La intensidad y la pelea son dos valores importantes en el fútbol. Son los que crean la competitividad en un equipo. Con ello se consiguen salvaciones (muchos años lleva Osasuna agarrándose a este concepto) pero con ellas no se alcanza la gloria. Ni siquiera, los puestos que dan acceso a la Champions. La Real Sociedad, sin darse cuenta, se unió a la refriega farragosa que planteaba el conjunto navarro y, cuando quiso darse cuenta, ya era muy tarde para cambiar el sino del encuentro.
Comenzó el encuentro muy intenso como siempre suele ocurrir en los partidos que se disputan en el Reyno. Pamplona aprieta y eso lo notan todos los equipos, incluso los que a estas alturas de temporada se están jugando entrar en la Champions League, como es el caso del equipo dirigido excelentemente por Philippe Montanier.
El peso del partido durante la primera mitad recayó sobre las espaldas del cuadro rojillo. Un muy dinámico Armenteros flirteaba entre líneas dejándose caer de aquí para allá, sin que ni Elustondo ni Markel pudieran fijarle la marca. Bien acompañado el argentino por la profundidad en la banda izquierda de De las Cuevas, con un poco más de tino este último, y un gran trabajo de espaldas de Kike Sola. La Real esperaba agazapada ante el apabullante poderío físico que imponía el equipo navarro.
Sin embargo, el susto llegaría para la meta defendida por Andrés Fernández. Mediada la primera mitad Elustondo sacó un córner al que no llega a despejar el meta osasunista, Agirretxe remata el balón entre dos defensas y el balón lo escupe el palo izquierdo de la portería de Andrés. El balón le cae a Xabi Prieto que golpea a la pelota de primeras hacia la portería donde aparece un milagroso Andrés Fernández volviendo bajo palos. En ese instante, Osasuna perdió la valentía con la que había salido al choque sabiendo que un gol sería devastador pues no acostumbran a marcar más de uno ellos mismos.
El partido se enfrió futbolísticamente hasta el descanso aunque se calentó entre los dos conjuntos. El que se marchó más caliente al vestuario fue Arribas, después de recibir un codazo en una pugna con Agirretxe. Tan enfadado se fue al túnel que, incluso, llegó a discutir con su compañero Oier tras recibir la tarjeta amarilla de Mateu Lahoz cuando este ya había pitado el final.
Tardó en salir del vestuario Osasuna. La reprimenda de Mendilíbar a sus pupilos por la actitud ofrecida tras acabar la primera parte ha tenido que ser de aupa. Otra cosa no serán los equipos de Mendílibar pero "equipos", sí que son. El partido devino en uno mucho más táctico y tranquilo donde los equipos hacían más por no perder la colocación que por avanzar filas hacia el marco rival, esperando su oportunidad como si sólo fueran a tener una de ahí al final.
Eso debió pensar Montanier, bastante más ambicioso que Mendílibar (ni los futbolistas ni las posiciones en Liga de ambos equipos a estas alturas de Liga son anécdotas), y quitó del campo a Elustondo, clásico mediocentro, para meter al 'Chory' Castro, un jugador más creativo, de engache, último pase y gol. Con la salida del uruguayo, el conjunto 'txuri-urdin' adquirió la frescura necesaria para que sus ataques no fueran tan previsibles.
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Comenzó el encuentro muy intenso como siempre suele ocurrir en los partidos que se disputan en el Reyno. Pamplona aprieta y eso lo notan todos los equipos, incluso los que a estas alturas de temporada se están jugando entrar en la Champions League, como es el caso del equipo dirigido excelentemente por Philippe Montanier.
El peso del partido durante la primera mitad recayó sobre las espaldas del cuadro rojillo. Un muy dinámico Armenteros flirteaba entre líneas dejándose caer de aquí para allá, sin que ni Elustondo ni Markel pudieran fijarle la marca. Bien acompañado el argentino por la profundidad en la banda izquierda de De las Cuevas, con un poco más de tino este último, y un gran trabajo de espaldas de Kike Sola. La Real esperaba agazapada ante el apabullante poderío físico que imponía el equipo navarro.
Sin embargo, el susto llegaría para la meta defendida por Andrés Fernández. Mediada la primera mitad Elustondo sacó un córner al que no llega a despejar el meta osasunista, Agirretxe remata el balón entre dos defensas y el balón lo escupe el palo izquierdo de la portería de Andrés. El balón le cae a Xabi Prieto que golpea a la pelota de primeras hacia la portería donde aparece un milagroso Andrés Fernández volviendo bajo palos. En ese instante, Osasuna perdió la valentía con la que había salido al choque sabiendo que un gol sería devastador pues no acostumbran a marcar más de uno ellos mismos.
El partido se enfrió futbolísticamente hasta el descanso aunque se calentó entre los dos conjuntos. El que se marchó más caliente al vestuario fue Arribas, después de recibir un codazo en una pugna con Agirretxe. Tan enfadado se fue al túnel que, incluso, llegó a discutir con su compañero Oier tras recibir la tarjeta amarilla de Mateu Lahoz cuando este ya había pitado el final.
Tardó en salir del vestuario Osasuna. La reprimenda de Mendilíbar a sus pupilos por la actitud ofrecida tras acabar la primera parte ha tenido que ser de aupa. Otra cosa no serán los equipos de Mendílibar pero "equipos", sí que son. El partido devino en uno mucho más táctico y tranquilo donde los equipos hacían más por no perder la colocación que por avanzar filas hacia el marco rival, esperando su oportunidad como si sólo fueran a tener una de ahí al final.
Eso debió pensar Montanier, bastante más ambicioso que Mendílibar (ni los futbolistas ni las posiciones en Liga de ambos equipos a estas alturas de Liga son anécdotas), y quitó del campo a Elustondo, clásico mediocentro, para meter al 'Chory' Castro, un jugador más creativo, de engache, último pase y gol. Con la salida del uruguayo, el conjunto 'txuri-urdin' adquirió la frescura necesaria para que sus ataques no fueran tan previsibles.
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