(Ammedia/Real Valladolid)
La semana pasada, Manucho, se convirtió en el héroe del Valladolid
tras lograr el empate para su equipo en el último minuto en la visita al
Deportivo de la Coruña. Hoy le tocó le papel de villano, después de que
un balón deficientemente despejado se introdujera en la portería propia
en la acción que cerró el partido en el minuto 94. Fue un empate justo,
en un partido que sólo se desniveló en dos acciones a balón parado.
Javi Guerra había adelantado al Valladolid en la primera mitad, mientras
que el Hércules encontró la fortuna cuando el partido se desmayaba en
una acción de infortunio del propio Manucho.
Se enfrentaban en el José Zorrilla dos equipos cortados por un
patrón similar. Son Valladolid y Hércules dos conjuntos, por encima de
todo, con oficio. Dos bloques bien dirigidos con una gran capacidad para
competir y subsistir. Los dos equipos menos goleados de la categoría
llegaban al partido con un prudencial distancia de siete puntos entre
ellos. Para los locales, era la oportunidad de dejar la segunda plaza de
ascenso directo en un pulso de dos. El Hércules, por su parte, buscaba
abrir el abanico y asomarse al subcampeonato.
Así, le costó
desabrocharse a un partido en el que, como se vio a la postre, cualquier
concesión iba a penalizar doble. Empezó con mayor control el
Valladolid, organizándose en torno al balón. Tampoco se encontraba
incómodo el Hércules, que alternó la presión alta con momentos de mayor
repliegue. La realidad era que, con mayor o menor protagonismo concedido
al balón, ninguno amenazaba con seriedad la portería contraria. Sólo
una jugada puntual podía desnivelar la balanza entre dos equipos tan
igualados. Y así ocurrió.
Javi Guerra aprovechó una jugada a
balón parado perfectamente ejecutada para adelantarse en una faceta del
juego que el Hércules domina a la perfección. Nauzet Alemán botó
magistralmente una falta frontal, Marc Valiente prolongó el balón en el
segundo palo hacia el goleador pucelano para batir a un Falcón
completamente desnudado. Una jugada, que, hasta la desafortunada jugada
final, bien podía valer el ascenso.
Lo que ocurrió entre estas
dos acciones, evidenció la patente igualdad entre los dos conjuntos. Si
bien es cierto que las ocasiones nítidas brillaron por su ausencia, el
Hércules, a base de insistencia, se hizo merecedor del empate. Una
igualada, que logró merced a un capricho del destino. Si en la primera
parte, la suerte había sonreido al Valladolid con un bote ingobernable
que a punto estuvo de suponer el empate, en la última acción del partido
le fue esquiva. Manucho, tras un rechace, introdujo inexorablemente el
balón en la portería. Dos empates bien diferentes los que ha provocado
Manucho. El primero, en Riazor, supo a victoria. Este, a pesar del
empate, sabe a amarga derrota que deja al Valladolid fuera de los
puestos de ascenso directo.
Un gol en propia puerta del delantero africano en la última acción
del encuentro deja al conjunto de Miroslav Djukic fuera de las plazas de
ascenso directo