Se encontraban en Hampshire, en el estadio de St. Mary del Southampton, un equipo local acuciado por la sombra del descenso y un visitante incómodo que venía crecido de ganar al Tottenham, nada menos que el tercer clasificado. Seguían los de Rodgers con la esperanza de jugar de salvar la temporada jugando en Europa, y sin renunciar a batallas mayores en la Champions League.
Todos los sueños se rompieron nada más empezar el partido. El Liverpool, capaz de lo mejor y de lo peor volvió a no ser capaz de plasmar con ocasiones reales el potencial del equipo. Si Brendan Rodgers había destacado durante la semana que este equipo tenía otra mentalidad desde que llegaron los fichajes estrella de Coutinho y Sturridge, éstos se empeñaron en desacreditarle con una antipatía propia de quien no se juega nada.
Morgan Schneiderlin a pase de Jay Rodriguez tardó apenas seis minutos en sacudir St. Mary y exponer las carencias defensivas de los Reds. Urge un fichaje en la zaga. Carragher se retira este año, y mientras Daniel Agger suena para equipos de la liga española Martin Skrtel no acaba de convencer al técnico inglés. Lo cierto es que Coates aunque joven no acaba de dar la patada en la puerta de la titularidad y todos los problemas defensivos del Liverpool lo solventaría un jugador rápido y con cabeza. Casi nada. Pero es sin duda el precio de volver a la élite. Sin el portero titular, también discutido muchas veces, al menos deberían contar con jugadores que hagan de guardia pretoriana y quitar de infartos a los fieles seguidores Reds.
Todo se coció y repartió en la primera parte, con otro gol local para disgusto liverpudlian y alivio de la afición de unos “Saints” que ven como se alejan del infierno de la Championship. Pese a que el encuentro estaba totalmente decantado para el Southampton contando con más ocasiones y más peligrosas, Coutinho dio un respiro al final de la primera mitad. Esto no sirvió de mucho y en el minuto 80 bajaron los brazos definitivamente al encajar el 3-1 final por parte de Rodríguez el cual aleja al Liverpool de Europa.
Los aficionados que entonan el You Never Walk Alone sin duda honrarán su himno pese a que estos chicos se empeñen en fallar cuando menos se espera y contra contrarios objetivamente inferiores. Una vez más la desilusión nos devuelve a la realidad de un Liverpool que tiene difícil entonar el famoso cántico por los estadios de otros países el año que viene.
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