Después de lo visto en el Juventus Stadium, se le puede dar la razón a Antonio Conte cuando dijo que “el Siena no es el Real Madrid”. Los toscanos intentaron ser valientes, su entrenador no les permitía otra cosa que no fuera dar todo por sacar los tres puntos de Turín, pero el desarrollo del planteamiento táctico no fue el apropiado y salen del campo del líder igual de hundidos en la tabla de cómo entraron en el recinto. Iachini puso un centro del campo bastante atrevido, con Della Rocca y Bolzoni como directores del mismo, sobre todo el primero de ellos más acostumbrado a crear que a destruir. Con ello conseguía que la posesión de la Juve fuera continua y fluida, permitiendo innumerables llegadas al marco de un acertadísimo Pegolo.
Arriba, Rosina, Emeghara y Valiani tenían la labor de presionar y dificultar la salida del balón bianconera, aunque su trabajo no obtuvo frutos en ningún momento. Centraban su presión en Federico Peluso, el menos acostumbrado a jugar raseando el cuero. El ex de Atalanta no lo tuvo fácil, pero la ayuda constante de sus compañeros hizo que no sufriera ningún error de bulto. Cuando el Siena trataba de contragolpear, se encontraba con que tan sólo tenía esos tres hombres arriba y demasiados rivales a su alrededor. Ni Belmonte ni Rubin se atrevieron a recorrer sus costados, algo especialmente extraño en Rubin.
En esa situación, la Juventus estaba muy cómoda, aunque sin implantar el ritmo alto habitual. Pirlo controlaba el tempo del partido a su antojo, sin tener ni siquiera que forzarse a sí mismo en exceso para superar la marca de los rivales. A su lado, Pogba se descolgaba para entrar en el área y Marchisio intentaba recuperar a un perdido Asamoah. La banda derecha era un agujero profundo que aprovechó Lichtsteiner para hacer daño. El suizo avisó con dos centros peligrosos en la primera parte, hasta que rompió en profundidad y aprovechó una precisa asistencia de Vučinić para batir a Pegolo. Tuvo suerte, eso sí, porque el guardameta llegó antes que él al balón, pero su despeje golpeó en la rodilla del ex laziale y entró.
El rapapolvo de Iachini a sus hombres en el descanso surtió efecto sobre todo en los primeros veinte minutos de la reanudación. El Siena subió líneas y cogió ánimos. Olvidó su condición de equipo pequeño que visita a un grande y comenzó a jugar. Pero aun así, aunque mejoró el Siena al inicio de la segunda mitad, cuando más sufrió Buffon fue después del 2-0, que llegó en una jugada de estrategia entre Pirlo y Giovinco, que el ‘12’ mandó a gol. Con dos goles de desventaja, Buffon fue el mejor de su equipo con varias paradas portentosas, especialmente una sensacional a un remate de cabeza de Emeghara. También hubo un palo de Terlizzi.
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