El Real Valladolid consiguió una vital victoria ante el Villarreal (1-0) en un encuentro que no pasará a la historia por ser el mejor pero donde la agresividad y la emoción fueron las protagonistas hasta el pitido final. Con este triunfo, los locales terminan con una racha de cuatro encuentros sin ganar y les sirve para tomar oxígeno en la lucha por evitar el descenso. Por su parte, los castellonenses vuelven a sucumbir en Liga después de tres victorias consecutivas y pueden ver como el Athletic Club, cuarto clasificado, se aleja si gana ante Osasuna este domingo.
Comenzó el duelo con los pucelanos arrimando el hombro y apostando por la valentía para ser profundos en el terreno de juego. Sin sentirse atosigado, el conjunto amarillo no encontraba la lucidez y eso ya era suficiente incomodo. Aun así, lejos de la iniciativa de los locales, la continuidad brillaba por su ausencia en la cita y el juego se basaba en simples chispazos sin un rumbo claro. Entre tanta aspereza e imprecisión, el balón deambulaba por el campo sin un dueño claro y ninguno de los dos equipos se decidía a asumir el mando. Con la ausencia de espacios para dar rienda suelta a la brillantez, los primeros 25 minutos se esfumaban sin un dominador y paupérrimo en ocasiones de gol. No era extraño ver algunos bostezos en una grada de Zorrilla tan fría como el devenir del partido.
Sin ningún disparo entre los tres palos, el duelo resultaba un suplicio entre dos conjuntos encabezonados con utilizar como recurso el balón en largo pero sin soltura ni agilidad en las segundas jugadas. Desaparecido Tomás Pina y Bruno Soriano en la medular, el Villarreal no encontraba el mecanismo de sorprender en el ataque frente a un Valladolid que ponía más corazón que cabeza y donde ni Óscar ni Javi Guerra sabían la forma de crear peligro sobre la meta de un Sergio Asenjo apenas inquietado. Tan estáticos y tan parecidos un equipo al otro, el desequilibrio llegó a balón parado tras un lanzamiento lateral de falta de Fausto Rosi y un impecable remate de cabeza de Jesús Rueda que ponía por delante a los de Juan Ignacio Martínez (1-0). Era el gol de la confianza, el de la tranquilidad antes del descanso.
Tras el parón, los groguets trataron de espabilar con la necesidad de meterse en el partido cuanto antes. No había otro remedio para un Villarreal desconocido y que resultaba vulnerable sin la posesión a su favor. Por ello, Marcelino García Toral optó por introducir a Jonathan Pereira y a Manu Trigueros para dar frescura a los suyos y ganar aplomo sobre el césped. Se echaba de menos verticalidad y velocidad en un cuadro visitante asfixiado ante la presión del contrario. Muestra de la espesura para hilvanar jugadas de peligro, Jérémy Perbet ingresó en la cita en detrimento de un desaparecido y flojo Giovani dos Santos. Avanzaban los minutos y los pucelanos se sentían cobijados por el resultado, pero sin resultar brillantes aunque sí molestos para el oponente.
Sin lograr los cambios demasiado efecto, los castellonenses se desesperaban según avanzaba el reloj. Concienciados del traspié en la lucha por los puestos Champions, apretaron el acelerador con un objetivo claro: lograr el empate. En medio de tan buenas intenciones pero sin apenas ocasiones, un pase de escuadra y cartabón de Manu Trigueros posibilitó que Uche se quedarara en solitario frente a un Diego Mariño que estuvo atento para desbaratar la firma de tablas. El duelo se empezaba a partir y el ida y vuelta empezaba a ser el protagonista. A pesar del ímpetu, los de Marcelino García Toral se toparon con un oponente serio en lo táctico y que resucita su ánimo con este triunfo balsámico.Fuente goal.com
COMENTARIO REGISTRATE en Mundo-deportes, pide nick y contraseña y correo por ello no recibirás publicidad y es gratis, no olvidar dejar un mensaje en el foro para que se active el registro.
http://www.mundo-deportes.com/
Comenzó el duelo con los pucelanos arrimando el hombro y apostando por la valentía para ser profundos en el terreno de juego. Sin sentirse atosigado, el conjunto amarillo no encontraba la lucidez y eso ya era suficiente incomodo. Aun así, lejos de la iniciativa de los locales, la continuidad brillaba por su ausencia en la cita y el juego se basaba en simples chispazos sin un rumbo claro. Entre tanta aspereza e imprecisión, el balón deambulaba por el campo sin un dueño claro y ninguno de los dos equipos se decidía a asumir el mando. Con la ausencia de espacios para dar rienda suelta a la brillantez, los primeros 25 minutos se esfumaban sin un dominador y paupérrimo en ocasiones de gol. No era extraño ver algunos bostezos en una grada de Zorrilla tan fría como el devenir del partido.
Sin ningún disparo entre los tres palos, el duelo resultaba un suplicio entre dos conjuntos encabezonados con utilizar como recurso el balón en largo pero sin soltura ni agilidad en las segundas jugadas. Desaparecido Tomás Pina y Bruno Soriano en la medular, el Villarreal no encontraba el mecanismo de sorprender en el ataque frente a un Valladolid que ponía más corazón que cabeza y donde ni Óscar ni Javi Guerra sabían la forma de crear peligro sobre la meta de un Sergio Asenjo apenas inquietado. Tan estáticos y tan parecidos un equipo al otro, el desequilibrio llegó a balón parado tras un lanzamiento lateral de falta de Fausto Rosi y un impecable remate de cabeza de Jesús Rueda que ponía por delante a los de Juan Ignacio Martínez (1-0). Era el gol de la confianza, el de la tranquilidad antes del descanso.
Tras el parón, los groguets trataron de espabilar con la necesidad de meterse en el partido cuanto antes. No había otro remedio para un Villarreal desconocido y que resultaba vulnerable sin la posesión a su favor. Por ello, Marcelino García Toral optó por introducir a Jonathan Pereira y a Manu Trigueros para dar frescura a los suyos y ganar aplomo sobre el césped. Se echaba de menos verticalidad y velocidad en un cuadro visitante asfixiado ante la presión del contrario. Muestra de la espesura para hilvanar jugadas de peligro, Jérémy Perbet ingresó en la cita en detrimento de un desaparecido y flojo Giovani dos Santos. Avanzaban los minutos y los pucelanos se sentían cobijados por el resultado, pero sin resultar brillantes aunque sí molestos para el oponente.
Sin lograr los cambios demasiado efecto, los castellonenses se desesperaban según avanzaba el reloj. Concienciados del traspié en la lucha por los puestos Champions, apretaron el acelerador con un objetivo claro: lograr el empate. En medio de tan buenas intenciones pero sin apenas ocasiones, un pase de escuadra y cartabón de Manu Trigueros posibilitó que Uche se quedarara en solitario frente a un Diego Mariño que estuvo atento para desbaratar la firma de tablas. El duelo se empezaba a partir y el ida y vuelta empezaba a ser el protagonista. A pesar del ímpetu, los de Marcelino García Toral se toparon con un oponente serio en lo táctico y que resucita su ánimo con este triunfo balsámico.Fuente goal.com
COMENTARIO REGISTRATE en Mundo-deportes, pide nick y contraseña y correo por ello no recibirás publicidad y es gratis, no olvidar dejar un mensaje en el foro para que se active el registro.
http://www.mundo-deportes.com/