New York Knicks 80 - 104 Chicago Bulls
Chicago arrancó de una manera estupenda la NBA, con una paliza a un viejo rival (80-104). Si la crítica le da como aspirante al anillo, nada mejor que empezar a demostrarlo en el mejor escaparate del baloncesto en el mundo: el Madison. Los Bulls ridiculizaron a los Knicks, muy por hacer, dominando desde el final del primer cuarto gracias a su enorme juego interior. Pau Gasol, como en sus mejores días, hizo una gran faena: 21+11 rebotes. Mirotic podrá decir que debutó con un triunfo. Firmó cinco puntos en el día que volvió Rose a jugar para enterrar su lesión y Fisher se estrenó, y se estrelló, en los banquillos.
El inicio mintió. Los Bulls perdieron seis balones en los primeros diez minutos. Resultó algo así como una invitación para que hubiera fiesta en el Madison y los Knicks pensaran que tenían opciones. New York dominó con sus titulares con Stoudemire resolutivo, ensayó el triángulo, pero las rotaciones rompieron cualquier esquema porque apenas hay banquillo. Los Bulls se enderezaron con Brooks y Gibson. Thibodeau sentó a Rose y Noah porque no es un hombre para las contemplaciones. Pau Gasol también parecía algo perdido hasta que se encontró y acabó el cuarto con ocho puntos y cuatro rebotes (20-24).
Los Bulls se estiraron mucho más en el segundo cuarto porque tiene buenos suplentes. Sus novatos son un tesoro. McDermott se emplea en defensa y es una amenaza furibunda en ataque. Su reputación de anotador en la NCAA con Creighton, el quinto máximo encestador en la historia de la competición con 3.150 puntos, no se detendrá en la NBA.
Mirotic debutó y eso ya fue un acontecimiento. El ala-pívot logró un triple sobre la bocina en su primer tiro. Apenas intentó nada más. No le llegó ningún balón más. En América es un jugador más perimetral que en Europa, pero tiene talento para rendir bien, aunque dependerá en exceso del acierto, del día que tenga. Los Knicks se vieron 15 abajo (34-49). Se habían olvidado de la geometría. Fisher tampoco intentó nada salvo sacar a los titulares que pararon algo la sangría, pese a la canasta postrera de Pau (43-53, descanso).
Brooks y Gibson la tocaron otra vez en el tercer cuarto. Pau seguía entonado. Anotó 11 puntos en el tercer periodo, que acabó con 21 tantos y 10 rebotes. La superioridad en la pintura de los Bulls fue insultante para los Knicks, entregados a Carmelo en ataque y frágiles para contener a su rival, que poco a poco amplió sus ventajas (54-74, min. 32). El partido corría peligro de convertirse en un intercambio de canastas. La victoria ya tenía apellido. Lo fue hasta el final, con los Bulls gustándose y los Knicks, desquiciados sin Calderón, que fue baja, terminaron escuchando pitos desde la grada.
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