Pocos jugadores son tan determinantes a balón
parado como el lateral tarraconense Edu Albacar. Un futbolista que
atesora una gran clase y que nuevamente ha proporcionado con un corner
un caramelo para sus compañeros. La victoria alarga la imbatibilidad de
los franjiverdes en su estadio que ya alcanza los siete partidos en el
Martínez Valero, un feudo que se vuelve a atragantar a los madrileños
aunque con una imagen totalmente diferente a la que mostraron la pasada
campaña, donde cayeron por 6-0.
El Elche se había acostado relegado momentáneamente de su liderato.
Un trono al que se ha acostumbrado en esta campaña 2012-13. El culpable
de este motín era el sorprendente Girona y su noveno triunfo en la
Segunda división. Los franjiverdes, por ello, saltaban al Martínez
Valero con la misión de conseguir los 3 puntos, recuperar su corona y
cortar las alas a un aspirante al ascenso como el Alcorcón.
Uno
de los protagonistas de este choque estaba en el banquillo. Pepe
Bordalás, alicantino de nacimiento y antiguo entrenador del Elche hasta
el pasado mes de abril, regresaba al estadio como técnico visitante. Un
viejo conocedor de la casa. Por ello, la aparición de Camille en el once
inicial por los amarillos era el novedoso planteamiento de un estratega
que quería frenar la explosión ofensiva que tienen sus antiguos pupilos
por bandas, a pesar de la baja de Xumetra.
En una mañana de
reencuentros, el primer disparo partió de las botas del alcoyano Juli
con parada del guardameta madrileño Manu Herrera. Es decir, un ex
franjiverde rematando al antiguo portero de la Agrupación. El fútbol no
entiende de romanticismos y la Segunda división es la categoría perfecta
para proporcionar estancias cortas y viajes de ida y vuelta.
Los
jugadores de Bordalás habían tejido sus líneas muy pegadas, estrechando
el campo, con una presión pegajosa que impedían el habitual arreón
inicial que tiene el Elche en casa, un conjunto acostumbrado a
encarrilar sus encuentros en el primer cuarto de hora y que veía
incómodo el paso de los minutos y la aparición del juego trabado, dos
elementos que no invitaban ni a la pausa ni a la tranquilidad.
Carles
Gil, a la media hora, probaba fortuna desde la media distancia e
inauguraba la estadística de disparos a puerta de los locales,
confirmando la gran labor de contención de los visitantes en este
matutino enfrentamiento propio de la división de plata, un duelo con
mucho contacto y oficio en defensa para depender de la pizarra o de un
error en el ataque. Como demostró Sergio Mora cuando buscó el palo largo
en una falta lateral que cerraba un primer acto sin goles.
El
descanso sirvió para que ambas escuadras salieran con la intención de
agradar la vista con un fútbol más combinativo y calmado en el que
jugadores como Alberto Rivera o Sergio Mora se desenvuelven con
elegancia y soltura. Sólo Fidel y Edu Albacar querían imprimir una
marcha más por el perfil izquierdo bajo la vigilancia de Nagore y de un
omnipresente Babin que se escoraba para echar una mano a su lateral.
A
los 65', precisamente Nagore tuvo la más clara al rematar sólo en el
área tras una acción de toda la medular alfarera que movió el balón con
soltura hasta la llegada de una ruptura por el centro de la defensa. El
disparo de Nagore se marchaba lentamente fuera de la meta ilicitana.
Un
minuto después, llegaba una acción tantas veces vistas en este estadio y
por Bordalás materializada por un hombre que aporta medio gol en cada
saque de esquina que ejecuta. El otro medio lo rubricaba el incorporado
Powel que peinaba el esférico a las mallas, primer tanto del holandés en
Liga. El Martínez Valero pasaba de los nervios a los aplausos y el
Elche de Fran Escribá cambiaba las dudas por la certeza de haberse
quitado un peso de encima.
En el tramo final, la Agrupación
encaró el empate por el costado izquierdo donde un renqueante Edu
Albacar, con molestias musculares, parecía la víctima perfecta de la
velocidad de un Dani Nieto que había entrado de refresco junto a
Fernando Morán, un veterano con una capacidad innata para leer los
partidos y las grietas de las zagas rivales.
Pero el Elche es un
conjunto con un estilo de juego muy italiano, capaz de maximizar el
juego a balón parado y de salir rápido al ataque, como la chilena de
Pelayo que murió en la madera, basándose en una férrea defensa que
aguantó las embestidas de los alfareros durante un cuarto de hora final
que se escapó en acciones extradeportivas y en parones innecesarios
dentro de un partido muy disputado entre dos equipos que esperan que
éste sea definitivamente su año.
