Una jornada más, el Real Madrid se queda
con las ganas de tocar el liderato de la Liga merced a un histórico
Levante. Pero desde luego no será porque los pupilos de Mourinho no se
lo estén ganando. Porque quizás en cuestión de fútbol estén a día de hoy
por encima de todos no sólo en España, sino más allá de sus fronteras. Y
es que nuevamente ante el Villarreal volvieron a dar otra lección de
fútbol total para golear a los amarillos, y sumar así su séptima
victoria consecutiva de forma inapelable, con hasta 28 tantos a favor
nada más y nada menos. Benzema, Kaká y Di María pusieron los goles
dentro de una actuación colectiva de matrícula de honor durante la
primera mitad, hundiendo así a un Villarreal que en fases del encuentro
tuvo hasta la escotilla muy cerca del fondo.
Daban las 22:00 en
el reloj cuando Pérez Lasa decretaba que empezara el encuentro. Una hora
de todo menos futbolera para tratarse de un miércoles por la noche,
pero el Real Madrid no lo entendió así. Y es que las 22:00 fue el inicio
de una de las mayores exhibiciones futbolísticas que han brindado los
merengues desde hace mucho mucho tiempo, mejorando quizás a lo que se
vio en La Rosaleda. Lo que ya es decir.
Y
es que en apenas diez minutos se había cenado ya al Villarreal, un
equipo que se supone que debía estar peleando en la parte alta de la
tabla, pero que no le duró a los de blanco ni lo que una hamburguesa.
Debía ser una velada de esas largas y pesadas, pero se quedó en un fast
food. Y es cierto que el cuadro amarillo no llegaba al Bernabéu en un
buen momento precisamente, pero visto cómo jugó el Real Madrid, da que
pensar que cualquier equipo que hubiera estado enfrente, hubiera
sucumbido igual a día de hoy.
Y es que el cuadro madridista
dominó a la perfección una inmensa cantidad de recursos futbolísticos, y
todos ellos con una precisión suiza. Volvieron a asfixiar al rival con
su agobiante presión en campo contrario, robando balones cerca del área
contraria, ahogando las ideas y los recursos del Villarreal. Cuando
debía generar fútbol desde su propio campo, salía al toque-toque gracias
a las conexiones entre Ramos-Xabi-Khedira-Kaká-Benzema, haciendo del
centro del campo poco más que un rondo. Y llegado el momento en el que
se veía el hueco, Ronaldo y un hoy nuevamente soberbio Di María,
ayudados de los laterales en bandas o Benzema como referente arriba,
ponían la pizca de vértigo y electricidad a la jugada. Haciendo fácil lo
imposible. Coordinados cual orquesta. Haciendo del fútbol una bella
sinfonía como hacía tiempo que no se escuchaba en el coliseo merengue. Y
sin Ozil sobre el césped siquiera.
Así,
fueron cayendo los goles uno detrás de otro. Y cada uno explotando una
circunstancia distinta del juego, como ante el Málaga. Quién sabe lo que
habrá hecho Mourinho en este último mes, pero sea como fuere ha tocado
la tecla. De ser un equipo ambicioso pero plano en muchas fases, rocoso
pero muy dependiente de las individualidades y de los contraataques,
ahora está demostrando ser en las últimas fechas un equipo profundo,
brillante, excelso, capaz de aniquilar al contrario tanto con una
puñalada veloz, como hechizándolo hasta que cae rendido. Fútbol total
que lo llamarían algunos seguramente.
En los primeros diez
minutos fueron dos los tantos. El primero, de la mano de Benzema al
resolver el mano a mano con Diego López, aprovechando una nueva
asistencia en profundidad del Fideo, que suma seis (cinco en los últimos
tres partidos) para ponerse como máximo asistente de la Liga. Y el
segundo gol fue obra de Kaká, que tiene al Villarreal entre ceja y ceja
definitivamente. En una jugada en la que el Real Madrid fue apretando a
los castellonenses contra su portería, el brasileño aprovechó que el
balón rodaba por el balcón del área para fusilar al meta visitante con
un fuerte disparo ajustado al palo. El tercero se hizo esperar veinte
minutos, pero mereció la pena. Llegó a la media hora, en un jugadón al
contraataque que se inició en un córner amarillo. El rechace llegó a los
pies de Marcelo, de ahí a Benzema, y de ahí a Di María, para que el
rosarino engañara a Diego López y subiera el 3-0 al electrónico antes
del descanso. Una jugada de diez. Y mientras, el Villarreal devorado sin
poder causar ni un leve ardor de estómago.
Como
ya sucediera en Málaga, la segunda parte bajó algunos enteros dentro de
que el Real Madrid siguió con un nivel muy alto. Pero no hacía falta
demostrar nada más tampoco. Y sobre todo cuando en apenas ocho minutos
el Villarreal se había ganado dos amonestaciones, fruto quizás de la
frustración contra los jugadores blancos. Arbeloa, Di María y Ronaldo
estuvieron a punto de marcar en un mano a mano, Khedira estuvo cerca de
lesionarse tras una entrada de Musacchio, y Xabi Alonso descansó por
primera vez en la temporada tras 1.250 minutos de forma consecutiva.
Pero poco más sucedió durante la segunda mitad. Nadie lo reprochó. La
cena se había acabado ya con apenas diez minutos transcurridos, y el
madridismo tenía ya la barriga llena tras el festín de la primera parte.
