La décima participación europea en la historia del Betis se inició el pasado 22 de agosto, en la República Checa, ante el Jablonec. En la previa, Pepe Mel lanzó un brindis al sol y no dudó en afirmar que el Betis era un grande de España y que, por ello, su obligación no era otra sino llegar lo más lejos posible en Europa. Las palabras se fueron esfumando con el viento, algo raro tratándose del madrileño, a la par que el técnico iba prestando máxima atención a la Liga y desafortunada improvisación a la Europa League: en cinco partidos, no ha repetido once y ha alineado un total de 25 jugadores. No existe guion sólido. En el partido ante el Lyon, el entrenador bético introdujo diez cambios con respecto al once que había alineado en Liga ante el Valencia el fin de semana. Ante el Rijeka fueron nueve las variaciones con la alineación que dispuso para ganar al Villarreal en el partido liguero anterior.
Dejando aparte el playoff ante el débil Jablonec checo, los números en ataque son desoladores: dos goles en tres partidos. El dato en Liga no desmerece: 11 goles en 12 jornadas, los cuatro últimos a balón parado. El Betis es un equipo voluntarioso que gusta del juego bonito, pero, a la hora de finalizar, tiene la misma puntería que un niño pequeño orinando por primera vez en un retrete: lo echa casi todo fuera. Este jueves (21:05, en Cuatro) tampoco podrá jugar Rubén Castro, el encargado del gol, cuya reincidente lesión hace ya tiempo que se siente devastadora.
El Betis saltará al estadio Dom Alfonso Henriques con la conciencia vapuleando su interior por la situación liguera: antepenúltimo y con dos victorias de doce posibles, los fantasmas del descenso iniciaron su persecución desde el inicio de la temporada, encontraron su apogeo en la semana de Halloween, que acabó con derrota ante el Málaga en el último suspiro, y amenazan con deshacer las maletas y prolongar su estancia. Para colmo de males, la enfermería bética vive un colapso continuo que ríanse ustedes del Metro en hora punta. Ante las bajas por lesión de Paulao, Amaya, Perquis, Salva Sevilla, Vilarchao, Lolo Reyes y Rubén Castro, y las de Chica y Matilla, que no están inscritos en la competición, Pepe Mel ha tenido que incluir en la lista de 20 (de la que se caerán dos antes del partido) a tres jugadores del filial: Pedro López (portero), José Antonio Caro (central) y Sergio Rodríguez (extremo). Entre tanto contratiempo, pues, en el Villamarín no están para el disfrute que se presuponía que iba a ser el jugar la Europa League. El Betis llega a esta altura de la fiesta europea más pensando en la resaca que dejará una copa más que de disfrutar el momento. Una pena. La noche, como las competiciones europeas para un club como el verdiblanco, es joven, pero también fugaz… y efímera.
La mala situación liguera, sin embargo, no es óbice para no ver la realidad que viven los andaluces en la Europa League. Sin una trayectoria perfecta, lideran el Grupo I y una victoria supondría un paso de gigante para acceder la siguiente ronda. El Betis está al frente del grupo con 5 puntos, los mismos que el Lyon, y con uno más que el Vitoria de Guimaraes, al que ya ganó en Sevilla (1-0, gol de Vadillo) y al que puede dejar prácticamente sin opciones.
El equipo portugués llega tras perder 1-0 ante el Gil Vicente y está en tierra de nadie, justo en mitad de la tabla, de la Liga portuguesa. Una presa asequible para un Betis que siempre apuesta por el ataque y que, aunque la Liga no le deja el cuerpo para fiestas, bien podría pensar en Portugal aquello de que a nadie le amarga un dulce. Y jugar en Europa, lo es. Fuente goal.com
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Dejando aparte el playoff ante el débil Jablonec checo, los números en ataque son desoladores: dos goles en tres partidos. El dato en Liga no desmerece: 11 goles en 12 jornadas, los cuatro últimos a balón parado. El Betis es un equipo voluntarioso que gusta del juego bonito, pero, a la hora de finalizar, tiene la misma puntería que un niño pequeño orinando por primera vez en un retrete: lo echa casi todo fuera. Este jueves (21:05, en Cuatro) tampoco podrá jugar Rubén Castro, el encargado del gol, cuya reincidente lesión hace ya tiempo que se siente devastadora.
El Betis saltará al estadio Dom Alfonso Henriques con la conciencia vapuleando su interior por la situación liguera: antepenúltimo y con dos victorias de doce posibles, los fantasmas del descenso iniciaron su persecución desde el inicio de la temporada, encontraron su apogeo en la semana de Halloween, que acabó con derrota ante el Málaga en el último suspiro, y amenazan con deshacer las maletas y prolongar su estancia. Para colmo de males, la enfermería bética vive un colapso continuo que ríanse ustedes del Metro en hora punta. Ante las bajas por lesión de Paulao, Amaya, Perquis, Salva Sevilla, Vilarchao, Lolo Reyes y Rubén Castro, y las de Chica y Matilla, que no están inscritos en la competición, Pepe Mel ha tenido que incluir en la lista de 20 (de la que se caerán dos antes del partido) a tres jugadores del filial: Pedro López (portero), José Antonio Caro (central) y Sergio Rodríguez (extremo). Entre tanto contratiempo, pues, en el Villamarín no están para el disfrute que se presuponía que iba a ser el jugar la Europa League. El Betis llega a esta altura de la fiesta europea más pensando en la resaca que dejará una copa más que de disfrutar el momento. Una pena. La noche, como las competiciones europeas para un club como el verdiblanco, es joven, pero también fugaz… y efímera.
La mala situación liguera, sin embargo, no es óbice para no ver la realidad que viven los andaluces en la Europa League. Sin una trayectoria perfecta, lideran el Grupo I y una victoria supondría un paso de gigante para acceder la siguiente ronda. El Betis está al frente del grupo con 5 puntos, los mismos que el Lyon, y con uno más que el Vitoria de Guimaraes, al que ya ganó en Sevilla (1-0, gol de Vadillo) y al que puede dejar prácticamente sin opciones.
El equipo portugués llega tras perder 1-0 ante el Gil Vicente y está en tierra de nadie, justo en mitad de la tabla, de la Liga portuguesa. Una presa asequible para un Betis que siempre apuesta por el ataque y que, aunque la Liga no le deja el cuerpo para fiestas, bien podría pensar en Portugal aquello de que a nadie le amarga un dulce. Y jugar en Europa, lo es. Fuente goal.com
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