La selección española sub-20 ha vuelto a caer en cuartos de final. El eterno punto final de España, roto recientemente por la absoluta y por otras categorías nacionales, se ha reencontrado con los pupilos de Julen Lopetegui. Un partido competido, propio de unos cuartos de un Mundial, que fue resuelto por un potente cabezazo de Felipe Avenatti en el tiempo extra.
Poco duró el armisticio entre ambos combinados. Antes del cuarto de hora, tanto españoles como uruguayos ya habían dispuestos de claras ocasiones en un mano a mano constante, con alternativas, con nervio y mordiente, emulando a dos luchadores que se buscan en el centro del ring e incluso se golpeaban desde el rincón, como el intento de gol olímpico de Gerard Deulofeu que terminaba en el larguero después de una gran acción del portero.
La 'Rojita' tenía el dominio del balón. Un guión previsto que daba el papel del contragolpe a la 'celeste', quienes encontraban en la banda izquierda un hábitat natural donde poner balones al área o buscar la espalda de la zaga hispana. España aprovechaba los escasos resquicios para presentarse en el área rival con Deulofeu como principal protagonista. El primer tiempo se cerraba con un lanzamiento raso de Suso cuyo bote no sorprendía al meta De Amores.
Los siguientes 45 minutos ofrecían la misma vitalidad y mimbres, incluso con más huecos que invitaban a profundizar en el ataque. Un chut de Campaña se marchaba por poco de la escuadra y Nico López ajustaba su punto de mira. El gol era una moneda que giraba y giraba, pudiendo caer hacia cualquier lado. Máxime cuando el cansancio hacía mella y la gasolina se evaporaba, siendo los chicos de Lopetegui los que ofrecían peores sensaciones.
En este tramo, Laxalt personificó el peligro de los orientales, picando en la herida española con gran movilidad y desmarques constantes, los cuales encontraban respuesta en un remate de Jesé que no veía puerta y otro del recién incorporado Alcácer blocado por un rival. Un preámbulo para que España recuperara el dominio y el toque con un postrimero aliento, que no impedía que el final del encuentro tuviera un claro color celeste con una falta de Arrascaeta y una posterior mano de Sotres que evitaba un gol cantado antes del silbatazo.
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