El nuevo Milan de Clarence Seedorf sigue teniendo las mismas virtudes y los mismos defectos mostrados el pasado domingo en partido de liga ente el Hellas Verona. El equipo es más ofensivo, tiene más control del balón y sitúa a varios hombres por delante de la línea del centro del campo, aunque eso le crea algunos problemas.
El Milan volvió a salir plenamente concentrado y presentando una tarjeta de visita de lo más positiva, arrollando al Udinese en los primeros 15 minutos, en los que consiguió abrir el marcador. En un contraataque llevado por Balotelli, Kaká abrió el balón para el centro de Birsa y el posterior remate del ‘45’, que resolvió en el área pequeña. El conjunto local siguió con la posesión, intentando crear sin prisa, aunque tras el primer cuarto de hora el equipo de Seedorf empezó a cometer errores en la entrega, el desmarque y el movimiento de futbolistas, que sumados a una colocación defensiva demasiado abierta facilitó los ataques rivales. En uno de ellos, Emanuelson arrolló a Widmer en el interior del área y Muriel se encargó de transformar el penalti que ponía el 1-1 en el marcador.
Al equipo milanista se le vio cansado. No está acostumbrado a mantener una presión alta y un nivel de ataque tan exigente como el que predica Seedorf y, en cuatro días, la forma de jugar se ha cambiado radicalmente, con lo cual la fatiga se pudo hacer presente. El segundo tiempo fue una locura. Muchísimas imprecisiones, en el pase corto, en la entrega larga, en los despejes defensivos, los intentos de ocasión. En resumen, unos segundos 45 minutos sin control, ni respiro, en los que el Udinese se aprovechó. Pudo marcar el segundo en varias llegadas, pero lo hizo finalmente en el minuto 32, tras un contraataque propiciado por un error en la entrega y una definición perfecta del uruguayo Nico López.
Sigue faltando mucho, mucho que trabajar para el nuevo entrenador, mucho que cambiar y mucho que mejorar. El Milan no puede seguir así. La construcción está clara, pero el edificio no puede alzarse sin una base sólida. Hoy, el equipo rossonero tiró por la borda la oportunidad de llegar a las semifinales de Coppa y plantarse a una hipotética final que le podría haber dado el acceso a Europa. Fuente goal.com
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Al equipo milanista se le vio cansado. No está acostumbrado a mantener una presión alta y un nivel de ataque tan exigente como el que predica Seedorf y, en cuatro días, la forma de jugar se ha cambiado radicalmente, con lo cual la fatiga se pudo hacer presente. El segundo tiempo fue una locura. Muchísimas imprecisiones, en el pase corto, en la entrega larga, en los despejes defensivos, los intentos de ocasión. En resumen, unos segundos 45 minutos sin control, ni respiro, en los que el Udinese se aprovechó. Pudo marcar el segundo en varias llegadas, pero lo hizo finalmente en el minuto 32, tras un contraataque propiciado por un error en la entrega y una definición perfecta del uruguayo Nico López.
Sigue faltando mucho, mucho que trabajar para el nuevo entrenador, mucho que cambiar y mucho que mejorar. El Milan no puede seguir así. La construcción está clara, pero el edificio no puede alzarse sin una base sólida. Hoy, el equipo rossonero tiró por la borda la oportunidad de llegar a las semifinales de Coppa y plantarse a una hipotética final que le podría haber dado el acceso a Europa. Fuente goal.com
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