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Desde antes de empezar la competición se sabía que el Grupo B
sería el de la muerte, y hasta ahora no ha decepcionado. Quizá el fútbol
no ha sido el más abierto pero, tras los dos primeros encuentros, el
desenlace está completamente en el aire. Tras el triunfo de Dinamarca
ante Holanda, el otro favorito, Alemania, tuvo que sudar sangre para
vencer a una muy ordenada Portugal.
No
pudo ser. Sin convencer, Alemania consiguió sus tres primeros de la
competencia, que no son poca cosa en un grupo que parece que será
resuelto por el más estrecho de los márgenes.
Tuvo que ser Mario Gomez, el gran goleador del Bayern Munich, quien
sacara de apuros a los de Joachim Löw, que jamás se sintieron cómodos en
la cancha de la Arena Lviv. El pressing constante de Meireles y Veloso
sobre Özil provocó que la Männschaft no encontrara fácilmente el camino
al marco de Rui Patricio y, hasta el momento del gol, en el minuto 73
Pepe había anulado por completo a Gomez.
Prácticamente desde el
minuto 1, las posturas de ambos cuadros habían quedado claras. Alemania
tendría el control de la pelota y Portugal buscaría la contra,
intentando frecuentemente la combinación entre Nani y Cristiano Ronaldo
que, por lo menos en la primera mitad, hizo sufrir a su marcador
Boateng, con sus potentes carreras verticales.
Con excepción de
un remate de cabeza de Gomez en los albores del encuentro, ninguno de
los dos equipos tuvo una oportunidad clara de gol, hasta prácticamente
el final de la primera mitad, cuando Pepe tomó un rebote en el área tras
una pelota detenida, y mandó un precioso disparo que se impactó en el
travesaño de Neuer y rebotó en la línea de cal. La suerte acompañaba a
los de Joachim Löw, y no sería la última vez.
Si en la primera
mitad fueron los alemanes quienes controlaron el ritmo del partido, en
el complemento, el duelo se tornó sordo y tenso. Alemania generó una
clara al principio de la primera mitad y Portugal dos más o menos
decentes unos minutos más tarde, pero desde entonces la pelota estuvo
mucho más en medio campo que en cualquiera de las dos áreas.
Con
el partido trabado, Löw decidió mandar al campo a su talismán, Miroslav
Klose. El goleador de las grandes noches alemanas estaba ya en la banda,
listo para sustituir a Mario Gomez, cuando Khedira, quizá el mejor de
los germanos, mandó un centro preciso, que el delantero del Bayern mandó
a las mallas. ¿Qué habría pasado si la jugada se hubiera producido un
minuto después? Jamás lo sabremos. Lo cierto es que la suerte volvió a
darle una manita a los de Löw, cuando más la necesitaban.
Portugal
se lanzó al abordaje en los minutos finales y generó más ocasiones que
en todo el resto del partido. Primero Cristiano, con un potente disparo,
estuvo a punto de generar el error de Neuer, después, la pelota se
paseó por el área alemana sin encontrar un rematador y luego un
tiro-centro de Nani rebotó en la horquilla ante la angustiada mirada del
portero alemán. Para rematar, Varela, con el marco abierto, reventó su
disparo en el valiente Neuer cuando parecía más fácil marcar.
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