sensación de que el cambio de ciclo en España entre Madrid y Barcelona está cada vez más cerca.
Sólo la creciente indolencia en defensa ante la revelación Doumbia puede inquietar en algo al madridismo. Y sólo las lesiones de Di María y de Lass pueden
mermar en parte el ánimo merengue, en especial la del argentino. Sin
embargo, visto que ya ante el Racing la portería se quedó a cero, y el
buen rendimiento que vienen dando jugadores como Granero o Kaká en
esas mismas posiciones, parece que no serán excusas para que el Real
Madrid rompa el gafe de los conjuntos españoles con el CSKA. Y es que el
cuadro ruso no ha perdido aún con un equipo de nuestro país. “Esperemos que esta vez sea la primera” rezó Coentrao en la rueda de prensa. Y desde luego que viéndolo ‘en frío’, motivos hay para creerlo. En juego, nada menos que un billete a Múnich.
La logica es que el Real Madrid gane, pero el frio jugara en su contra a ver si no se les congela las ideas al Madrid