Getty Images
Lejos de la imagen de amistosos pretéritos, España se reconoció ante
el espejo con todas las de la ley. Pese a no contar de inicio con Xavi o
Iniesta, la sinfonía de la selección no desafinó un ápice ante Arabia
Saudí. No lo hizo, porque cuenta con futbolistas que en cualquier
selección serían estrellas. Cazorla es uno de ellos. Seguramente es el
español más en forma del momento. Un trescuartista fenomenal que fue
capaz de disfrazarse de Iniesta para ejercer de brújula de España.
Señor de la pelota, el jugador del Arsenal se adueñó del partido
desde los primeros minutos. Lo dibujó Del Bosque de inicio por la banda,
pero le concedió la libertad de movimientos que se les confiere a los
grandes. Empezó por fuera, pero acabó por dentro. En realidad acabó por
todos los lados. Omnipresente. Desbordó en la banda y llegó a línea de
fondo antes de adentrarse entre las líneas árabes para desequilibrar el
partido. Trenzó todas las jugadas, jugó en largo y en corto y dictó
todos los renglones de España.
Contó para ello con otros
jugadores no habituales, como Beñat, soberbio desde el mediocrentro,
llenando los zapatos de Xavi por una noche. A ambos se les sumó Pedro
para completar una notable España, que jugó con ritmo, vigor y
profundidad. Fruto de una internada de Pedro por la izquierda llegó el
primer gol. Un disparo del barcelonista repelido por el portero árabe
fue rebañado por Cazorla, que remató a placer.
Fue el redoble de
la actuación que el jugador estaba completando. Apenas cinco minutos
después, Cazorla, en el carril del diez, filtró un pase perfecto a la
espalda de la defensa que Pedro le había delineado con el filo de los
mejores delanteros centro capaces de aparecerse detrás de los centrales.
El canario resolvió de vaselina. Como un maestro. Fueron los mejores
minutos de una selección desatada, que apareció por oleadas. Una
combinación entre Pedro y Torres, el más difuminado, terminó en un
disparo de Cazorla que se estrelló en la cruceta antes del descanso.
El carrusel de cambios amenazó con destensar el partido en la segunda parte, que había quedado inaugurada con un golazo
de Xavi de falta directa. No hubo desplome estrepitoso, y la selección
se sostuvo con bravura. Hubo tiempo para todos en los segundos cuarenta y
cinco minutos del choque. Reapareció Villa, se mostró voluntarioso y se
llevó un gol tras materializar un penalti. Al asturiano, incisivo en el
desmarque, sobre todo partiendo desde el costado izquierdo, le faltó
brío en el área a la hora de ejecutar.
Entregada Arabia, que ni
la tenía ni mordía, la selección asiática puso a la alfombra a España, a
la que le bastó la ingente calidad de sus jugadores para redondear un
festín. Pedro repitió la jugada de su primer gol para meter su segundo.
Asociado en esta ocasión con Silva, el delantero del Barcelona resolvió
de nuevo por encima ante la salida del portero, redondeando una
actuación digna del mejor Pedro, de Don Pedro. El ejecutor que estiró a
una notable España, que sigue demostrando, dispone de un ramillete de
jugadores sin igual.
Lo esperado facil bolo para la seleccion.