La atención estaba en los banquillos. La
vuelta de Javier Aguirre a una de sus casas y el cumpleaños de Manolo
Jiménez convertían a los técnicos en protagonistas. El empate fue justo
por lo poco exhibido por ambos equipos que ni generaban juego ni daban
la sensación de merecer la victoria con un fútbol tosco donde el balón
estuvo más parado que en movimiento. Siendo así difícil de cambiar el
marcador inicial.
Los nervios y las imprecisiones
eran los primeras sensaciones en aparecer en La Romareda. El esférico
parecía una fiera indomable que pasaba inquieta de un área a otra sin
que nadie ejerciera el dominio. A balón parado llegaban las
aproximaciones, tímidas y sin ningún resultado. Ambos equipos eran
incapaces de hilvanar desde la medular y con ese panorama los ataques
eran escasos y poco elaborados. El primer tiempo se cerraba tras un
telón gris de pobre espectáculo.
El lavado de cara del descanso
sirvió para poco porque todo seguía igual en la capital del Ebro. Un
partido brusco y romo que por momentos parecía impropio de la Primera
división española. Los minutos pasaban y nadie tenía piedad por el
fútbol, sólo Víctor por parte local y Sergio por la visitante aportaban
pequeñas dosis de calidad. Stuani se sumó a la dupla mencionada con su
habitual lucha y con un testarazo que fue despejado por Roberto. 65'
para ver lo mejor del choque, demasiado tiempo.
La crispación
del partido seguía su curso, por momentos llegando a ser violento. Entre
tanta destrucción, Javi López fue señalado como el primer responsable y
veía la tarjeta roja por doble cartulina amarilla con 10 minutos para
el final que abría un nuevo periodo de indecisión donde Sapunaru también
se ganaba una invitación a abandonar el campo. Manolo Jiménez sonreía
irónicamente en el banquillo, pobre regalo de cumpleaños para el técnico
sevillano.
El empate final, gracias a la labor de ambos guardametas, favorece más al Real Zaragoza que supera al Espanyol en el gol-average,
por el 1-2 cosechado por los maños en su visita a la Ciudad Condal, en
la segunda jornada de esta temporada. Un partido más vivo que el visto
hoy, que ha supuesto una noche en blanco para el fútbol espectáculo.
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vuelta de Javier Aguirre a una de sus casas y el cumpleaños de Manolo
Jiménez convertían a los técnicos en protagonistas. El empate fue justo
por lo poco exhibido por ambos equipos que ni generaban juego ni daban
la sensación de merecer la victoria con un fútbol tosco donde el balón
estuvo más parado que en movimiento. Siendo así difícil de cambiar el
marcador inicial.
Los nervios y las imprecisiones
eran los primeras sensaciones en aparecer en La Romareda. El esférico
parecía una fiera indomable que pasaba inquieta de un área a otra sin
que nadie ejerciera el dominio. A balón parado llegaban las
aproximaciones, tímidas y sin ningún resultado. Ambos equipos eran
incapaces de hilvanar desde la medular y con ese panorama los ataques
eran escasos y poco elaborados. El primer tiempo se cerraba tras un
telón gris de pobre espectáculo.
El lavado de cara del descanso
sirvió para poco porque todo seguía igual en la capital del Ebro. Un
partido brusco y romo que por momentos parecía impropio de la Primera
división española. Los minutos pasaban y nadie tenía piedad por el
fútbol, sólo Víctor por parte local y Sergio por la visitante aportaban
pequeñas dosis de calidad. Stuani se sumó a la dupla mencionada con su
habitual lucha y con un testarazo que fue despejado por Roberto. 65'
para ver lo mejor del choque, demasiado tiempo.
La crispación
del partido seguía su curso, por momentos llegando a ser violento. Entre
tanta destrucción, Javi López fue señalado como el primer responsable y
veía la tarjeta roja por doble cartulina amarilla con 10 minutos para
el final que abría un nuevo periodo de indecisión donde Sapunaru también
se ganaba una invitación a abandonar el campo. Manolo Jiménez sonreía
irónicamente en el banquillo, pobre regalo de cumpleaños para el técnico
sevillano.
El empate final, gracias a la labor de ambos guardametas, favorece más al Real Zaragoza que supera al Espanyol en el gol-average,
por el 1-2 cosechado por los maños en su visita a la Ciudad Condal, en
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