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Un partido netamente copero ha necesitado de la prórroga para
decidir el pasaporte para octavos. El suculento premio para el Celta,
además de pasar de ronda, se trata de un doble enfrentamiento en octavos
ante el Real Madrid, con el atractivo económico-deportivo que supone y
con la inyección de moral con la que van a llegar los olívicos.
La ventaja que traía el Almería del Estadio de los Juegos
Mediterráneos con un esperanzador 2-0 a favor (goles de Jonathan y Abel
Molinero) motivó que la responsabilidad y los riesgos recayeran sobre el
Celta, que además ejercía como club de Primera en una tarde-noche fría y
lluviosa en Vigo que ha terminado en fiesta para los locales.
La
declaración de intenciones de Paco Herrera con un 'once' ofensivo que
dibujaba un 4-1-3-2 sobre el campo y la presencia en el conjunto
almeriense del 'pichichi' de la Segunda división, el ariete argentino
Leandro Ulloa, permitió que el arranque fuera abierto, eléctrico y
tremendamente atractivo aunque con un color más rojiblanco que celeste.
A
pesar de la propuesta valiente de los vigueses, las acciones peligrosas
no se sucedían ni se pisaba el área con la fluidez deseada. Una
situación que se desencadenó a los 19' cuando todo el frente de ataque
céltico participó en la construcción de una jugada que la visión de Iago
Aspas y la habilidad de Augusto Fernández estuvieron a punto de variar
el marcador.
La Unión castigaba a los gallegos con la pausa impuesta por Verza y Casquero que manejaban el tempo
del partido, un ritmo que se rompía con los disparos de Abel, la
velocidad de Jonathan y las apariciones de Ulloa, suficientes argumentos
para que el Almería amenazara con sentenciar la eliminatoria.
Otro
soplo de fe para los locales llegaba a los 38'. un balón colgado por el
danés Michael Krohn-Dehli acababa dibujando una trayectoria envenenada
que atajaba el meta Diego García. El Celta se movía por chispazos que
prosperaban por oleadas. El Almería estaba 45 minutos más cerca de su
objetivo y cerraba el primer tiempo con la portería intacta y buenas
sensaciones.
La segunda mitad arrancó con un cambio en el Celta y
un nuevo esquema táctico generado con la entrada de Joan Tomás y la
salida de Mario Bermejo. La misión era apuntalar el centro del campo
para controlar mejor el juego. A los 54', los hombres de Paco Herrera
encontraban el premio con el cabezazo de Park que contactaba un
extraordinario servicio desde la derecha de Augusto Fernández. Los
célticos se quedaban a un gol de igualar la eliminatoria.
Ulloa,
en sendas ocasiones consecutivas, pudo terminar con la agonía con la que
iba a convivir el Almería en la media hora final, especialmente por las
bandas donde Mallo, Lago, Park y Augusto Fernández accedían con
facilidad. Precisamente, en el 65' Hugo Mallo quiso asegurar con el
interior y permitió que Diego García se luciera. Acto seguido, la
réplica de Jonathan, en el contraataque del cuadro andaluz, avisaba al
Celta de no descuidar la zaga.
El choque se volvía copero, vivo y
anárquico. Iago Aspas colocaba el balón desde la izquierda para que un
testarazo de Augusto Fernández supusiera otra gran intervención de Diego
García. Los andaluces se sentían como el indalo de su escudo con el
guardameta aguantando un chaparrón de oportunidades. La Unión sufría
aunque contaba con los nervios de los vigueses como principal aliado.
Los
disparos y ocasiones se fueron perdiendo entre la lluvia hasta que en
el último minuto del encuentro llegaba el enésimo error aéreo de los
andaluces que permitía a Roberto Lago cazar un balón suelto en el área
que arremetía con violencia en la red. Objetivo cumplido, prórroga y
nuevo partido en Balaídos.
El cansancio acumulado propiciaba
espacios, era el escenario perfecto por donde Aspas y el incorporado
Quique De Lucas podían asomarse en el tiempo extra. Precisamente, era el
dorsal 22 del Celta el que driblaba a Diego García, tras un balón en
profundidad, consumando la remontada en el 109'. A renglón seguido, Toni
mandaba el esférico al palo. La fatiga no impedía que siguiera el
diluvio de oportunidades con la Rianxeira como banda sonora y la lluvia
como testigo. Era el turno de los rojiblancos que ya no tenían fuerzas
para luchar en un combate que tenía como vencedor a los celestes en una
remontada para enmarcar ante un buen rival que fue de más a menos.
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