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El Real Madrid navega a la deriva, sin rumbo fijo, y con el timón
dando tumbos sin parar. En Vigo volvió a caer derrotado ante un digno
Celta exhibiendo una imagen muy gris, una caricatura de lo que fue este
equipo apenas unos meses atrás, con hasta cuatro jugadores jugando fuera
de su sitio, y habiendo tenido apenas un puñado de ocasiones claras
ante un equipo recién ascendido. Los goles de Bermejo y Bustos llegaron a
poner 2-0 a los celestes, y sólo un gol de Ronaldo a cuatro minutos del
final permitió maquillar de alguna manera el descalabro. La
eliminatoria puede seguir abierta de cara al partido de vuelta, pero la
imagen que viene dejando este Madrid a cada partido que pasa ya no es
restituible. El alarmante bajón ya no es camuflable con declaraciones
altisonantes, o polémicas arbitrales. Van seis derrotas, y serán
muchísimas más con partidos como los que cuajó el equipo blanco este
miércoles en tierras gallegas.
Y eso que llegaba el Real Madrid a Vigo con la satisfacción de la
última victoria ante el Valladolid, y también con la necesidad de
finiquitar este año 2012 con un golpe en la mesa, con tres últimas
victorias que hicieran olvidar un arranque de temporada más que
dubitativo. Pero sin embargo, fue todo lo contrario. No en vano, en la
primera parte en Balaídos exhibió una de las peores versiones de la
presente campaña, que ya es mucho decir. Con el balón, y seguramente
influenciados negativamente por la mucha lluvia que caía en tierras
gallegas, el Real Madrid se mostró inoperante, lento, impotente, hasta
desganado.
De Di María nada se supo, Modric lo intentaba desde
la medular pero sin mucho éxito, la dupla Essien-Xabi ni canalizó fútbol
alguno ni impuso la personalidad que debiera, los laterales Varane y
Arbeloa no alcanzaban el campo contrario, Pepe debía multiplicarse
haciendo su trabajo y el de Carvalho, y por si fuera poco, Benzema se
torció el tobillo a la media hora de partido, teniendo que dejar su
lugar a Callejón, que en apenas cuatro días pasó de lateral izquierdo a
delantero. Sólo Cristiano Ronaldo parecía tirar del carro, pero sin
tampoco acierto ninguno. Un par de tiros lejanos, y poco más. De
Ronaldo, y por ende, del Real Madrid, que no se acercó más a las
inmediaciones de Sergio Álvarez.
Tan mal lo estaba haciendo el
Real Madrid que, sin hacer tampoco un partido perfecto como se supone
que debía hacer ante uno de los dos gigantes del fútbol español, el
Celta puso en aprietos al equipo merengue. Lo hizo Park con una volea en
el segundo palo y con un cabezazo al saque de un córner que se
marcharon lamiendo el poste. Como también lo hizo el testarazo de
Bermejo al saque de otro córner. Y tanto estaba jugueteando el equipo
blanco con la machada, que al final llegó.
Fue Bermejo, a los
diez minutos de la reanudación tras el descanso, quien firmó el gol
celeste. Ronaldo pateó a Mallo en lo que podía haber sido perfectamente
su segunda tarjeta amarilla, y mientras todos se preguntaban qué haría
Álvarez Izquierdo, Krohn-Dehli aprovechó para llevar el balón hasta el
borde del área merengue, y fue desde ahí desde donde rompió la cintura a
Varane y metió un centro a la espalda de Arbeloa. Casualidad que fueran
los dos laterales que estaban cambiados de sitio, no lo parece. Sea
como fuere, en posición muy justa de fuera de juego, Bermejo le ganó muy
bien el sitio a un ingenuo Arbeloa para luego fusilar a Adán sin casi
ángulo desde dentro del área, llevando el éxtasis a las gradas del
estadio vigués.
Para
entonces, y con la soga ya al cuello, Mourinho ya había sacado en el
descanso a Ozil por un Di María que es la caricatura de lo que fue. Y
diez minutos después del gol local también dio entrada a Kaká por
Essien. Tocaba llamar a la épica y al corazón, no le quedaba otra al
equipo blanco, lo cual es respetable y loable, pero también un poco
triste para un equipo de ese calado recurrir a ello con tantísima
regularidad.
Entonces, Cabral pudo hacer un penalti a Callejón
que no entendió como tal Alvarez Izquierdo. Modric llegó a volear desde
dentro del área un rechace a un centro lateral, y Ronaldo también tuvo
su oportunidad con un lanzamiento lejano que a Sergio Álvarez le costó
atajar. Y sin embargo fue el Celta el que aprovechó su única
oportunidad, mientras el Real Madrid estaba volcado, tirando de pegada,
como si fuera el equipo grande. Bustos, que acababa de salir al campo,
le rebañó un balón a Xabi Alonso al defectuoso saque de banda de Pepe, y
con un tomahawk desde 30 metros coló el balón en la escuadra contraria
de la portería de Adán.
El colapso en el Real Madrid era total
entonces, con 2-0 en el marcador, en lo que era su sexta derrota en
cuatro meses, una más que en toda la temporada pasada, y las mismas que
en el primer año de Mourinho. Y sólo quedó maquillado de alguna manera
por un gol de Ronaldo en las postrimerías del encuentro, a cuatro
minutos del final. Con la defensa local en estático, Xabi Alonso pasó el
balón por encima de la zaga celeste, y Ronaldo aprovechó que Cabral
tiró mal el fuera de juego para fusilar solo desde el punto de penalti a
Sergio Álvarez. Era la ocasión más clara de todo el partido, y el ‘7’
blanco respondió para darle un poco de oxígeno al Real Madrid. El
suficiente para que la eliminatoria quedara algo más abierta, pero ni
mucho menos suficiente para eclipsar lo que es otro gran fiasco de este
equipo en lo que va de temporada. Demasiados ya.
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