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Hay partidos que ofrecen sorpresas, giros inesperados, jugadas
que se salen del libreto. Otros transcurren por un camino marcado, con
dos equipos que se ajustan a su estilo y que, al final, terminan por
neutralizarse. Eso sucedió ayer en la Donbass Arena, entre Inglaterra y Francia.
Dos equipos grandes de Europa, en su primer partido de un torneo
importante. ¿Podía dudarse que el partido terminaría en empate?
Lo previsible no se limitó sólo al marcador, sino a la forma de
jugar de ambos. Desde la llegada de Laurent Blanc al banquillo de
Francia, los galos se han caracterizado por su manejo de pelota y por
intentar proponer el partido. Desde que Roy Hodgson asumió el mando de
Inglaterra a última hora, ha apostado por la precaución, defender muy
atrás y tratar de ganar con base en los talentos ancestrales británicos:
la explosividad y el juego aéreo.
Así, desde el minuto 1, el
libreto estaba escrito. Por un momento, al mirar su alineación, podría
haberse pensado que Inglaterra sorprendería. Hodgson colocó de inicio a
Alex Oxlade-Chamberlain y Danny Welbeck, en un 4-4-1-1 que hubiera
podido ser 4-2-3-1 con un poco más de atrevimiento. No fue el caso e
Inglaterra aguantó atrás, esperando los errores bleus para tirar rápidas
contras.
En un principio, la táctica funcionó a la perfección.
Sin espacios, Nasri, Malouda y Ribéry no lograban encontrarse y no se
cansaban de regalar el balón a los muy sólidos Gerrard y Parker, que
automáticamente repartían balones largos a los movimientos de Welbeck y
Young. La oportunidad más clara de ese inicio de partido color blanco
fue gracias el capitán del Liverpool, que inicio un ataque con un rápido
servicio diagonal, que dejó a un inglés libre frente a Lloris.
Lamentablemente para su causa ese inglés era James Milner, que después
de regatear al portero galo, no supo definir y tiró la pelota por un
lado.
Francia ejercía un control estéril e Inglaterra antojaba peligro en
los breves momentos que recuperaba la pelota. Fue finalmente la otra
arma británica la que movió el tablero. Falta cobrada por Gerrard que,
ante la indecisión de Diarra y Lloris, fue perfectamente rematada por
Lescott a escasos 5 metros de la portería para poner el 1-0 al minuto
30.
FRANCIA LLEGA A LOS 22 PARTIDOS INVICTO. ¿ROMPERÁ EL RÉCORD? |
tarde Diarra trató de lavar su error con un cabezazo doble, que fue
salvado en una ocasión por el excelente Hart y en otra por su falta de
precisión. Francia olía sangre y siguió poniendo asedio al marco inglés
hasta que Nasri aprovechó el enorme espacio recibido en la frontal para
mandar un excelente disparo rincón del primer poste del marco inglés.
1-1 al 39 y a volver a empezar.
Francia acabó mejor el primer
tiempo y empezó mejor el complemento, sin poder capitalizar. Con menos
ritmo, el partido siguió más o menos en la misma tónica, con los azules
en control de la pelota y los blancos esperando un fallo. Al mismo
tiempo, el intenso calor de Donetsk empezó a pasar factura en ambos
cuadros y el público comenzó a desesperarse por la falta de movimiento.
Los
últimos 20 minutos tuvieron un poco más de acción. Francia lo intentó
un par de veces, gracias a Ribéry y Benzema, los que se veían más
enteros físicamente, mientras que Welbeck, con un par de escapadas, puso
a prueba a la defensa francesa. Ambos técnicos movieron el banquillo,
con Defoe y Walcott por un lado, y Martin y Ben Arfa por el otro
tratando de desnivelar la balanza. Pero era ya demasiado tarde. Tablas
lógicas, resultado esperado y favoritismo intacto.
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