Unicaja - Real Madrid
El Real Madrid conquistó el Martín Carpena, entregado como en sus mejores tiempos, y se metió en la final de la Liga Endesa, la tercera consecutiva tras otro partido muy parejo ante el Unicaja, indomable, que ha vuelto al primer plano. Los puntos de Llull y Felipe Reyes (22 cada uno, casi la mitad de su equipo) fueron decisivos en un encuentro caliente y áspero (y muy mal arbitrado) que se decidió en la prórroga tras fallar Rudy la última bola para ganar.
Laso metió a Slaughter en el cinco inicial buscando la intensidad perdida. Marcus metió la primera canasta de la noche y se lesionó en el tobillo. Duró 30 segundos la apuesta. Mirotic, damnificado o señalado (como lo quieran ver), salió desde el banco.
El Madrid, por primera vez en Málaga, se puso a defender. Y dominaba el rebote, un suceso extraordinario en la eliminatoria. Era un equipo más equilibrado con la aportación de Bourousis. El trabajo de Rudy (cinco puntos y seis rebotes) le daba la primera ventaja en toda la serie al final del primer cuarto (17-24). El Unicaja había perdido el paso al principio. Plaza apostó por Stimac. Fran Vázquez, ogro del equipo blanco, había salido en el minuto cinco y sólo el acierto de Toolson (ocho puntos) aparecía entre los activos de un equipo que por primera vez no dominaba el encuentro.
El Madrid, que defendía bien, se estiró hasta los 11 puntos de renta en el segundo parcial con una canasta de Felipe. Después Plaza pidió un tiempo muerto, el Carpena apretó y el Unicaja se levantó. El desconcierto arbitral (una canasta mal anulada a Sergio, una técnica a Plaza por invadir la cancha como si fuera el único que lo hace, faltas no señaladas en la zona local) le pasó más factura al equipo blanco. El Unicaja encontró en Canner-Medley un salvavidas. Recuperó su pujanza en el rebote ofensivo y dos triples del ala-pívot norteamericano le acercaban al descanso (35-37).
La temperatura subió en el tercer cuarto. Felipe, novedad, aparecía en el cinco del Madrid y fue provindencial porque se erigió en el líder de su equipo con ocho puntos.
El partido parecía haber superado a los árbitros, devorados, y se movía en distancias muy cortas. El equipo de Laso, técnico que vio una técnica (harto del tono arbitral, se intuye), dominaba pero el Unicaja resistía. Nada estaba decidido (56-57).
Sin jugar como al principio del partido, el Madrid se encontró con lo que en otra época le daba Carroll: puntos en muy poco tiempo. Anotó cuatro seguidos para devolver la iniciativa a su equipo. Después su ignición le llevó a meter un triple que daba un colchón apreciable al equipo blanco (59-65). Unicaja, admirable en su deseo, siguió empujando gracias al corazón de Carlos Suárez, revitalizado en esta eliminatoria. Mejri, casi inédito por lesión en la serie, también se hizo notar.
Pero el Madrid, pese al empuje de Llull, no es el equipo que era. Desperdició siete puntos de renta, gestionó muy mal los últimos minutos y para terminar de pifiarla Rudy no jugó bien la última posesión. Un triple de nueve metros no es la mejor opción. Prórroga, como en el primer partido.
Y apareció Llull, el jugador que ha emergido después de su pésima noche en Milán y que no falla. Desequilibró el tiempo extra con sus puntos, con triples y penetraciones.
El trabajo de Felipe hizo el resto. Entre los dos habían metido 44 puntos. El Unicaja se rendía mientras su afición se ponía en pie para despedir a un equipo que peleó hasta el final y que definitivamente se ha rehabilitado. El premio gordo, sin embargo, era para el Madrid. Fuente marca.com
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