Lionel Messi
Era un partido amistoso, sí, todos lo sabían, pero ¿tanto? Está bien
que era un partido para recaudar, que el nivel de los árabes no
invitaba al entusiasmo y que ninguna estrella "europea" iba a
arriesgarse a una lesión en un encuentro de esta magnitud, pero los 90
minutos de tedio son difíciles de entender ante una selección de nivel
marcadamente menor.
El
análisis apenas puede pasar por la actitud, demasiado relajada, de todo
el equipo. ¿Desmotivados? Puede ser, en un partido que le sobraba al
calendario de la selección, después de las victorias con Uruguay y
Chile, por las eliminatorias.
La falta de emociones del partido
se puede sintetizar en los interminables pases laterales, en
combinaciones intrascendentes, poco punzantes y sin cambios de ritmo
ante una Arabia Saudita que no apretó las marcas y cedió espacios para
estos toques anodinos.
¿Qué rescatar de Argentina? Algunas
combinaciones de Di María y Salvio por la derecha en el primer tiempo,
alguna arremetida de Agüero, un par de subidas de Zabaleta y la siempre
latente presencia de Messi, que mantenía la esperanza de que aparezca
una jugada que rompiese el molde del partido. No ocurrió.
Este
amistoso internacional quedará pronto en el olvido. Quienes lo
recuerden, revivirán las escenas de traslado inofensivo de la pelota, la
lentitud de los movimientos, alguna pelota descolgada por el longilíneo
arquero Waleed Abdullah y esa jugada de peligro que generó el ligero
número 18, Al Jassim.
El rostro fastidiado de Messi resumió el
sentimiento de un equipo que no pudo marcar en un partido que, en la
previa, daba para esperar un festival celeste y blanco.
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