Ante un reto de altura por la historia del rival y la magnitud del estadio, ofreció España una respuesta contundente en París. Demostró la selección punto por punto las diferencias que le separan de Francia en un ejercicio de personalidad en el que el campeón del mundo y de Europa dobló a un equipo que apenas tuvo opción ante un conjunto que le encerró en apenas veinte metros durante buena parte del partido. Las tuvo también el bloque de Deschamps gracias a la velocidad de sus atacantes y al riesgo de España, pero Pedro aprovechó una gran jugada para definir un partido enorme del equipo de Vicente del Bosque que le deja allanado el camino hacia Brasil 2014.
Se presentó España ante su vecino resuelta a derribar uno de los ya cada vez menos muros que le quedan a esta generación irrepetible: ganar en suelo francés en partido oficial. No es asunto menor, pues ganó en Saint-Denis, un estadio orgulloso siempre de la selección que ganó sobre ese tapete, anoche patatal, la Copa del Mundo en 1998. El campo que encumbró a Zidane despidió a Iniesta en pie. No le costó a España asumir el desafío. En apenas cinco minutos, una jugada de tiralíneas entre Iniesta y Monreal, fenomenal sustituyendo a Alba, terminó en un pase de la muerte que Xavi Hernández, a apenas dos palmos de Lloris, envió por encima del larguero.
Anunció la jugada lo que iba a ser el partido. Francia se recostó con diez hombres por detrás del balón y España se inmiscuyó en una labor de chinos. Encontrar rendijas en un maraña de jugadores físicos como pocos. Xabi Alonso se hizo el dueño del partido, y junto con Iniesta, elaboró los mejores momentos de España. El centrocampista del Madrid enlazó con los jugadores adelantados, ofreciendo una solución vertical ante el horizontalismo más frecuente de la selección. Tuvo otro disparo Xavi desde la frontal y Villa y Pedro pusieron en jaque la espalda de los centrales. En un escarceo del canario, Lloris lo atropelló en un lance que pareció penalti claro.
Fue sencillo el planteamiento de Francia en todo momento, también cuando se proyectaba en fase ofensiva. La consigna de Deschamps era el fulgor en las transiciones. Lo consiguió gracias a la pausa de Valbuena, el mejor de los franceses, que lanzó siempre con habilidad a Benzema y Ribery. Precisamente el extremo del Bayern tuvo la mejor ocasión de la primera mitad tras un error de Piqué. Valdés, un coloso toda la noche, se hizo grande en el mano a mano.
No se amilanó España pese al nulo botín conseguido en la primera parte. Tampoco el penalti escamoteado le afectó y se presentó tras el descanso con la determinación de los grandes. Avisó Iniesta tras una triangulación entre Xavi y Alonso y vacunó Pedro en la siguiente. Inició en la derecha, cambió de orientación ante la entrada de Monreal, que se aprovechó del fallo de Jallet, y llegó a línea de fondo para poner un balón que remachó Pedro con suspense. Un premio merecido a lo ofrecido por cada equipo.
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Se presentó España ante su vecino resuelta a derribar uno de los ya cada vez menos muros que le quedan a esta generación irrepetible: ganar en suelo francés en partido oficial. No es asunto menor, pues ganó en Saint-Denis, un estadio orgulloso siempre de la selección que ganó sobre ese tapete, anoche patatal, la Copa del Mundo en 1998. El campo que encumbró a Zidane despidió a Iniesta en pie. No le costó a España asumir el desafío. En apenas cinco minutos, una jugada de tiralíneas entre Iniesta y Monreal, fenomenal sustituyendo a Alba, terminó en un pase de la muerte que Xavi Hernández, a apenas dos palmos de Lloris, envió por encima del larguero.
Anunció la jugada lo que iba a ser el partido. Francia se recostó con diez hombres por detrás del balón y España se inmiscuyó en una labor de chinos. Encontrar rendijas en un maraña de jugadores físicos como pocos. Xabi Alonso se hizo el dueño del partido, y junto con Iniesta, elaboró los mejores momentos de España. El centrocampista del Madrid enlazó con los jugadores adelantados, ofreciendo una solución vertical ante el horizontalismo más frecuente de la selección. Tuvo otro disparo Xavi desde la frontal y Villa y Pedro pusieron en jaque la espalda de los centrales. En un escarceo del canario, Lloris lo atropelló en un lance que pareció penalti claro.
Fue sencillo el planteamiento de Francia en todo momento, también cuando se proyectaba en fase ofensiva. La consigna de Deschamps era el fulgor en las transiciones. Lo consiguió gracias a la pausa de Valbuena, el mejor de los franceses, que lanzó siempre con habilidad a Benzema y Ribery. Precisamente el extremo del Bayern tuvo la mejor ocasión de la primera mitad tras un error de Piqué. Valdés, un coloso toda la noche, se hizo grande en el mano a mano.
No se amilanó España pese al nulo botín conseguido en la primera parte. Tampoco el penalti escamoteado le afectó y se presentó tras el descanso con la determinación de los grandes. Avisó Iniesta tras una triangulación entre Xavi y Alonso y vacunó Pedro en la siguiente. Inició en la derecha, cambió de orientación ante la entrada de Monreal, que se aprovechó del fallo de Jallet, y llegó a línea de fondo para poner un balón que remachó Pedro con suspense. Un premio merecido a lo ofrecido por cada equipo.
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