Si vas a White Hart Lane no puedes confiarte. Por más que vayas ganando no puedes dar todo por hecho. Al Manchester City le bastaba una victoria en casa del Tottenham para seguir alargando la lucha codo a codo con el Manchester United por la Premier League. Los ‘spurs’, con el firme objetivo de luchar por un puesto de UEFA Champions League, tenían la obligación de no regalar nada.
Si tras ver el primer tiempo me dicen que Roberto Mancini y sus muchachos se llevarían los tres puntos, me lo hubiese creído sin pensarlo. Los ‘citizens’ dominaron a placer la primera parte del partido. Fueron ordenados, disciplinados tácticamente y parecieron lo que aún aspiran a ser: un equipo grande. Incluso se dieron el lujo de ponerse por delante en el marcador con una jugada de libreto. Un pase espectacular de James Milner, quien saldría al final del primer tiempo por lesión, encontró a un solitario Samir Nasri que, con un toque sutil, dejó sin opciones a Hugo Lloris.
Con la ventaja el equipo visitante fue quitando el pie del acelerador, mientras que al mismo tiempo el Tottenham cambiaba la marcha y se acordaba de que el Arsenal, uno de sus competidores por esa plaza directa a Champions, había derrotado este sábado al Fulham. Villas-Boas revolucionó el partido con los cambios, dando entrada a Jermain Defoe en detrimento de un gris Adebayor, ingresando a Lewis Holtby por Sigurdsson, y quitando a Scott Parker para poner a Tom Huddlestone, movimiento mucho más arriesgado. Los ‘spurs’ ya no serían los mismos y a quince minutos para el final empatarían el partido con un tanto del estadounidense Clint Dempsey, tras una deliciosa asistencia con el exterior de Gareth Bale.
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