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La primera jornada de la EURO cierra con un líder en el primer
grupo: Rusia. El equipo ruso tiró de galones y de efectividad en la
primera parte ante una inoperante República Checa, marchándose con un
justo 2-0 al descanso. Colchón que le valió para poder alzarse con los
tres puntos tras una segunda parte muy abierta y bonita, merced al
tempranero gol de Pilar, el mejor de los checos. Los rusos metieron una
marcha más al partido ante la exigencia checa, convirtiendo el encuentro
en un gran intercambio de golpes, y haciendo a su vez más que merecida
la victoria en el global del encuentro. Shirokov, con un gol, Arshavin,
Denisov, Pavlyuchenko, con otro tanto, pero sobre todo Dzagoev (autor de
dos goles) destacaron en el cuadro de Advocaat, que cumplió con su
papel de favorito en el grupo inicial.
La diosa fortuna quiso que mientras que en el Grupo B había tres de
los favoritos al título, en el Grupo A no hubiera ninguno. Es el grupo
más abierto de todos. El caldo de cultivo ideal para que la revelación
del torneo naciera ahí. Y el inicio del partido así lo demostraba, con
una República Checa dominando el encuentro y no dejando salir de su área
a una Rusia que era teóricamente la favorita para liderar el grupo. Sin
embargo, esa idea tan romántica pronto se vino abajo con la frívola
realidad. La que dicta la calidad. Y más concretamente, la calidad de un
compacto equipo ruso lleno de jugadores talentosos.
Pues al
cuarto de hora, Dzagoev ya había marcado el primer gol del partido para
los rusos. Con los checos volcados en campo contrario, al conjunto de
Advocaat apenas le hizo falta salir de su campo en una ocasión para
doblegar al gigante Cech. Seguramente, algo menos gigante sólo por no
tener a diez jugadores del Chelsea delante de él. Un contraataque
llevado por la izquierda acabó con un cabezazo de Kerzhakov que se
estrelló en el palo, pero el rebote le llegó a Dzagoev, que fue el que
había iniciado la jugada, y que desde el punto de penalti fusiló al
cancerbero checo.
El gol sirvió para templar los nervios rusos, y
a su vez aguzar los de los checos, que vieron cómo su dominio no había
servido de nada, y dieron un paso más adelante para forzar el empate.
Mala decisión. Porque significó un nuevo paso atrás en el marcador. El
equipo grande era Rusia, y con campo por delante, necesitó de muy poco
para poner más tierra de por medio. Dzagoev llegó a fallar un mano a
mano, y diez minutos después del primer gol, Shirokov marcó el segundo
en otro contraataque. El talentoso Arshavin asistió, Kerzakhov
nuevamente erró, pero el extremo del Zenit llegó desde atrás para picar
con un bonito gesto técnico por encima de un Cech vendido en el mano a
mano.
Los
checos habían puesto la voluntad, Rusia el fútbol, los goles, el
talento. Era el equipo grande, y lo demostró en cuanto pudo, sacando
músculo, y prácticamente cerrando el partido antes del descanso. De
hecho, antes del ecuador bien pudo marcar Kerzhakov al rematar alto
desde dentro del área pequeña, o también en un penalti a Arshavin que el
inglés Howard Webb obvió. Y mientras tanto, la República Checa ofreció
poco a excepción de la voluntad de Jiracek y Pilar por la izquierda, con
casi nada de Cech, Rosicky o el veterano Baros. Esto es, muy poco.
Tenía la posesión del balón, y sin embargo era el conjunto dominado, y
no dominador. Lo que hace algunos años era una selección con fuerza,
ímpetu, vértigo y mucho fútbol daba síntomas de un equipo caduco,
vetusto, inerte.
Tras el tiempo de asueto, la República Checa se
encontró con un gol que le cambió la cara. Pilar, el mejor de los
checos, aprovechó que su marcador tiró mal el fuera de juego para
plantarse solo ante Malafeev, recortarle y marcar a puerta vacía
haciendo buena la asistencia de Plasil. Un gol que abrió además el
partido. Porque los checos ganaron en confianza, y porque Rusia se vio
obligado a meter una marcha más, forzando un bonito intercambio de
golpes. Aunque eso sí, seguía siendo Rusia el que llevaba más peligro
frente a la combativa, peor también inoperante República Checa. De
hecho, mientras que Malafeev sólo hizo una paratada, si el desafortunado
Kerzhakov hubiera estado sólo un poco más acertado y hubiera
aprovechado alguna de las tres ocasiones que tuvo, seguramente el
partido no hubiera llegado al final tan abierto como llegó.
Hasta
que Rusia movió su banquillo. Advocaat dio entrada a Pavlyuchenko en
lugar del propio Kerzakhov, y su frescura y su visión fue el quid para
darle la puntilla al choque en el último cuarto de hora. Primero,
asistiendo a Dzagoev para que marcara el tercero de un fuerte disparo
desde fuera del área. Y después, para marcar él mismo el cuarto gol de
un fuerte disparo dentro del área después de gambetear en el área checa,
jugueteando con los defensas rivales. El fútbol fue justo, y le dio la
victoria a quien más fútbol puso para lograrla.
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