El Real
Madrid llegará líder a El Molinón haciendo valer la máxima de los
derbis. Esa que dice que haga lo que haga el Atlético, los blancos
ganan. Y es que los rojiblancos se adelantaron en el marcador después de
un arranque demoledor, pero a los cinco minutos Courtois forzó un
penalti a Benzema que le costó la expulsión y el gol del empate. Aguantó
estoicamente con diez, pero tras el descanso entre Godín y Asenjo le
brindaron al Real Madrid dos goles tragicómicos que le hicieron cuesta
abajo el resto del partido hasta la goleada final (4-1). La historia
interminable volvió a repetirse una vez más, y eso que esta vez todo
hacía indicar que un por momentos grisáceo Real Madrid iba a tener que
luchar mucho más la victoria de lo que al final terminó haciéndolo.
Y
es que el partido empezó como nadie lo hubiera creído. Con un Atlético
lanzado ante un Real Madrid bastante más obtuso de lo que venía
acostumbrando. El equipo rojiblanco se tomó al pie de la letra la proclama de Gregorio Manzano de buscar un encuentro bronco,
y no dio ni un metro de respiro a los jugadores blancos, utilizando
para ello todo lo que Mateu Lahoz le permitió. Que fue mucho por otra
parte. Dos expulsados y cuatro tarjetas amarillas más al final del
choque son el fiel reflejo, pero en realidad, bien pudieron ser el doble
si el colegiado no hubiera sido el que era. Y a base de presión,
empujones y muchas pero que muchas patadas, logró empequeñecer al
todopoderoso Real Madrid al inicio.
Diego
se convirtió en la sombra de Xabi, lo que obstruía la salida del balón
desde el centro. Y las bandas merengues no parecían lo que otrora.
Marcelo no estaba siendo Marcelo. Lass no es lateral. Y Di María tampoco
andaba fino, obsesionado con tirarse bien hacia el centro, bien hacia
el suelo.
Así, conforme pasaban los minutos, el Real Madrid se
cegaba cada vez más, abriendo los ojos así a un Atlético que por un
momento se lo creyó. Y más cuando Adrián puso por delante a los
suyos al cuarto de hora tras una buena pared en el balcón del área,
batiendo a Casillas en el mano a mano. La jugada nació en un
balón que concedió Marcelo de banda, y en la que posteriormente la
defensa blanca anduvo más bien despistada. Fiel reflejo de que los
papeles estaban definitivamente cambiados en este derbi.
Sin
embargo, el Atlético tenía que hacer de las suyas. Siempre lo hace. Es
su sino, y se dejó ver por primera vez cinco minutos después del gol.
Cuando Courtois fue expulsado por cometer penalti sobre Benzema en un
mano a mano generado tras un buen pase de Di María y el consecuente
desajuste defensivo. Asenjo saltó al campo, y lo que bien pudo ser una
de las historias más románticas del fútbol en los últimos años, acabó en
el limbo cuando Ronaldo transformó la pena máxima llevando la igualdad
al marcador.
Eso
sí, el gol y la expulsión no diluyeron instantáneamente al Atlético,
que aguantó el empate en el electrónico hasta el descanso. Se agarró a
él con las doscientas uñas y las diez dentaduras que tenía sobre el
campo, alentados por la permisividad de un Mateu Lahoz que si no expulsó
a algún otro jugador atlético fue sólo porque no quiso, y no porque no
pudiera. Y porque a decir verdad el Real Madrid tampoco anduvo fino pese
a ser uno más, todo hay que decirlo. Claro que por otra parte, el
equipo merengue necesita bien poco para marcar.
Y así lo
demostró nada más reanudarse la segunda parte. Ozil asistió en
profundidad a un Ronaldo que le levantó las pegatinas a Godín en la
carrera, el luso centró atrás para la llegada de Di María, y el Fideo
remató a la puerta que Asenjo había dejado vacía en un intento por no se
sabe bien qué. No pudo ser más fácil para los blancos después de todas
las trabas que habían puesto los rojiblancos en los cincuenta minutos
anteriores, ya fuera con once o con diez sobre el campo.
Y esta vez sí, el segundo gol terminó de desmontar al Atlético,
devolviendo así definitivamente al derbi la imagen de derbi que todos
tenían en la cabeza antes del pitido inicial: el del Real Madrid
asediando a un Atlético con diez y bordando el histórico papel de
‘pupas’. Y como mejor reflejo, el tercer gol merengue, obra de Higuaín
en un cúmulo de despropósitos colchoneros. Godín se deja robar la
cartera por el Pipita, que en medio metro sortea a Asenjo, y cuando va a
encarar a Filipe Luis, éste se resbala dejándole toda la portería libre
para finiquitar el partido a falta de veinticinco minutos aún.
Antes
del pitido inicial, el Real Madrid marcaría el cuarto merced a un nuevo
error infantil con Godín nuevamente como protagonista forzando un
penalti que le valió la expulsión, y el cuarto gol en contra, obra de
Cristiano Ronaldo. Tanto para regocijo de los madridistas, que una vez
más podrán presumir de ser los amos y señores en Madrid. Mientras tanto
en el otro lado de la ciudad, los atléticos seguirán pegándose cabezazos
buscando esa explicación que se les viene escapando y que sólo
Valle-Inclán hubiera visto con claridad. Pues no habría encontrado un
ejemplo mejor en el fútbol para su esperpento que el Atlético.
Un Real Madrid que no falla y apunta a favorito en esta liga, ante un Atletico de Madrid que no sabe ganar al Real Madrid ni poniendose con ventaja en el marcador.
