La temporada se acerca y los amistosos lo son cada vez menos. Real Madrid y Chelsea han demostrado en Miami que lo de jugar a ritmo bajo y no meter la pierna es más propio de principios de julio que de mediados de agosto, más aún si hablamos de dos rivales de gran nivel y con cuentas pendientes.
El balón apareció en escena tras una semana en la que se habló demasiado de José Mourinho y Cristiano Ronaldo, y muy poco de fútbol. Los minutos previos al encuentro nos dejaron una presentación más propia de la NBA que de un amistoso. Luces, fuegos artificales y toda esa parafernalia que tanto le gusta a los americanos.
Cuando el árbitro señaló el inicio, el protagonismo se trasladó al terreno de juego. Y ahí, el Real Madrid fue superior. Intenso, vertical, directo y con una gran movilidad, el conjunto de Carlo Ancelotti superó en todo a un Chelsea que intentó hacer daño al contragolpe.
Marcelo marcó el 1-0 tras un buen pase de Luka Modric entre líneas. El brasileño le tiró un amago a Cahill y acabó batiendo a Cech con un lanzamiento al palo largo. Poco le duró la alegría al Real Madrid, ya que Ramires aprovechó un grave error de Pepe y Sergio Ramos para plantarse ante Iker Casillas y batirlo con un remate picado.
Todo cambió a raíz del 1-1. El Chelsea desapareció por completo y Cristiano Ronaldo tomó las riendas para ajustar cuentas pendientes y demostrar que está a otro nivel. Se echó el equipo a la espalda, apareciendo por izquierda y por derecha, desbordando, siendo descarado y atacando siempre las debilidades del rival.
El portugués anotó el 2-1 con un magistral lanzamiento de falta. En su celebración soltó rabia y reivindicación. Después del descanso, conectó un espectacular cabezazo para firmar el 3-1. Medio gol le pertenece a Isco, que regaló una deliciosa asistencia centrando desde la izquierda.
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El balón apareció en escena tras una semana en la que se habló demasiado de José Mourinho y Cristiano Ronaldo, y muy poco de fútbol. Los minutos previos al encuentro nos dejaron una presentación más propia de la NBA que de un amistoso. Luces, fuegos artificales y toda esa parafernalia que tanto le gusta a los americanos.
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Todo cambió a raíz del 1-1. El Chelsea desapareció por completo y Cristiano Ronaldo tomó las riendas para ajustar cuentas pendientes y demostrar que está a otro nivel. Se echó el equipo a la espalda, apareciendo por izquierda y por derecha, desbordando, siendo descarado y atacando siempre las debilidades del rival.
El portugués anotó el 2-1 con un magistral lanzamiento de falta. En su celebración soltó rabia y reivindicación. Después del descanso, conectó un espectacular cabezazo para firmar el 3-1. Medio gol le pertenece a Isco, que regaló una deliciosa asistencia centrando desde la izquierda.
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