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Recuperar el gen, volver a la senda, cambiar la tendencia y
demostrar que las dos derrotas anteriores no fueron más que despistes.
Erró el aficionado atlético que pensó eso de “hasta aquí hemos llegado”
tras las derrotas ante Valencia y Coimbra, porque las heridas de guerra
se han sacrificado y el segundo puesto del Atlético sigue intacto. El
Atlético no es lo que era y este año, por mucho que desde lo más alto
todavía sean incrédulos, el Calderón estará luchando con ellos este año.
Sin forzar demasiado, gustándose ante los 5.000 colombianos que
pagaron precios inferiores – y que se quedaron sin ver el gol de su
Tigre -, los de Simeone dieron el do de pecho esta vez y robaron el
balón al Getafe mostrándose superiores a los pupilos de Luis García, que
no estuvieron cómodos sobre el césped del Calderón en ningún momento.
Apenas le duraba dos pases la pelota a los jugadores azulones, que
mediada la primera parte vieron como Adrián, tras servicio de Juanfran
desde la derecha y rechace de Moyá, hacía el primero para adelantar a
los suyos.
Antes del descanso, Arda Turán prácticamente
sentenciaba el partido con un golazo tras llevarse el balón de forma
dudosa – ¿mano? – y encarar al portero getafense para volverle loco en
apenas un metro y alargar una distancia que ya era enorme incluso antes
de ampliar diferencias. Gol turco gracias a un quiebro que supo a
caviar. Y es que hasta aquí, el Getafe no había existido. Desaparecido.
Apenas una ocasión gracias a un desacierto – es más correcto así que
acierto – del delantero Álvaro, que envió el balón por encima del
travesaño de Courtois.
Se rehízo o, al menos lo intentó, el
equipo del sur de Madrid ya avanzada la segunda parte. Murmullo en el
Calderón y ocasiones con Diego Castro, Pedro León y Abdel como
protagonistas. Pero más intenciones que realidades. Apenas sin opción
aunque lo suficiente, como apuntamos, para causar murmullo en la grada.
Ni mucho menos fue el causante un lanzamiento altísimo de Miguel Torres
que fue el comienzo de un periodo de partido más bien aburrido, ya
desgastado. En definitiva: sentenciado.
La contrarréplica
rojiblanca no llegó aunque no porque no se ofreciese uno de los
protagonistas del partido. Los miles de colombianos no pudieron ver a un
Falcao que no consiguió ver puerta esta vez, a pesar de las intenciones
de sus compañeros, que se sumaron a la causa para que el delantero siga
marcando. Su opción se paseó por el área pequeña pero no pasó de ahí.
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