Madrid llegará líder a El Molinón haciendo valer la máxima de los
derbis. Esa que dice que haga lo que haga el Atlético, los blancos
ganan. Y es que los rojiblancos se adelantaron en el marcador después de
un arranque demoledor, pero a los cinco minutos Courtois forzó un
penalti a Benzema que le costó la expulsión y el gol del empate. Aguantó
estoicamente con diez, pero tras el descanso entre Godín y Asenjo le
brindaron al Real Madrid dos goles tragicómicos que le hicieron cuesta
abajo el resto del partido hasta la goleada final (4-1). La historia
interminable volvió a repetirse una vez más, y eso que esta vez todo
hacía indicar que un por momentos grisáceo Real Madrid iba a tener que
luchar mucho más la victoria de lo que al final terminó haciéndolo.
Y
es que el partido empezó como nadie lo hubiera creído. Con un Atlético
lanzado ante un Real Madrid bastante más obtuso de lo que venía
acostumbrando. El equipo rojiblanco se tomó al pie de la letra la proclama de Gregorio Manzano de buscar un encuentro bronco,
y no dio ni un metro de respiro a los jugadores blancos, utilizando
para ello todo lo que Mateu Lahoz le permitió. Que fue mucho por otra
parte. Dos expulsados y cuatro tarjetas amarillas más al final del
choque son el fiel reflejo, pero en realidad, bien pudieron ser el doble
si el colegiado no hubiera sido el que era. Y a base de presión,
empujones y muchas pero que muchas patadas, logró empequeñecer al
todopoderoso Real Madrid al inicio.
Diego
se convirtió en la sombra de Xabi, lo que obstruía la salida del balón
desde el centro. Y las bandas merengues no parecían lo que otrora.
Marcelo no estaba siendo Marcelo. Lass no es lateral. Y Di María tampoco
andaba fino, obsesionado con tirarse bien hacia el centro, bien hacia
el suelo.
Así, conforme pasaban los minutos, el Real Madrid se
cegaba cada vez más, abriendo los ojos así a un Atlético que por un
momento se lo creyó. Y más cuando Adrián puso por delante a los
suyos al cuarto de hora tras una buena pared en el balcón del área,
batiendo a Casillas en el mano a mano. La jugada nació en un
balón que concedió Marcelo de banda, y en la que posteriormente la
defensa blanca anduvo más bien despistada. Fiel reflejo de que los
papeles estaban definitivamente cambiados en este derbi.
Sin
embargo, el Atlético tenía que hacer de las suyas. Siempre lo hace. Es
su sino, y se dejó ver por primera vez cinco minutos después del gol.
Cuando Courtois fue expulsado por cometer penalti sobre Benzema en un
mano a mano generado tras un buen pase de Di María y el consecuente
desajuste defensivo. Asenjo saltó al campo, y lo que bien pudo ser una
de las historias más románticas del fútbol en los últimos años, acabó en
el limbo cuando Ronaldo transformó la pena máxima llevando la igualdad
al marcador.
Eso
sí, el gol y la expulsión no diluyeron instantáneamente al Atlético,
que aguantó el empate en el electrónico hasta el descanso. Se agarró a
él con las doscientas uñas y las diez dentaduras que tenía sobre el
campo, alentados por la permisividad de un Mateu Lahoz que si no expulsó
a algún otro jugador atlético fue sólo porque no quiso, y no porque no
pudiera. Y porque a decir verdad el Real Madrid tampoco anduvo fino pese
a ser uno más, todo hay que decirlo. Claro que por otra parte, el
equipo merengue necesita bien poco para marcar.
Y así lo
demostró nada más reanudarse la segunda parte. Ozil asistió en
profundidad a un Ronaldo que le levantó las pegatinas a Godín en la
carrera, el luso centró atrás para la llegada de Di María, y el Fideo
remató a la puerta que Asenjo había dejado vacía en un intento por no se
sabe bien qué. No pudo ser más fácil para los blancos después de todas
las trabas que habían puesto los rojiblancos en los cincuenta minutos
anteriores, ya fuera con once o con diez sobre el campo.
Y esta vez sí, el segundo gol terminó de desmontar al Atlético,
devolviendo así definitivamente al derbi la imagen de derbi que todos
tenían en la cabeza antes del pitido inicial: el del Real Madrid
asediando a un Atlético con diez y bordando el histórico papel de
‘pupas’. Y como mejor reflejo, el tercer gol merengue, obra de Higuaín
en un cúmulo de despropósitos colchoneros. Godín se deja robar la
cartera por el Pipita, que en medio metro sortea a Asenjo, y cuando va a
encarar a Filipe Luis, éste se resbala dejándole toda la portería libre
para finiquitar el partido a falta de veinticinco minutos aún.
Antes
del pitido inicial, el Real Madrid marcaría el cuarto merced a un nuevo
error infantil con Godín nuevamente como protagonista forzando un
penalti que le valió la expulsión, y el cuarto gol en contra, obra de
Cristiano Ronaldo. Tanto para regocijo de los madridistas, que una vez
más podrán presumir de ser los amos y señores en Madrid. Mientras tanto
en el otro lado de la ciudad, los atléticos seguirán pegándose cabezazos
buscando esa explicación que se les viene escapando y que sólo
Valle-Inclán hubiera visto con claridad. Pues no habría encontrado un
ejemplo mejor en el fútbol para su esperpento que el Atlético.
Un Real Madrid que no falla y apunta a favorito en esta liga, ante un Atletico de Madrid que no sabe ganar al Real Madrid ni poniendose con ventaja en el marcador.