«El míster es muy exigente. Bueno, él solo no; los demás, también», confesaba en el mes de agosto un destacado jugador de la plantilla para valorar al entrenador del Málaga, Jesualdo Ferreira. En el grupo ha calado la forma de trabajar del luso y de los tres compatriotas que lo acompañan en el plano técnico, y por eso no resulta extraño que el claro triunfo obtenido el domingo en Zaragoza fuera analizado en la mañana de ayer con detalle por todos ellos para incidir en los errores cometidos.
Ferreira y sus tres ayudantes (José Gomes, el ex guardameta Nuno y Rui Silva) forman un grupo de trabajo muy cohesionado en el que cada uno tiene delimitadas sus funciones. En ese aspecto el Málaga no ha perdido un ápice. Aquella sensación de unidad que transmitía el cuerpo técnico tanto en las dos etapas de Juan Ramón Muñiz como en el año de 'transición' con Antonio Tapia se mantiene y acaba por trasladarse a una plantilla en la que, a pesar de las diferencias de nacionalidad, idioma y cultura, sí se observa también una notable homogeneidad.
El claro triunfo de La Romareda apenas permitió ver sonrisas y, mucho menos, euforia. En el viaje de vuelta quedó patente que los jugadores son conscientes de que la temporada acaba de arrancar y que, igual que todos le quitaron hierro a la derrota en el estreno -recalcan además quién estaba enfrente, el tercero de la última Liga, el Valencia-, el éxito en Zaragoza y los cinco goles en poco más de media hora suponen simplemente una página más en un campeonato que se intuye complicado y competitivo.«Todos los partidos no nos van a salir tan de cara como este».
Ferreira y sus tres ayudantes (José Gomes, el ex guardameta Nuno y Rui Silva) forman un grupo de trabajo muy cohesionado en el que cada uno tiene delimitadas sus funciones. En ese aspecto el Málaga no ha perdido un ápice. Aquella sensación de unidad que transmitía el cuerpo técnico tanto en las dos etapas de Juan Ramón Muñiz como en el año de 'transición' con Antonio Tapia se mantiene y acaba por trasladarse a una plantilla en la que, a pesar de las diferencias de nacionalidad, idioma y cultura, sí se observa también una notable homogeneidad.
El claro triunfo de La Romareda apenas permitió ver sonrisas y, mucho menos, euforia. En el viaje de vuelta quedó patente que los jugadores son conscientes de que la temporada acaba de arrancar y que, igual que todos le quitaron hierro a la derrota en el estreno -recalcan además quién estaba enfrente, el tercero de la última Liga, el Valencia-, el éxito en Zaragoza y los cinco goles en poco más de media hora suponen simplemente una página más en un campeonato que se intuye complicado y competitivo.«Todos los partidos no nos van a salir tan de cara como este».