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parado como el lateral tarraconense Edu Albacar. Un futbolista que
atesora una gran clase y que nuevamente ha proporcionado con un corner
un caramelo para sus compañeros. La victoria alarga la imbatibilidad de
los franjiverdes en su estadio que ya alcanza los siete partidos en el
Martínez Valero, un feudo que se vuelve a atragantar a los madrileños
aunque con una imagen totalmente diferente a la que mostraron la pasada
campaña, donde cayeron por 6-0.
El Elche se había acostado relegado momentáneamente de su liderato.
Un trono al que se ha acostumbrado en esta campaña 2012-13. El culpable
de este motín era el sorprendente Girona y su noveno triunfo en la
Segunda división. Los franjiverdes, por ello, saltaban al Martínez
Valero con la misión de conseguir los 3 puntos, recuperar su corona y
cortar las alas a un aspirante al ascenso como el Alcorcón.
Uno
de los protagonistas de este choque estaba en el banquillo. Pepe
Bordalás, alicantino de nacimiento y antiguo entrenador del Elche hasta
el pasado mes de abril, regresaba al estadio como técnico visitante. Un
viejo conocedor de la casa. Por ello, la aparición de Camille en el once
inicial por los amarillos era el novedoso planteamiento de un estratega
que quería frenar la explosión ofensiva que tienen sus antiguos pupilos
por bandas, a pesar de la baja de Xumetra.
En una mañana de
reencuentros, el primer disparo partió de las botas del alcoyano Juli
con parada del guardameta madrileño Manu Herrera. Es decir, un ex
franjiverde rematando al antiguo portero de la Agrupación. El fútbol no
entiende de romanticismos y la Segunda división es la categoría perfecta
para proporcionar estancias cortas y viajes de ida y vuelta.
Los
jugadores de Bordalás habían tejido sus líneas muy pegadas, estrechando
el campo, con una presión pegajosa que impedían el habitual arreón
inicial que tiene el Elche en casa, un conjunto acostumbrado a
encarrilar sus encuentros en el primer cuarto de hora y que veía
incómodo el paso de los minutos y la aparición del juego trabado, dos
elementos que no invitaban ni a la pausa ni a la tranquilidad.
Carles
Gil, a la media hora, probaba fortuna desde la media distancia e
inauguraba la estadística de disparos a puerta de los locales,
confirmando la gran labor de contención de los visitantes en este
matutino enfrentamiento propio de la división de plata, un duelo con
mucho contacto y oficio en defensa para depender de la pizarra o de un
error en el ataque. Como demostró Sergio Mora cuando buscó el palo largo
en una falta lateral que cerraba un primer acto sin goles.
El
descanso sirvió para que ambas escuadras salieran con la intención de
agradar la vista con un fútbol más combinativo y calmado en el que
jugadores como Alberto Rivera o Sergio Mora se desenvuelven con
elegancia y soltura. Sólo Fidel y Edu Albacar querían imprimir una
marcha más por el perfil izquierdo bajo la vigilancia de Nagore y de un
omnipresente Babin que se escoraba para echar una mano a su lateral.
A
los 65', precisamente Nagore tuvo la más clara al rematar sólo en el
área tras una acción de toda la medular alfarera que movió el balón con
soltura hasta la llegada de una ruptura por el centro de la defensa. El
disparo de Nagore se marchaba lentamente fuera de la meta ilicitana.
Un
minuto después, llegaba una acción tantas veces vistas en este estadio y
por Bordalás materializada por un hombre que aporta medio gol en cada
saque de esquina que ejecuta. El otro medio lo rubricaba el incorporado
Powel que peinaba el esférico a las mallas, primer tanto del holandés en
Liga. El Martínez Valero pasaba de los nervios a los aplausos y el
Elche de Fran Escribá cambiaba las dudas por la certeza de haberse
quitado un peso de encima.
En el tramo final, la Agrupación
encaró el empate por el costado izquierdo donde un renqueante Edu
Albacar, con molestias musculares, parecía la víctima perfecta de la
velocidad de un Dani Nieto que había entrado de refresco junto a
Fernando Morán, un veterano con una capacidad innata para leer los
partidos y las grietas de las zagas rivales.
Pero el Elche es un
conjunto con un estilo de juego muy italiano, capaz de maximizar el
juego a balón parado y de salir rápido al ataque, como la chilena de
Pelayo que murió en la madera, basándose en una férrea defensa que
aguantó las embestidas de los alfareros durante un cuarto de hora final
que se escapó en acciones extradeportivas y en parones innecesarios
dentro de un partido muy disputado entre dos equipos que esperan que
éste sea definitivamente su año.
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