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Pintaba muy bien para el Real Madrid la jornada a la espera de que
Atlético, Barcelona, o los dos, se dejaran algún punto en el Camp Nou, y
sin embargo fue la noche de su adiós definitivo a la Liga. Y es que los
pupilos de Mourinho ni siquiera cumplieron con su parte del plan. Como
si se tratara de un partido fuera de casa, tuvo que tirar de remontada y
de cambios en el descanso para darle la vuelta al gol inicial de Sergio
García, que sembró ya algo de nervios en las gradas del Santiago
Bernabéu. Lo hizo gracias en buena medida a un Ronaldo que es el clavo
ardiendo al que se agarra este Madrid día sí y día también. El luso
rebañó un gol en la última jugada del primer tiempo, y luego asistiría a
Coentrao en la primera jugada de la segunda parte para el 2-1. No hizo
falta más para que los blancos se quitaran el corsé y se hicieran con
las llaves del partido. Pero incomprensiblemente, se dejó que se las
quitaran de las manos, pues ante la poca efectividad en ataque, Albín
daría el golpe de gracia a seis minutos del final con un gol al embocar
un balón muerto en el área pequeña. La que es sin duda la llamada
definitiva para despedirse de la Liga el día en que se supone que podría
oxigenarse.
Y es que necesitaba el Real Madrid la victoria imperiosamente para
lavar su imagen después de la derrota en Vigo, aprovechando además que
descontaría puntos seguro con Atlético, Barcelona, o con los dos. Y eso
sí, en un primer momento se vio al equipo merengue enchufado,
mentalizado. Mourinho dispuso de Callejón como delantero, prescindiendo
casi de la banda derecha, con Ozil, Modric y Khedira moviéndose por el
centro del campo. Y a priori, esos constantes movimientos le dieron alas
a los blancos, con dos acercamientos cada uno de Modric y de Ronaldo.
Los del croata, los más claros, con un disparo desde dentro del área que
se marchó fuera, y otro desde fuera que se estrelló en el palo.
Mientras,
el Espanyol resistía como podía en su propio campo, con una muy mala
salida de balón. Tenían opciones claras de contraataques, con el Real
Madrid volcado, pero no era capaz de desarrollarlos de forma efectiva.
Tal era la situación que Javier Aguirre cambió incluso a Wakaso en el
minuto 28, viendo la poca productividad. Y suerte o consecuencia, a la
jugada siguiente, marcó Sergio García gracias a un magnífico pase en
profundidad de Joan Verdú. El delantero, que reaparecía con los
blanquiazules, se coló entre Pepe y Sergio Ramos y batió a Casillas con
un perfecto tiro cruzado.
El gol dio paso a los nervios por parte
de los locales. Todas las buenas hechuras que se vieron en la primera
media hora cayeron en saco roto, con un equipo atascado por el centro.
Fruto quizás de su propio esquema. Eran los peores minutos de los
merengues sobre el campo, pero afortunadamente para el Real Madrid,
Ronaldo estaba en el campo. Ya sacó las castañas del fuego en Vigo con
su gol en el último momento y volvió a hacerlo. Ya había tenido un mano a
mano que le brindó Ozil, pero que despejó muy bien Casilla, que no
Casillas. Pero el ‘7’ no da segundas oportunidades. Un centro
aparentemente inofensivo de Khedira se lo rebañó a Christian Alfonso con
la planta de la bota. El jugador periquito pidió juego peligroso, pues
se había agachado para despejar de cabeza, pero Mateu Lahoz no lo
entendió así, subiendo el 1-1 al marcador.
Era la última jugada
de la primera parte, y la mejor noticia posible para los blancos después
de haber tocado fondo. Porque además, de ahí en adelante, todo fue in
crescendo. Mourinho sacó a Di María en el descanso por Modric,
equilibrando así el dibujo, en la que fue la 15ª sustitución al descanso
en los 27 partidos de este curso. El argentino fue el señalado en Vigo,
y esta vez fue el revulsivo. Y es que apenas transcurridos tres minutos
de la reanudación, Coentrao pondría al Real Madrid en ventaja. Entró
desde atrás como una locomotora y Ronaldo, que lo vio muy bien, supo
asistirle cuando ya armaba la pierna para disparar. Dos segundos,
control, y tiro con la derecha, y el lateral izquierdo firmaba su primer
gol con el Real Madrid en un partido donde los nervios le venían
atenazando.
Como ya le sucediera al Espanyol con el gol de Sergio
García, como si se tratara de un balancín, el tanto merengue volvió a
elevar al Real Madrid. Que entonces sí sacó el rodillo a pasear. Y es
que en los cinco minutos siguientes al gol de Coentrao, Arbeloa y Di
María, con un tirazo al larguero, bien pudieron haber abierto una buena
brecha en el electrónico. No llegó el gol entonces, y aunque el dominio
del partido no regresaría a manos pericas de todas formas, terminaría
lamentándolo el equipo blanco.
Javi López llegó a sacar bajo
palos un cabezazo de Morata que se colaba dentro cuarto de hora antes
del final. Y entonces, incomprensiblemente, el Real Madrid se dejó comer
la tostada por un voluntarioso Espanyol, que llevaba desaparecido más
de media hora. Empezó a acercarse al área de Casillas, primero
Capdevila, que remató fuera un balón que le cayó en el balcón del área
pequeña. Luego Sergio García al rematar otro centro en el segundo palo
que rebotó en un defensa merengue. Y de tanto ir el cántaro a la fuente,
terminaría rompiéndose a la jugada siguiente, merced al oportunismo de
Albín. Rebañó un balón muerto dentro del área para batir a Casillas por
bajo ante la incredulidad de un equipo y una afición que este domingo
dijo adiós ya sí definitivamente a la Liga. Debía ser el día en que
recortara, y será el día en que quede desahuciado.
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