El nuevo Sevilla tiene dos caras, un ataque excelso y una defensa frágil. Hoy su delantera ha sido más decisiva para terminar imponiéndose por 4-1 al Slask Wroclaw en la ida del playoff de la Europa League. Emery sorprendió con una alineación plagada de rotaciones con respecto a la que debutó el domingo frente al Atleti. Sólo Beto, Fazio, Moreno, Rakitic y Moreno. Por encima de todo destacaba la presencia de Navarro jugando como central, la vuelta de Kondogbia tras los rumores sobre su marcha y el debut en partido oficial de Figueiras y Gameiro. Precisamente el francés tuvo la primera ocasión nada más comenzar el encuentro pero no acertó a batir al portero polaco en el mano a mano. A pesar del prometedor inicio, el Slask comenzó a hacerse con la bola ante los continuos errores en la entrega de Kondogbia, que fue sustituido al cabo de unos pocos minutos por culpa de unos problemas respiratorios.
Su sitio lo ocupó Iborra, y justo tras la entrada del valenciano el Sevilla recibió otro mazazo. Sobota, el mejor jugador de los polacos, se marchó con una facilidad pasmosa de Moreno y la puso para que el enrrachado Mako Paixao cabeceara a placer ante la incompetencia de Fazio y Navarro. El gol espoleó a los locales que pudieron empatar con un libre directo de Rakitic, genial una vez más en la dirección del equipo pero gris en la resta, que sacó Gikiewicz con un soberbio paradón. Los hispalenses tocaron a arrebato y de la mano de Marin llegaban una y otra vez al área pero sin acertar de cara a gol, algo que comenzaba a impacientar a la semivacía grada nervionense, que se llevó la primera alegría en forma de empate gracias a una falta de Rakitic que se coló en las redes polacas sin que los defensas ni el portero pudieron interceptarla.
Sin embargo la defensa del Sevilla era una auténtica verbena y los polacos no hicieron el segundo antes del descanso de milagro, gracias a sus rápidas contras y su especialidad, el juego aéreo, en la que contaban con la inestimable colaboración de la pareja de centrales que parecían sacados de un patio de colegio. Tras la reanudación el Sevilla volvió a salir en tromba pero el guión era el mismo dominio sin materializar y continuos errores e inseguridades en defensa que hicieron que Beto tuvieron que convertirse en santo para salvar el 1-2 en un remate de Sobota. En una de las combinaciones mágicas del ataque hispalense, Jairo se quedó solo y Dudu tuvo que derribarle y dejar con uno menos a su equipo, todo se ponía a favor para la remontada.
El técnico polaco movió el banquillo y tuvo que recomponer su defensa metiendo a Spahic en el lugar del atacante Plaku. Los polacos se atrincheraron atrás y sólo la calidad de un genio podía resolver, era el momento de Marin. El alemán se echó el equipo a la espalda y dirigía toda la circulación del ataque blanquirojo, en una de sus incursiones dejó atrás a dos rivales y la clavó con el exterior en el palo largo de Gikiewicz para llevar el delirio a las gradas y la ventaja en el marcador. El “7” estaba desatado y quería más pero Gameiro y Bacca no acertaban a terminar en gol sus jugadas.
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