El gol de David Villa frente al Milan en la pasada eliminatoria de cuartos de final de la Champions League ejemplifica la tendencia ascendente que el jugador asturiano ha ido experimentado durante las últimas semanas y evidencia el giro radical que ha dado a su estado de forma.
En poco menos de tres meses hemos pasado de un Villa alicaido, que no se encontraba a gusto ni con su tono físico ni con su rol en el equipo (apunto estuvo de poner rumbo a Londes, al Arsenal concretamente tentado por Arsene Wenger) a un David Villa que no sólo demuestra partido a partido que no ha perdido su olfato de gol y que las piernas le siguen respondiendo, sino que se le ve animado, integrado de nuevo en el grupo y sabedor de que de nuevo vuelve a ser una pieza fundamental en este Barça.
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