A la sexta llegó el primer tropezón del Chelsea. El Manchester City por fin sacó a la luz su inmenso potencial y derrotó a los blues con un gran gol a la contra de su bestia negra, el Apache Tévez, que ya suma seis tantos ante los londinenses. Silva y Yaya Touré fueron lo más destacado de un City que puede empezar a soñar con ser un grande de los de verdad.
Ambos equipos se presentaban en el City of Manchester con la intención de olvidar sus batacazos en la Curling Cup. Con ese deseo y el de no descolgarse definitivamente de la lucha por la Premier, el City salió a por todas, dominando y buscando las cosquillas a un Chelsea que sólo había recibido un gol hasta el momento.
Silva y Milner dirigieron la ofensiva de los millonarios desde las bandas, acompañados por un desconocido y sorprendente Zabaleta, pero los de Mancini apenas consiguieron poner en apuros a un Cech que fue un espectador de lujo en los primeros 45 minutos. Al igual que Hart. Pese a las pocas ocasiones que llevarse a la boca, la Premier no defraudó.
Tanto City como Chelsea ofrecieron una primera parte de ida y vuelta, sin previo paso por el centro del campo. Los equipos estaban respondiendo a las expectativas y sólo hacía falta esperar para que llegase el gol. Era cuestión de tiempo. Ivanovic se topó con el palo al filo del descanso. El Chelsea estaba en su salsa.
El descanso calmó los ánimos. Ni Chelsea ni City quisieron arriesgar más de lo necesario hasta que un robo de balón de un inconmensurable Yaya Touré llegó a los pies de Tévez en el centro del campo. El Apache puso la directa y, ayudado por un desmarque muy inteligente de Silva, ajustició al Cech con un gran disparo cruzado.
El gol lo cambió todo. Los de Ancelotti se fueron a por el gol del empate a la desesperada, mientras que el City esperó en su guarida una nueva contra que sentenciase el partido. Al final no llegó ni una cosa ni la otra. Los blues, sin Lampard en el campo, son sólo una roca inmóvil incapaz de adaptarse a las distintas variantes de esta cosa llamada fútbol.
Para colmo de males, Ancelotti sacó su vena italiana a relucir y retiró del campo a Drogba, la única esperanza a la que realmente podía agarrarse ante un City que se creció ante su hinchada. El City of Manchester rugió más que nunca, y con razón. Su equipo mostró carácter y argumentos, además de empezar a entender el fútbol de David Silva. Y eso son palabras mayores.[u]
Ambos equipos se presentaban en el City of Manchester con la intención de olvidar sus batacazos en la Curling Cup. Con ese deseo y el de no descolgarse definitivamente de la lucha por la Premier, el City salió a por todas, dominando y buscando las cosquillas a un Chelsea que sólo había recibido un gol hasta el momento.
Silva y Milner dirigieron la ofensiva de los millonarios desde las bandas, acompañados por un desconocido y sorprendente Zabaleta, pero los de Mancini apenas consiguieron poner en apuros a un Cech que fue un espectador de lujo en los primeros 45 minutos. Al igual que Hart. Pese a las pocas ocasiones que llevarse a la boca, la Premier no defraudó.
Tanto City como Chelsea ofrecieron una primera parte de ida y vuelta, sin previo paso por el centro del campo. Los equipos estaban respondiendo a las expectativas y sólo hacía falta esperar para que llegase el gol. Era cuestión de tiempo. Ivanovic se topó con el palo al filo del descanso. El Chelsea estaba en su salsa.
El descanso calmó los ánimos. Ni Chelsea ni City quisieron arriesgar más de lo necesario hasta que un robo de balón de un inconmensurable Yaya Touré llegó a los pies de Tévez en el centro del campo. El Apache puso la directa y, ayudado por un desmarque muy inteligente de Silva, ajustició al Cech con un gran disparo cruzado.
El gol lo cambió todo. Los de Ancelotti se fueron a por el gol del empate a la desesperada, mientras que el City esperó en su guarida una nueva contra que sentenciase el partido. Al final no llegó ni una cosa ni la otra. Los blues, sin Lampard en el campo, son sólo una roca inmóvil incapaz de adaptarse a las distintas variantes de esta cosa llamada fútbol.
Para colmo de males, Ancelotti sacó su vena italiana a relucir y retiró del campo a Drogba, la única esperanza a la que realmente podía agarrarse ante un City que se creció ante su hinchada. El City of Manchester rugió más que nunca, y con razón. Su equipo mostró carácter y argumentos, además de empezar a entender el fútbol de David Silva. Y eso son palabras mayores.[u]