Un paseo del R. Madrid ante un Villarreal que apunta, aunque su presidente dijo ayer que no habra cese del entrenador,a que le queda poco a Garrido en eses banquillo.
con las ganas de tocar el liderato de la Liga merced a un histórico
Levante. Pero desde luego no será porque los pupilos de Mourinho no se
lo estén ganando. Porque quizás en cuestión de fútbol estén a día de hoy
por encima de todos no sólo en España, sino más allá de sus fronteras. Y
es que nuevamente ante el Villarreal volvieron a dar otra lección de
fútbol total para golear a los amarillos, y sumar así su séptima
victoria consecutiva de forma inapelable, con hasta 28 tantos a favor
nada más y nada menos. Benzema, Kaká y Di María pusieron los goles
dentro de una actuación colectiva de matrícula de honor durante la
primera mitad, hundiendo así a un Villarreal que en fases del encuentro
tuvo hasta la escotilla muy cerca del fondo.
Daban las 22:00 en
el reloj cuando Pérez Lasa decretaba que empezara el encuentro. Una hora
de todo menos futbolera para tratarse de un miércoles por la noche,
pero el Real Madrid no lo entendió así. Y es que las 22:00 fue el inicio
de una de las mayores exhibiciones futbolísticas que han brindado los
merengues desde hace mucho mucho tiempo, mejorando quizás a lo que se
vio en La Rosaleda. Lo que ya es decir.
Y
es que en apenas diez minutos se había cenado ya al Villarreal, un
equipo que se supone que debía estar peleando en la parte alta de la
tabla, pero que no le duró a los de blanco ni lo que una hamburguesa.
Debía ser una velada de esas largas y pesadas, pero se quedó en un fast
food. Y es cierto que el cuadro amarillo no llegaba al Bernabéu en un
buen momento precisamente, pero visto cómo jugó el Real Madrid, da que
pensar que cualquier equipo que hubiera estado enfrente, hubiera
sucumbido igual a día de hoy.
Y es que el cuadro madridista
dominó a la perfección una inmensa cantidad de recursos futbolísticos, y
todos ellos con una precisión suiza. Volvieron a asfixiar al rival con
su agobiante presión en campo contrario, robando balones cerca del área
contraria, ahogando las ideas y los recursos del Villarreal. Cuando
debía generar fútbol desde su propio campo, salía al toque-toque gracias
a las conexiones entre Ramos-Xabi-Khedira-Kaká-Benzema, haciendo del
centro del campo poco más que un rondo. Y llegado el momento en el que
se veía el hueco, Ronaldo y un hoy nuevamente soberbio Di María,
ayudados de los laterales en bandas o Benzema como referente arriba,
ponían la pizca de vértigo y electricidad a la jugada. Haciendo fácil lo
imposible. Coordinados cual orquesta. Haciendo del fútbol una bella
sinfonía como hacía tiempo que no se escuchaba en el coliseo merengue. Y
sin Ozil sobre el césped siquiera.
Así,
fueron cayendo los goles uno detrás de otro. Y cada uno explotando una
circunstancia distinta del juego, como ante el Málaga. Quién sabe lo que
habrá hecho Mourinho en este último mes, pero sea como fuere ha tocado
la tecla. De ser un equipo ambicioso pero plano en muchas fases, rocoso
pero muy dependiente de las individualidades y de los contraataques,
ahora está demostrando ser en las últimas fechas un equipo profundo,
brillante, excelso, capaz de aniquilar al contrario tanto con una
puñalada veloz, como hechizándolo hasta que cae rendido. Fútbol total
que lo llamarían algunos seguramente.
En los primeros diez
minutos fueron dos los tantos. El primero, de la mano de Benzema al
resolver el mano a mano con Diego López, aprovechando una nueva
asistencia en profundidad del Fideo, que suma seis (cinco en los últimos
tres partidos) para ponerse como máximo asistente de la Liga. Y el
segundo gol fue obra de Kaká, que tiene al Villarreal entre ceja y ceja
definitivamente. En una jugada en la que el Real Madrid fue apretando a
los castellonenses contra su portería, el brasileño aprovechó que el
balón rodaba por el balcón del área para fusilar al meta visitante con
un fuerte disparo ajustado al palo. El tercero se hizo esperar veinte
minutos, pero mereció la pena. Llegó a la media hora, en un jugadón al
contraataque que se inició en un córner amarillo. El rechace llegó a los
pies de Marcelo, de ahí a Benzema, y de ahí a Di María, para que el
rosarino engañara a Diego López y subiera el 3-0 al electrónico antes
del descanso. Una jugada de diez. Y mientras, el Villarreal devorado sin
poder causar ni un leve ardor de estómago.
Como
ya sucediera en Málaga, la segunda parte bajó algunos enteros dentro de
que el Real Madrid siguió con un nivel muy alto. Pero no hacía falta
demostrar nada más tampoco. Y sobre todo cuando en apenas ocho minutos
el Villarreal se había ganado dos amonestaciones, fruto quizás de la
frustración contra los jugadores blancos. Arbeloa, Di María y Ronaldo
estuvieron a punto de marcar en un mano a mano, Khedira estuvo cerca de
lesionarse tras una entrada de Musacchio, y Xabi Alonso descansó por
primera vez en la temporada tras 1.250 minutos de forma consecutiva.
Pero poco más sucedió durante la segunda mitad. Nadie lo reprochó. La
cena se había acabado ya con apenas diez minutos transcurridos, y el
madridismo tenía ya la barriga llena tras el festín de la primera parte.
Un paseo del R. Madrid ante un Villarreal que apunta, aunque su presidente dijo ayer que no habra cese del entrenador,a que le queda poco a Garrido en eses banquillo.