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No pasó nada en el Coliseum Alfonso Pérez. Todo había ocurrido ya
hace un mes a orillas del Manzanares, cuando el Atlético sentenció la
eliminatoria y acuñó este sinsentido. Fueron dos horas prescindibles,
soporíferas para el poco público que se dio cita en el campo para ver un
intento de partido. Algo no funciona en esta Copa del Rey.
Además del formato, no contribuyeron ninguno de los dos equipos a
que hubiera algo más que fogueo. Cholo Simeone estuvo en su papel, y
convino alistar una alineación a prueba de sobresaltos, recitada desde
la portería con Courtois y engalanada por Falcao en la otra orilla.
Declaración de intenciones. Precisamente lo que omitió el Getafe, que en
ningún momento creyó en la remontada. En realidad no confió ni en armar
el intento. Fue tan desalmado el equipo de Luis García, que ni siquiera
llamó al zafarrancho de combate en los primeros minutos. Nada.
Cómodo
el Atlético, el vigente campeón de Europa League puso el piloto
automático. Siempre bien pertrechado y abolido cualquier nimio error, se
limitó el conjunto colchonero a transitar por el campo sin atisbo de
brillo pero con suficiencia. El Getafe, contemplativo, apenas alteraba
el ritmo monocorde con balones frontales a Alcácer. Una bicoca para el
Cata Díaz y Miranda, que sólo vieron inquietada su portería por una
cesión envenenada del brasileño que resolvió Courtois.
Esa fue la
única noticia del Getafe en toda la primera parte. Pareció como si el
resultado le sirviera. En el fondo le daba igual. Como al Atlético, que
ya había hecho los deberes. Al tran tran se hizo con el dominio en
cualquier caso el equipo de Simeone, volcado más en la banda derecha,
con Juanfran desplegándose de tanto en cuanto. No encontraron rematador
los centros del lateral. Falcao estuvo activo pero difuminado. Por el
otro costado, Cebolla Rodríguez optó por probar la portería siempre que
pudo.
El electrocardiograma del Getafe sólo se vio alterado en
todo el partido en una acción de Rafa, que se borró del esperpento en un
lance de agresividad mal entendida. Todo el vigor bien canalizado que
le faltó a su equipo para intentar algo grande esta noche, le sobró al
central en una jugada a campo abierto, en la que cazó a Falcao sin
opción de jugar balón. No cambio nada la expulsión, pues ya había
decidido el Getafe entregar el testigo en la Copa del Rey. En términos
de juego y ambición, poco queda de aquel equipo que en 2007 eliminó al
Barcelona, campeón de Europa, tras remontar el 5-2 de la ida en una
noche memorable para el club.
Pocas razones argumentadas
defenderán mejor que este partido la necesidad de revisar el formato del
torneo. Ni la emoción, ni el cobijo para las gestas de los humildes, ni
la descarga de un calendario tan sobresaturado deberían tener un efecto
palmario para el cambio del sistema de competición como la proyección
continuada en una sala cerrada de este empate a nada durante toda una
tarde a las mentes que propician una Copa del Rey así.Si el objetivo de
Luis García era esta denuncia, misión cumplida.
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