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España, campeona del mundo y de Europa, tampoco escapa a los
designios mercantilistas de un fútbol moderno cada vez más complicado de
explicar, cada vez más desarrollado en su facción empresarial y que
ensancha progresivamente la fractura con los aficionados. Se impone el
negocio, lo que aboca a situaciones como la que el miércoles vivirá
España y algunos de los mejores jugadores del planeta y que la padecerán
los clubes que pagan sus fichas.
En pleno noviembre, y enclavado entre dos jornadas de Liga, la
selección juega un partido amistoso en Panamá (22.30 horas), un choque
incomprensible salvo por el elevado caché que percibe la Federación
Española de Fútbol cada vez que exhibe su piedra filosofal. Desde que el
once de julio de 2010 España tocara el cielo mundial en Johannesburgo,
el muñeco se ha paseado por Costa Rica, Venezuela y Puerto Rico.
Resulta
un engorro para todos este tipo de compromisos, que implican un viaje
transatlántico que multiplica como pocos factores el riesgo de lesión
muscular. Intrascendente y funcionarial para España, la visita del
campeón del mundo suele ser interpretada como una reválida palmaria por
sus anfitriones, que en ocasiones rayan con la dureza extrema para un
partido de estas características. Sabedor de los malabarismos que debe
hacer para gestionar el grupo y equilibrar las concesiones a los dos grandes, Vicente del Bosque no ha hecho cruzar el charco a Xavi Hernández y Xabi Alonso, dos futbolistas en la treintena que acumulan muchos kilómetros en sus piernas.
Al
margen de estas ausencias y otras como la de Fernando Torres o David
Silva, España presenta un esqueleto reconocible y solvente. Por mucho
amistoso que sea, por tamaño marrón que suponga, la selección aprendió
tras su título mundial que ser campeón global implica una
responsabilidad diaria, un compromiso con la excelencia, el escudo y la
estrella que no puede permitirse irse hecho jirones ante un contendiente
menor. En realidad ante ninguno.
El partido supone la vuelta de
Juan Mata a la selección española después de su ausencia técnica para
los encuentros de clasificación ante Bielorrusia y Francia. El
futbolista del Chelsea, nombrado mejor jugador del mes de octubre en la
Premier League, es uno de los hombres más en forma del combinado
nacional, al que vuelve Martín Montoya, que amenaza el monopolio de
Arbeloa, y en el que aparece por primera vez Markel Susaeta.
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