Llegaba tres años tarde a la cita, pero pareció que nunca se hubiera ido. El Santiago Bernabéu se vistió con sus mejores galas para recibir a Raúl González en el Trofeo Bernabéu, dibujando una atmósfera mágica como pocas veces. En los últimos años pasaron por el coliseo blanco Bayern Múnich, Barcelona, Borussia Dortmund o Manchester United en la Champions League, pero ninguna de esas noches estuvo rodeada de la ilusión y la química que trajo consigo este amistoso contra el Al-Sadd. Hablar de Raúl son palabras mayores en el Real Madrid. Hace tiempo que se fue, pero sigue siendo un símbolo como alberga pocos en su amplísima y nutrida historia. Y el público quiso dejarlo de manifiesto, quiso brindarle su agradecimiento al ‘7’ por tantos años de alegrías. No pudo hacerlo hace tres años, y pareció haberse contenido toda esa energía para poder dispensarla como hubieran deseado entonces. Como siempre mereció Raúl.
Con el ‘7’ del Real Madrid a la espalda que le cedió un Ronaldo que lució el ‘11’ que llevará Gareth Bale a partir de los próximos días, Raúl fue objeto de numerosos homenajes antes del inicio del partido. Tras posar con todos los trofeos que conquistó de blanco, dispuestos sobre el césped, el mismo Rey de España Don Juan Carlos I fue el que le entregó una placa conmemorativa al delantero en el mismo palco. Una vuelta de honor sobre el verde ante los ochenta mil espectadores que abarrotaron el estadio merengue, para que después Iker Casillas le cediera el brazalete de capitán ante una afición que, esta vez sí en su mayoría, se rindió ante la fusión de dos emblemas del madridismo. El ‘1’ y el ‘7’, separados por el tiempo y por el trato esta noche de una mínima parte de la hinchada, pero unidos por los mismos valores, los que representaba ese lazo en el brazo con el escudo blanco. Aunque está visto que no todos lo entienden igual.
Tras los homenajes y las fotos, comenzó la que quizás fue la parte menos emocionante y emotiva de la noche. Lo que viene siendo el partido en sí. Un encuentro sin ritmo ninguno donde sólo algunos pequeños detalles trajeron la pizca de sabor. Lo hizo la actuación del propio Raúl, que comenzó el partido jugando con su equipo. Con el Real Madrid, vamos. No tiene el mismo ritmo, pero mantiene la inteligencia futbolística, el hambre y las ganas de siempre. Verle moverse por el campo sigue siendo una delicia. Y encima, pudo volver a saborear lo que es marcar con el Real Madrid. Amortiguó un pase elevado de Di María dentro del área, y chutó con la izquierda batiendo a su otro portero. Carrera al córner, pulgares a la espalda señalándose el ‘7’, y el Santiago Bernabéu rendido a sus pies. Pasan los años, pero la historia no cambia tanto.
La segunda parte trajo consigo nueve sustituciones en el Real Madrid, el cambio de equipo de Raúl (¡cómo lo notó el Al-Sadd, a todo esto!), y también, afortunadamente, algún gol más. Como el de Isco, con un plástico cabezazo a un pase medido de Carvajal. El 3-0 de Benzema desde el punto de penalti después de que Carvajal provocara la pena máxima, dando el susto de la noche a Carlo Ancelotti ante lo que parecía una lesión que luego quedaría en nada. O los dos de Jesé Rodríguez para firmar la goleada final. El primero, con un tiro seco cruzado desde el lateral del área. Y el segundo, aprovechadno el rechace a un mano a mano errado de Morata que resolvió magníficamente dejando al portero y dos defensores del cuadro catarí sentados en el suelo. Pudieron haber sido más goles, pero dio la sensación de que el Real Madrid quiso ser condescendiente con el equipo de Raúl, sabiendo lo poco que le gusta perder.
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Tras los homenajes y las fotos, comenzó la que quizás fue la parte menos emocionante y emotiva de la noche. Lo que viene siendo el partido en sí. Un encuentro sin ritmo ninguno donde sólo algunos pequeños detalles trajeron la pizca de sabor. Lo hizo la actuación del propio Raúl, que comenzó el partido jugando con su equipo. Con el Real Madrid, vamos. No tiene el mismo ritmo, pero mantiene la inteligencia futbolística, el hambre y las ganas de siempre. Verle moverse por el campo sigue siendo una delicia. Y encima, pudo volver a saborear lo que es marcar con el Real Madrid. Amortiguó un pase elevado de Di María dentro del área, y chutó con la izquierda batiendo a su otro portero. Carrera al córner, pulgares a la espalda señalándose el ‘7’, y el Santiago Bernabéu rendido a sus pies. Pasan los años, pero la historia no cambia tanto.
La segunda parte trajo consigo nueve sustituciones en el Real Madrid, el cambio de equipo de Raúl (¡cómo lo notó el Al-Sadd, a todo esto!), y también, afortunadamente, algún gol más. Como el de Isco, con un plástico cabezazo a un pase medido de Carvajal. El 3-0 de Benzema desde el punto de penalti después de que Carvajal provocara la pena máxima, dando el susto de la noche a Carlo Ancelotti ante lo que parecía una lesión que luego quedaría en nada. O los dos de Jesé Rodríguez para firmar la goleada final. El primero, con un tiro seco cruzado desde el lateral del área. Y el segundo, aprovechadno el rechace a un mano a mano errado de Morata que resolvió magníficamente dejando al portero y dos defensores del cuadro catarí sentados en el suelo. Pudieron haber sido más goles, pero dio la sensación de que el Real Madrid quiso ser condescendiente con el equipo de Raúl, sabiendo lo poco que le gusta perder.
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