El Copenhague se regaló una goleada frente a un flojo Panathinaikos para cerrar una clasificación histórica a octavos de final, la primera de un equipo danés en la Liga de Campeones. No le hizo falta tampoco hacer un gran partido, porque el Panathinaikos, que empezó bien atrincherado, apenas plantó resistencia a la primera que vinieron mal dadas.
No había pasado un minuto cuando N'Doye, en el segundo palo, no llegó por centímetros a un centro-chut de Vingaard. Pero la jugada fue un espejismo, porque el Panathinaikos se rehizo y le negó los espacios al Copenhague, al que le sobraron imprecisiones y le faltó ritmo.
Enredado en la tela de araña del equipo griego y limitado por sus nervios, el equipo danés estuvo espeso y tampoco encontró a Groenkjaer ni las subidas de sus laterales. Bolaños avisó no obstante en una buena y lejana volea que se fue fuera, y unos minutos después, el costarricense le dejó el balón al borde del área a Vingaard, que se sacó un gran remate junto al palo.
Al igual que en el partido de ida en Atenas, Vingaard apareció de nuevo para marcarle al Panathinaikos. El gol dio paso a los mejores minutos del Copenhague, que pudo cerrar el encuentro antes del descanso en una preciosa vaselina de Claudemir y un cabezazo de Groenkjaer en el córner posterior.
El Panathinaikos recibió más goles tras el descanso
Ante la inoperancia atacante de su equipo, Ferreira movió piezas en el descanso, colocando a Leto y a Ninis, quien a punto estuvo de llegar a un gran pase de Luis García que Wiland despejó como pudo. La insinuada reacción del Panathianikos no duró más de cinco minutos, porque Groenkjaer apareció como un rayo en el área, donde fue derribado de forma torpe por Spyropoulos.
El veterano ex del Chelsea y del Atlético no falló desde los once metros y dejó servida a su equipo la clasificación para octavos, reforzada más aún con un gol casi simultáneo del Barça al Rubin, que necesitaba al menos empatar y una derrota del Copenhague. El partido se acabó en rigor ahí, porque los daneses dieron un paso atrás y el Panathinaikos no pareció capaz de remontar en ningún momento, falto de motivación por estar ya eliminado.
Sin forzar demasiado la máquina, el campeón danés pudo lograr una goleada aún mayor, gracias a la torpeza de Tzorvas, que casi regala dos goles, uno a Groenkjaer, con la colaboración de Boumsong; y otro a N'Doye, quien a puerta vacía mandó el balón al palo. El Copenhague, que no ha perdido en casa en seis partidos en Liga de Campeones, se encontró con el 3-0 casi sin querer en un autogol a saque de esquina de Cissé, un reflejo de la triste actuación de la otrora estrella francesa y de su equipo, que maquilló el resultado en el descuento con un gol de Petropoulos.
La goleada final hizo justicia a un equipo con el que pocos contaban tras el sorteo de grupos, pero que ha demostrado ser mejor que el Rubin y el Panathinaikos y que ahora se encuentra con un premio que hace meses parecía lejos de su alcance.
No había pasado un minuto cuando N'Doye, en el segundo palo, no llegó por centímetros a un centro-chut de Vingaard. Pero la jugada fue un espejismo, porque el Panathinaikos se rehizo y le negó los espacios al Copenhague, al que le sobraron imprecisiones y le faltó ritmo.
Enredado en la tela de araña del equipo griego y limitado por sus nervios, el equipo danés estuvo espeso y tampoco encontró a Groenkjaer ni las subidas de sus laterales. Bolaños avisó no obstante en una buena y lejana volea que se fue fuera, y unos minutos después, el costarricense le dejó el balón al borde del área a Vingaard, que se sacó un gran remate junto al palo.
Al igual que en el partido de ida en Atenas, Vingaard apareció de nuevo para marcarle al Panathinaikos. El gol dio paso a los mejores minutos del Copenhague, que pudo cerrar el encuentro antes del descanso en una preciosa vaselina de Claudemir y un cabezazo de Groenkjaer en el córner posterior.
El Panathinaikos recibió más goles tras el descanso
Ante la inoperancia atacante de su equipo, Ferreira movió piezas en el descanso, colocando a Leto y a Ninis, quien a punto estuvo de llegar a un gran pase de Luis García que Wiland despejó como pudo. La insinuada reacción del Panathianikos no duró más de cinco minutos, porque Groenkjaer apareció como un rayo en el área, donde fue derribado de forma torpe por Spyropoulos.
El veterano ex del Chelsea y del Atlético no falló desde los once metros y dejó servida a su equipo la clasificación para octavos, reforzada más aún con un gol casi simultáneo del Barça al Rubin, que necesitaba al menos empatar y una derrota del Copenhague. El partido se acabó en rigor ahí, porque los daneses dieron un paso atrás y el Panathinaikos no pareció capaz de remontar en ningún momento, falto de motivación por estar ya eliminado.
Sin forzar demasiado la máquina, el campeón danés pudo lograr una goleada aún mayor, gracias a la torpeza de Tzorvas, que casi regala dos goles, uno a Groenkjaer, con la colaboración de Boumsong; y otro a N'Doye, quien a puerta vacía mandó el balón al palo. El Copenhague, que no ha perdido en casa en seis partidos en Liga de Campeones, se encontró con el 3-0 casi sin querer en un autogol a saque de esquina de Cissé, un reflejo de la triste actuación de la otrora estrella francesa y de su equipo, que maquilló el resultado en el descuento con un gol de Petropoulos.
La goleada final hizo justicia a un equipo con el que pocos contaban tras el sorteo de grupos, pero que ha demostrado ser mejor que el Rubin y el Panathinaikos y que ahora se encuentra con un premio que hace meses parecía lejos de su alcance.