“Si tenemos que dar un palo, lo daremos” decía el granota Xavi
Torres antes del partido. Y al final el Levante terminó por darlo. ¡Y
vaya palo! Porque se llevó los tres puntos ante el peor Madrid visto desde hace muchos muchos meses.
Los pupilos de Mourinho se dejaron engatusar por el fútbol embarullado
y trabado de los granotas, y acabó noqueado, asfixiado, desquiciado,
atascado, y hasta bailado, incluso.
A ello contribuyó la injusta expulsión de Khedira poco antes del
descanso, aunque no es menos cierto que antes de quedarse con diez, el Real Madrid tampoco había mostrado las credenciales que acostumbraba.
Con sólo dos ocasiones para el Levante, y también un penalti no pitado
en su contra, Koné puso el gol que a la postre fue definitivo en la
segunda parte. Hay alrededor de de 450 millones de euros de distancia
entre Real Madrid y Levante, sin embargo el conjunto blanco no fue capaz de plasmar esa diferencia en el Ciudad de Valencia.
En los primeros compases, con Khedira de mediocentro, y Ozil (que
sorpresivamente no salió hasta el minuto 80)y Ronaldo en el banquillo,
el cuadro madridista salió a apabullar a los granotas. Y en el primer cuarto de hora, bien pudo haber finiquitado el encuentro con un gol justamente
anulado a Benzema, dos disparos más de Kaká dentro del área y un tiro
de Benzema que sacó Ballesteros bajo los palos. Con un Munúa que
pareció haberse untado mantequilla en los guantes antes de saltar al
césped, el gol visitante parecía cuestión de tiempo. Sin embargo, el
Real Madrid no supo aprovechar la corriente a favor, y terminó encallado entre la red que tejió el Levante en defensa durante los setenta minutos restantes.
Con todos sus jugadores por detrás del balón y dos líneas muy juntas
a la altura del propio área, los locales construyeron una muralla que
los madridistas no supieron derribar con un fútbol muy primario, empeñados en entrar por el centro con pases directos, centros lejanos y
no tanto por las bandas o a base de fútbol de toque, como quizás
debió. Así, el partido no tardó en embarullarse, como si se tratara de
un patio de colegio, con posesiones cortas, pérdidas absurdas, y faltas
constantes. Algo a lo que por otra parte contribuyó un Levante que por
momentos estaba más pendiente de tirarse al suelo que de salir de su campo.
Y en ésas, rondando el minuto 40, el partido dio un vuelco con la
expulsión de Khedira en una absurda secuencia, más propia de una
película de los hermanos Marx que de un partido de fútbol. Di María
sufre una leve falta de Iborra no pitada. El madridista se repone del
piscinazo, y se lanza a por Iborra en una entrada más fea que hiriente.
Eso sí, suficiente para que se montase la tangana. En mitad del revuelo, Juanfran toca la cara de un Di María que se tira al suelo, y mientras se revuelve por el verde, Khedira fue a apartar a un increpante Ballesteros que también se tiró al suelo en cuanto sintió la mano del teutón.
El resultado entre tanta actuación, tarjeta amarilla para Ballesteros, Iborra, Di María y Khedira.
Pero poco antes, Turienzo Álvarez ya había amonestado al alemán por
una jugada en la que pareció dar un rodillazo a Juanfran, pero que sólo
lo pareció. Así, la consecuencia fue que Ballesteros terminó la
secuencia como el listo Groucho, y el injustamente expulsado Khedira, como el ‘bobo’ Harpo.
En el descanso, Mourinho dio entrada a Ronaldo por Benzema, y poco
después, a Higuaín por Kaká, pero por momentos, el guión no cambió: con
un Madrid ahogado en su propia posesión y un Levante esperando rezagado su oportunidad.
Y ésta terminó por llegar rondando el minuto setenta. Antes, el Madrid
había reclamado unas más que posibles manos de Iborra en el área
local, que Turienzo obvió.
Y cuando el cuadro granota se estiró, hizo mucho daño a los pupilos
de un contrariado Mourinho. Primero, Juanlu erró en un contraataque
cuando iba junto a Valdo, ambos solos frente a Pepe. Pero después, Javi Venta sí fue capaz de tomar la elección adecuada en otro contraataque. Llegó hasta la línea de fondo y cedió el cuero atrás para que Koné fusilara a Casillas desde el balcón del área pequeña, sin que éste pudiera hacer nada para evitar el 1-0.
Mourinho apostó entonces por Ozil, hasta entonces en el banquillo
sorpresivamente, y el germano trató de hacer del fútbol blanco un poco
menos primitivo en los últimos veinte minutos. Pero no logró ni que la cabeza le ganara al corazón en un final caótico
de posesiones sin sentido, ni tampoco consiguió que el fútbol le
ganara la partida a la trifulca. Porque antes de que terminara el
choque todavía hubo tiempo para que expulsaran a Pepe, por una acción
muy suya en la que patea a Xavi Torres sin el balón en juego, a Rubén y hasta a Coentrao.
Al final, fue ése el poso y la imagen que dejó un partido con más
faltas que fútbol, y que sirvió para firmar la revolución de los
humildes ante los ‘ricos, guapos y buenos’, que esta vez acabaron desquiciados.
Esta claro que el dinero no asegura ganar sin salir al campo, y mas si delante se tiene un equipo que da el 200% para conseguir puntos.
