Los cambios de entrenador en cualquier club provocan esperanza y fe, se esperan prometedores resultados merced a las nuevas ideas futbolísticas y el influjo de energía proporcionado por el técnico recién llegado. Todo ello bajo la idea de comenzar toda la plantilla con las mismas oportunidades. El Real Betis sustituyó al idolatrado Pepe Mel por Juan Carlos Garrido en un fallido intento de remontar el vuelo, una mala apuesta que ha desestabilizado todavía más a la entidad con desesperanza e inseguridad, condenando en un mes al míster valenciano y al conjunto verdiblanco.
Las salidas de Stosic y Garrido sirvieron de sacrificio para la hastiada multitud del Benito Villamarín, la cual pedía la cabeza de ambos. El relevo ha sorprendido a propios y extraños con un hombre conocido en el conjunto de las trece barras pero que se escapaba de las quinielas de candidatos. Un ex jugador que pretende enamorar a la afición e implicarla en el proyecto desde su conocimiento de la casa.
Calderón disputó cuatro temporadas como verdiblanco, suficiente espacio de tiempo para haberse hecho un hueco en la memoria del seguidor, huérfano de un referente con pasado bético al mando del plantel. La tarea que tiene por delante no es fácil: quedan 18 jornadas de Liga y el Betis sólo lleva 11 puntos, a 8 de la salvación. Ahora mismo en poder de Almería y Celta.
Los celestes, por su lado, no querían sufrir en esta campaña considerada de asentamiento, después de librarse del descenso en el último suspiro del pasado curso. El proyecto de Luis Enrique está funcionando a ratos en juego y de manera pobre en resultados con una preocupante intermitencia que los impide soltar lastre respecto al pozo de la tabla. Un puesto que lleva el nombre del Real Betis desde hacia varias fechas. Un estigma difícil de quitar.
La delgada línea entre permanecer en Primera y caer a Segunda ha quedado marcada en los últimos años con una horquilla que oscila los 37 puntos -en la 2012/13 y 2009/10- y los 44 -en la temporada 2010-11-. Cifras lejanas a los números que exhiben ahora Celta y Betis en el casillero, víctimas de la nula contundencia andaluza fuera de su estadio -no ha vencido a domicilio- y la escasa autoridad de los olívicos en Vigo -sólo dos triunfos en casa-.
El duelo de Balaídos va a ser clave en ese aspecto, un partido de los llamados de seis puntos por tratarse de un enfrentamiento entre dos rivales directos que quieren usar a su contrincante de acicate, de estímulo para cambiar la trayectoria en una competición liguera que si el tiempo y la distancia no lo evita, volverán a encontrarse en la tabla clasificatoria. Fuente goal.com
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Las salidas de Stosic y Garrido sirvieron de sacrificio para la hastiada multitud del Benito Villamarín, la cual pedía la cabeza de ambos. El relevo ha sorprendido a propios y extraños con un hombre conocido en el conjunto de las trece barras pero que se escapaba de las quinielas de candidatos. Un ex jugador que pretende enamorar a la afición e implicarla en el proyecto desde su conocimiento de la casa.
Calderón disputó cuatro temporadas como verdiblanco, suficiente espacio de tiempo para haberse hecho un hueco en la memoria del seguidor, huérfano de un referente con pasado bético al mando del plantel. La tarea que tiene por delante no es fácil: quedan 18 jornadas de Liga y el Betis sólo lleva 11 puntos, a 8 de la salvación. Ahora mismo en poder de Almería y Celta.
Los celestes, por su lado, no querían sufrir en esta campaña considerada de asentamiento, después de librarse del descenso en el último suspiro del pasado curso. El proyecto de Luis Enrique está funcionando a ratos en juego y de manera pobre en resultados con una preocupante intermitencia que los impide soltar lastre respecto al pozo de la tabla. Un puesto que lleva el nombre del Real Betis desde hacia varias fechas. Un estigma difícil de quitar.
La delgada línea entre permanecer en Primera y caer a Segunda ha quedado marcada en los últimos años con una horquilla que oscila los 37 puntos -en la 2012/13 y 2009/10- y los 44 -en la temporada 2010-11-. Cifras lejanas a los números que exhiben ahora Celta y Betis en el casillero, víctimas de la nula contundencia andaluza fuera de su estadio -no ha vencido a domicilio- y la escasa autoridad de los olívicos en Vigo -sólo dos triunfos en casa-.
El duelo de Balaídos va a ser clave en ese aspecto, un partido de los llamados de seis puntos por tratarse de un enfrentamiento entre dos rivales directos que quieren usar a su contrincante de acicate, de estímulo para cambiar la trayectoria en una competición liguera que si el tiempo y la distancia no lo evita, volverán a encontrarse en la tabla clasificatoria. Fuente goal.com
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