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El Real Madrid estrenó este sábado en Sevilla su equipación verde,
que en noventa minutos adquirió un tono de desesperanza. Y es que el
cuadro madridista se mostró impotente y desquiciado ante un Sevilla
arrollador en la primera mitad, y que demostró muchísimo oficio en la
segunda parte. Todo el que le faltó a los pupilos de José Mourinho, que
entraron dormidos, encajaron el gol de Trochowsky nuevamente en un
córner al primer minuto, y volvieron a mostrar su lado más vulgar en el
Sánchez Pizjuán. Algo a lo que ayudó también José Mourinho acumulando
jugadores en ataque infructuosamente como ya hiciera en Getafe. Igual
que lo hizo un Cristiano Ronaldo voluntarioso en la primera parte, pero
desenchufado en la segunda, flojo en el balance total. Y el nefasto
resultado para el madridismo, cuatro puntos de doce posibles en Liga, y
nada menos que a ocho del líder, el Barcelona.
Si el Real Madrid llegaba con dudas al Sánchez Pizjuán, por su mala
imagen en Liga y por la zozobra generado con el ‘caso Ronaldo’ estas dos
semanas, el Sevilla se propuso acrecentarlas desde el primer momento. O
más concretamente, logró acrecentarlas. Porque en los primeros dos
minutos hizo más que en las dos anteriores visitas de los blancos, hoy
de verde, al coliseo hispalense. En el primer minuto, un mal despeje de
Casillas a un tiro de Jesús Navas acabó con el guardameta tirado a los
pies de Negredo, regalando un córner. Jugada a balón parado que
resultaría, una vez más, fatídica para los intereses merengues. Pues
Trochowsky aprovechó muy bien el hueco que le abrieron sus compañeros (y
que le dejaron los rivales) para fusilar a Iker desde el punto de
penalti y poner el 1-0 en el marcador. Tanto mérito del Sevilla como
demérito del Real Madrid, especialmente de un Di María nefasto este
sábado.
Pero el gol no fue algo casual propio de una pájara de
los primeros minutos, sino el reflejo del poderío que impuso el Sevilla.
Y es que ambos parecieron intercambiarse los papeles. El Sevilla
exhibió una versión arrolladora, basada en una presión asfixiante
centrada en la marca individual de Rakitic sobre Xabi Alonso más la
fortaleza de Medel y Maduro en la medular, y saliendo con contraataques
tan vertiginosos como dañinos. Mientras el Real Madrid se mostraba
impotente, sin fluidez en ataque, impreciso, perdido, desbordado, y
sobre todo, muy frágil en defensa, con Pepe teniendo que extinguir todos
los incendios que provocaba el Sevilla.
Los hispalenses le
estaban jugando al Madrid con sus mismas armas, y éstos no sabían por
dónde meterle mano al partido, acostumbrados a estar en el bando
contrario. Así las cosas, empezaron a aparecer los nervios. Higuaín pudo
haber sido expulsado en el minuto cinco por una patada alevosa a
Navarro después de que éste entrara con dureza a Arbeloa. Y Di María
también pudo haber visto su segunda tarjeta amarilla en un encontronazo
con Rakitic donde soltó el brazo con clara intención de atizar al croata
sin llegar a darlo. Nadie se lo puso fácil a Undiano Mallenco, que no
tuvo tampoco su día.
Entre medias de ambas polémicas, Ronaldo
probó en dos ocasiones a Palop, de falta directa y con un tiro tan
fuerte como escorado. Higuaín también tuvo su oportunidad en el único
pase en profundidad de Ozil, pero mandó su tiro por encima del larguero.
Y del lado contrario, Casillas también tuvo que emplearse a tiros de
Navas, Cicinho y Trochowsky. Ocasiones que ponían la emoción del gol a
un partido ya de por sí tenso, duro, largo. Y que el descanso no mermó
en absoluto. Pues nada más volver de los vestuarios, tanto Negredo como
Modric pudieron marcar.
Un Modric que tomó el testigo de Ozil al
descanso, pues Mourinho movió el banquillo poniendo todo su arsenal
sobre el campo para intentar dar la vuelta al electrónico: Modric,
también Higuaín por Di María, y en el minuto 65, Callejón por Arbeloa.
Unos movimientos que recordaron mucho a los realizados en Getafe, donde
la propia acumulación de jugadores arriba auto atascaba al Madrid, y que
obtuvieron los mismos frutos. Pues aunque Sergio Ramos e Higuaín
tuvieron el gol muy muy cerca con sendas ocasiones dentro del área
pequeña, lo cierto es que con el paso de los minutos se fue diluyendo la
sensación de peligro y acoso contra la meta de Palop. Es más, era el
Sevilla el que parecía más cerca del gol con numerosos contraataques
frente a la raquítica defensa merengue de tres.
La imagen de
Pepe pidiendo cabeza a todos sus compañeros era sintomática de la pájara
colectiva entre los visitantes a excepción de arranques esporádicos con
acciones individuales. Y el resultado final no podía ser otro que la
victoria sevillista entre mucho juego subterráneo y un mediocampismo
banal del pasar de los minutos. Gran recompensa para el buen hacer del
Sevilla. Muy poco para lo que se espera de un Real Madrid supuestamente
candidato a todo y que no se parece en nada al Real Madrid de los
récords. El examen del Manchester City puede ser dramático, visto lo
visto.
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