MD - El 28 de agosto de 2007 el fútbol español despedía trágicamente a
uno de sus jóvenes valores. Antonio Puerta perdía la vida después de
varios días luchando por sobrevivir a las secuelas de un paro cardíaco.
Hoy, cinco años después, el mundo del fútbol no ha podido olvidarlo.
Puerta pudo morir en el campo tras desplomarse en aquel fatídico
partido contra el Getafe, pero le echó el último pulso a su destino, y
tuvo los arrestos de levantarse para salir despedido con la última
ovación de su afición, de su gente, la del equipo de su vida, para
despedirse del Sevilla, donde se convirtió en una leyenda. Gracias a su
minuto "16" el Sánchez Pizjuan le rinde cada domingo su homenaje, y
grandes personas del fútbol como Martí, Maresca o Segio Ramos siempre lo
tienen presente en su vida, recordándolo como un gran amigo.
Antonio dejó huérfana a la afición sevillista y al fútbol en general,
pero legó muchas cosas en este mundo, consiguió unir a dos aficiones que
parecían irreconciliables, dejo a un hijo por nacer que ya sabe lo
grande que fue su padre, un trofeo en su memoria, una estatua en los
campos de tierra en los que se hizo hombre y futbolista, y nos dejo el
gol, un "zurdazo" que cumplió el sueño de una afición sufridora, un
disparo todavía pone los bellos de punta al que les escribe cuando lo
recuerda, y que inscribió su nombre en la historia del Sevilla, y en los
corazones de toda una generación de futboleros.
Parece que fue
ayer cuando muchos recibimos su muerte como un mazazo, ya han pasado
cinco años pero su recuerdo continúa vivo en la memoria, el recuerdo de
un jugador que ya se ha convertido en inmortal. Sirvan estas escuetas
líneas como homenaje para Antonio Puerta.
Ojala no ocurra otro caso igual.