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Cinco minutos le duró el Nürnberg al Bayern Múnich. Como un salvaje carroñero, el equipo de Jupp Heynckes ya había atisbado a su presa antes siquiera de empezar el partido. Ni el cansancio acumulado después del partido del miércoles en Turín, ni las múltiples rotaciones planeadas por el entrenador alemán, ni una plácida y soleada tarde -en España habría sido el escenario ideal para una siesta-, mitigaron la goleada.
Rendía tributo el Allianz Arena a sus jugadores, recién proclamados campeones de la 50ª edición de la Bundesliga después de dos años de dominio del Dortmund, pero los honores apenas duraron hasta que Jerome Boateng abrió el marcador con una volea tras rechace en un saque de esquina. Fue el punto de partido de un paseo para los locales, lanzados durante toda la temporada e insaciables en su forma de devorar el campeonato alemán.
Un juguete en manos del Bayern, el Nürnberg se expuso a un nuevo Juicio, futbolísticamente tan cruel como el del año 1945. Esta vez no hubo víctimas, pero sí vencedores y vencidos. Más humillados que vencidos, incluso. Situados en la zona templada de la clasificación, los chicos de Wiesinger llegaron a Múnich con los deberes hechos y ni se inmutaron ante la excelencia de juego bávara. Es tal el momento de forma que atraviesan los de Heynckes, que hasta los secundarios actúan y combinan de memoria.
Descansaron en la grada Philipp Lahm y Bastien Schweinsteiger, también David Alaba, Manuel Neuer o Javi Martínez en el banco. Mario Mandzukic, máximo goleador del equipo, dejó su lugar en el once a Mario Gómez, que hizo el segundo de la tarde de brillante disparo cruzado. También fue de la partida Rafinha, que se apuntó al festival apenas mediada la primera parte. Con el 3-0 se llegó al descanso.
Pudo reducir la desventaja el Nürnberg en el primer minuto de la reanudación, pero Starke, hoy guardando la meta que acostumbra Neuer, adivinó el lanzamiento de penalti. Al Bayern le sale todo. Hasta un córner sin aparente peligro, botado con excesiva fuerza, le llegó a Shakiri al pie en el segundo palo. Con tiempo para recortar y ajustar el disparo, el suizo hizo el cuarto antes de dejar su lugar en el campo a Höjbjerg.
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Rendía tributo el Allianz Arena a sus jugadores, recién proclamados campeones de la 50ª edición de la Bundesliga después de dos años de dominio del Dortmund, pero los honores apenas duraron hasta que Jerome Boateng abrió el marcador con una volea tras rechace en un saque de esquina. Fue el punto de partido de un paseo para los locales, lanzados durante toda la temporada e insaciables en su forma de devorar el campeonato alemán.
Un juguete en manos del Bayern, el Nürnberg se expuso a un nuevo Juicio, futbolísticamente tan cruel como el del año 1945. Esta vez no hubo víctimas, pero sí vencedores y vencidos. Más humillados que vencidos, incluso. Situados en la zona templada de la clasificación, los chicos de Wiesinger llegaron a Múnich con los deberes hechos y ni se inmutaron ante la excelencia de juego bávara. Es tal el momento de forma que atraviesan los de Heynckes, que hasta los secundarios actúan y combinan de memoria.
Descansaron en la grada Philipp Lahm y Bastien Schweinsteiger, también David Alaba, Manuel Neuer o Javi Martínez en el banco. Mario Mandzukic, máximo goleador del equipo, dejó su lugar en el once a Mario Gómez, que hizo el segundo de la tarde de brillante disparo cruzado. También fue de la partida Rafinha, que se apuntó al festival apenas mediada la primera parte. Con el 3-0 se llegó al descanso.
Pudo reducir la desventaja el Nürnberg en el primer minuto de la reanudación, pero Starke, hoy guardando la meta que acostumbra Neuer, adivinó el lanzamiento de penalti. Al Bayern le sale todo. Hasta un córner sin aparente peligro, botado con excesiva fuerza, le llegó a Shakiri al pie en el segundo palo. Con tiempo para recortar y ajustar el disparo, el suizo hizo el cuarto antes de dejar su lugar en el campo a Höjbjerg.
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