Getty Images
Como en un combate de boxeo el partido entre Betis y Deportivo se decidió por los puntos. Los que se llevaron los béticos y los deportivistas en el último partido de la jornada 36 de Primera División. Un punto para cada equipo que ejemplifica a la perfección la lentitud con la que ambos avanzan en la clasificación. El Betis, en su empeño por jugar en competiciones europeas a final de temporada; el Deportivo en su incesante lucha por permanecer en la máxima competición española.
El primer acto tuvo la aparición de un protagonista en escena: Riki. El delantero del Deportivo de la Coruña solventó una jugada que recordó a las grandes estrellas del fútbol mundial. Regateó a dos defensas, se fue en velocidad y colocó el balón en la escuadra de la portería defendida por Adrián. El equipo gallego se ponía por delante en el marcador y el sueño de la permanencia se tocaba con la yema de los dedos. Con ese marcador el Deportivo hubiese conseguido 19 de los últimos 21 puntos en las siete jornadas jugadas con Fernando Vázquez. Pero no pudo ser.
El segundo acto se iniciaba con la aparición del antagonista bético, un hombre que sepultó las esperanzas de un Deportivo que, poco a poco, se fue desinflando a lo largo de la primera mitad. Jorge Molina aprovechó un excelente pase de Beñat, el mariscal blanquiverde, regateó a Kaká y puso el empate. Un empate que no se movería hasta que el árbitro pitase el final del partido.
A partir del gol de Jorge Molina el partido sufrió una suerte de arreones por parte de los dos equipos. Hasta el minuto 70 el Betis estaba impulsado por Cañas y Beñat, aunque no encontraba el empujón final de un segundo gol. Las bandas no funcionaban y, por si fuera poco, Perquis se lesionaba. El conjunto dirigido por Fernando Vázquez se desinflaba minuto a minuto y sólo empezó a apretar cuando el Betis dejó de creerse que la segunda mitad le pertenecía por fuerza, carácter y empuje. Dos faltas bien sacadas en ambos conjuntos pusieron nerviosos tanto a unos como a otros. Pero no en todas las obras el final es el que se espera, sino el que sucede.
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El segundo acto se iniciaba con la aparición del antagonista bético, un hombre que sepultó las esperanzas de un Deportivo que, poco a poco, se fue desinflando a lo largo de la primera mitad. Jorge Molina aprovechó un excelente pase de Beñat, el mariscal blanquiverde, regateó a Kaká y puso el empate. Un empate que no se movería hasta que el árbitro pitase el final del partido.
A partir del gol de Jorge Molina el partido sufrió una suerte de arreones por parte de los dos equipos. Hasta el minuto 70 el Betis estaba impulsado por Cañas y Beñat, aunque no encontraba el empujón final de un segundo gol. Las bandas no funcionaban y, por si fuera poco, Perquis se lesionaba. El conjunto dirigido por Fernando Vázquez se desinflaba minuto a minuto y sólo empezó a apretar cuando el Betis dejó de creerse que la segunda mitad le pertenecía por fuerza, carácter y empuje. Dos faltas bien sacadas en ambos conjuntos pusieron nerviosos tanto a unos como a otros. Pero no en todas las obras el final es el que se espera, sino el que sucede.
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