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Para cualquier equipo es un reto mayúsculo enfrentarse a un
partido complicado sin el que probablemente sea el mejor jugador, o al
menos el más determinante de la plantilla, pero quizás sea incluso más
duro para la Juventus jugar sin Pirlo ante la Lazio. La tarjeta recibida
por el regista juventino en la victoria de Pescara obligó a
Conte a plantear el duelo contra los romanos con un cerebro distinto. De
hecho, las rotaciones pasaron a mejor vida y el único cambio del once
habitual fue el sustituto precisamente de Pirlo. Paul Pogba no es Pirlo,
pero sin duda es lo más cercano que tiene a disposición.
Cabía esperar que el dominio que ejerce la Juve sobre cualquier rival
se viera mermado, pero sorprende que la Lazio haya abandonado cualquier
posibilidad de pelearle el esférico al capolista del calcio.
Petkovic también tenía bajas, y muy importantes. Mauri es ese jugador
que da equilibrio al equipo, que le permite salir con el balón, y hoy no
estaba en Turín tras su expulsión en el derbi con la Roma. Tampoco
estaba Lulic, por lo que la soledad de Klose, que tenía que pelearse
solo contra los tres defensores bianconeri, se acrecentó. La Lazio tenía miedo, pánico de salir al ataque y dejar descubierta mínimamente la defensa.
Petkovic planteó su habitual 4-4-1-1, que se convirtió en dos líneas
de cuatro y cinco jugadores mucho más cercanas al área propia que tan
siquiera al medio del campo. Por ello, cada vez que recuperaban una
pelota, salir al contragolpe se antojaba imposible. Hernanes recibía a
sesenta metros de la portería de Buffon y su único apoyo por delante,
Klose, estaba demasiado marcado para considerarlo una opción de pase
fiable. Además, el brasileño tenía siempre encima a Arturo Vidal, como
una sombra. De esta manera, la mayoría de intentos de contragolpe laziali acababan con robo Juventino y, muchas veces, en ocasión de gol.
De hecho, el jugador más destacable de la Lazio en los noventa minutos ha sido Marchetti. El cancerbero biancocelesti
evitó que su equipo saliera de Turín con un saco, aunque también es
cierto que la posesión de la Juve no siempre se culminaba con un remate
entre los tres palos. Ahí faltaba la imaginación de Pirlo, ese último
pase que dejara en situación ventajosa a algún jugador juventino. El que
se erigió como el líder de la Juve fue Arturo Vidal. El chileno estuvo
omnipresente tanto en labores ofensivas, ocupando la parte organizativa,
como cortando cualquier acción de ataque visitante.
El partido se convirtió en un choque continuo bianconero
contra un muro que despedía todas sus acometidas. Ni siquiera cuando
Alessio juntó arriba a Matri, Bendtner, Pepe y Giovinco la Juventus
consiguió crear suficientes ocasiones. Los tifosi juventini se
desesperaban, temerosos de que en cualquier acción aislada la Lazio
pudiera adelantarse. No sucedió, pero tampoco la Juventus fue capaz de
recuperar la senda de la victoria en casa en la Serie A, interrumpida
con la derrota ante el Inter y continuada con este empate a nada ante la
Lazio.
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