CELTA 2-LAS PALMAS 0
El tópico de que en el fútbol solo juegan once quedó ayer derrumbado. Y es que los tres futbolistas celestes que entraron de refresco desde el banquillo en la segunda parte dieron una lección de cómo revolucionar un partido en tan poco tiempo. El Celta tenía el choque controlado, pero la mínima ventaja hizo que Las Palmas llegase con esperanzas hasta el tramo final del encuentro.
A los canarios les debió afectar el largo viaje, porque salieron algo apáticos al terreno de juego. Sólo Javi Guerrero dio un pequeño susto a la parroquia viguesa al marcar en los primeros minutos, pero su tanto fue bien anulado porque estaba en fuera de juego. Poco después llegó el gran regalo que pudo decidir el partido. De Lucas se internó por la banda derecha y a su centro no llegaron ni Álex López, ni David, pero Aythami hizo el trabajo por los atacantes locales al introducir el balón en su propia portería. A partir de ese momento, el cuadro olívico tuvo ocasiones de sobra para sentenciar el duelo, pero se volvió a encontrar con su grave problema. No estuvieron finos en el remate y dejaron vivo a su rival. Ante Las Palmas, eso es jugar con fuego.
Seguirán argumentando los detractores de Trashorras que el mediapunta de Rábade sólo se exhibe contra rivales de entidad y cuando están presentes las cámaras de Canal Plus. Al lucense no hace falta defenderlo. Los grandes jugadores se ven en los grandes partidos y Trashorras es un seguro de vida en esas ocasiones.
Trío mágico.
No creo que Paco Herrera temiera por la victoria en ningún momento, pues el Celta tuvo siempre el peligro controlado. El único problema es que los minutos se sucedían y la renta era escasa. Los jugadores amarillos estaban adormilados, posiblemente por el cansancio de su caótico viaje, pero podían despertarse en cualquier momento y dar un zarpazo mortífero. Seguramente ese fuera el motivo por el que el técnico celeste no diera un paso atrás en su planteamiento. Al contrario, dio uno hacia adelante y acertó. Dani Abalo, Iago Aspas y Joan Tomás fueron tan determinantes como espectaculares desde que salieron al campo. No pudieron atacar los canarios en los últimos minutos, porque ya tenían bastante trabajo con ocuparse de los driblings de Dani, la magia de Iago y la efectividad de Joan.
Y así surgió la triangulación perfecta que sentenció el choque. Trashorras se fue a una esquina para esconder el balón y se lo entregó a Abalo. Entonces, los suplentes del Celta conectaron en milésimas de segundo y destrozaron a Las Palmas. Joan Tomás fue el encargado de fusilar a Barbosa y acabar con las ilusiones canarias. En este caso, el lujo estaba en el banquillo.