El Liverpool visitó el campo del Reading, recién ascendido a Premier League como ganador incontestable, y el que peor lo lleva los tres que venían de Championship. El Southampton y el West Ham están afincados cómodamente en mitad de la tabla, esperando el verano y las vacaciones como único aliciente. El Reading sin embargo va último contando sus últimos siete partidos por derrota. Mala pinta.
De nuevo el público reunido en el Madejski Stadium respetó el minuto de silencio por los 96 de Hillsborough, como se hizo la semana pasada en Anfield o esta misma semana en el campo del Everton. No hay rivalidad entre los dos equipos de Liverpool en cuanto a pedir justicia y mostrar su sentido dolor se refiere. En lo deportivo lo más reseñable era que volvía Sturridge al once inicial, seguramente los últimos partidos y enfrentarse al colista hizo a Brendan Rodgers volver a su planteamiento más atrevido y que más gusta a los supporters reds.
Sólo hizo falta unos minutos para saber que el guión previsto se iba a cumplir. El Liverpool dominaba el balón, los tiempos y las ocasiones de gol. Lo único que se interponía entre la victoria y ellos fue la excelente actuación de Alex McCarthy, el joven portero local que se erigió en el mejor del partido. Una jugada tras otra los jugadores del Liverpool se chocaban contra el muro del Reading, muchas más veces por imprecisión propia que por acierto de la peor defensa de la Premier. McCarthy debió de estrenar unos guantes con teflón porque por mas que Gerrard y Suarez acribillaron al portero, este no solo impedía los goles sino que además se hacía con el balón evitando las segundas jugadas. Incomprensiblemente pasaban los minutos y nada cambiaba.
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