Torres antes del partido. Y al final el Levante terminó por darlo. ¡Y
vaya palo! Porque se llevó los tres puntos ante el peor Madrid visto desde hace muchos muchos meses.
Los pupilos de Mourinho se dejaron engatusar por el fútbol embarullado
y trabado de los granotas, y acabó noqueado, asfixiado, desquiciado,
atascado, y hasta bailado, incluso.
A ello contribuyó la injusta expulsión de Khedira poco antes del
descanso, aunque no es menos cierto que antes de quedarse con diez, el Real Madrid tampoco había mostrado las credenciales que acostumbraba.
Con sólo dos ocasiones para el Levante, y también un penalti no pitado
en su contra, Koné puso el gol que a la postre fue definitivo en la
segunda parte. Hay alrededor de de 450 millones de euros de distancia
entre Real Madrid y Levante, sin embargo el conjunto blanco no fue capaz de plasmar esa diferencia en el Ciudad de Valencia.
En los primeros compases, con Khedira de mediocentro, y Ozil (que
sorpresivamente no salió hasta el minuto 80)y Ronaldo en el banquillo,
el cuadro madridista salió a apabullar a los granotas. Y en el primer cuarto de hora, bien pudo haber finiquitado el encuentro con un gol justamente
anulado a Benzema, dos disparos más de Kaká dentro del área y un tiro
de Benzema que sacó Ballesteros bajo los palos. Con un Munúa que
pareció haberse untado mantequilla en los guantes antes de saltar al
césped, el gol visitante parecía cuestión de tiempo. Sin embargo, el
Real Madrid no supo aprovechar la corriente a favor, y terminó encallado entre la red que tejió el Levante en defensa durante los setenta minutos restantes.
Con todos sus jugadores por detrás del balón y dos líneas muy juntas
a la altura del propio área, los locales construyeron una muralla que
los madridistas no supieron derribar con un fútbol muy primario, empeñados en entrar por el centro con pases directos, centros lejanos y
no tanto por las bandas o a base de fútbol de toque, como quizás
debió. Así, el partido no tardó en embarullarse, como si se tratara de
un patio de colegio, con posesiones cortas, pérdidas absurdas, y faltas
constantes. Algo a lo que por otra parte contribuyó un Levante que por
momentos estaba más pendiente de tirarse al suelo que de salir de su campo.
Y en ésas, rondando el minuto 40, el partido dio un vuelco con la
expulsión de Khedira en una absurda secuencia, más propia de una
película de los hermanos Marx que de un partido de fútbol. Di María
sufre una leve falta de Iborra no pitada. El madridista se repone del
piscinazo, y se lanza a por Iborra en una entrada más fea que hiriente.
Eso sí, suficiente para que se montase la tangana. En mitad del revuelo, Juanfran toca la cara de un Di María que se tira al suelo, y mientras se revuelve por el verde, Khedira fue a apartar a un increpante Ballesteros que también se tiró al suelo en cuanto sintió la mano del teutón.
El resultado entre tanta actuación, tarjeta amarilla para Ballesteros, Iborra, Di María y Khedira.
Pero poco antes, Turienzo Álvarez ya había amonestado al alemán por
una jugada en la que pareció dar un rodillazo a Juanfran, pero que sólo
lo pareció. Así, la consecuencia fue que Ballesteros terminó la
secuencia como el listo Groucho, y el injustamente expulsado Khedira, como el ‘bobo’ Harpo.
En el descanso, Mourinho dio entrada a Ronaldo por Benzema, y poco
después, a Higuaín por Kaká, pero por momentos, el guión no cambió: con
un Madrid ahogado en su propia posesión y un Levante esperando rezagado su oportunidad.
Y ésta terminó por llegar rondando el minuto setenta. Antes, el Madrid
había reclamado unas más que posibles manos de Iborra en el área
local, que Turienzo obvió.
Y cuando el cuadro granota se estiró, hizo mucho daño a los pupilos
de un contrariado Mourinho. Primero, Juanlu erró en un contraataque
cuando iba junto a Valdo, ambos solos frente a Pepe. Pero después, Javi Venta sí fue capaz de tomar la elección adecuada en otro contraataque. Llegó hasta la línea de fondo y cedió el cuero atrás para que Koné fusilara a Casillas desde el balcón del área pequeña, sin que éste pudiera hacer nada para evitar el 1-0.
Mourinho apostó entonces por Ozil, hasta entonces en el banquillo
sorpresivamente, y el germano trató de hacer del fútbol blanco un poco
menos primitivo en los últimos veinte minutos. Pero no logró ni que la cabeza le ganara al corazón en un final caótico
de posesiones sin sentido, ni tampoco consiguió que el fútbol le
ganara la partida a la trifulca. Porque antes de que terminara el
choque todavía hubo tiempo para que expulsaran a Pepe, por una acción
muy suya en la que patea a Xavi Torres sin el balón en juego, a Rubén y hasta a Coentrao.
Al final, fue ése el poso y la imagen que dejó un partido con más
faltas que fútbol, y que sirvió para firmar la revolución de los
humildes ante los ‘ricos, guapos y buenos’, que esta vez acabaron desquiciados.
Esta claro que el dinero no asegura ganar sin salir al campo, y mas si delante se tiene un equipo que da el 200% para conseguir puntos.