La generación dorada del fútbol español y uno de los escenarios más icónicos y majestuosos del imaginario del balompié cruzan sus caminos en el partido más esperado de los últimos tiempos. En el nuevo Maracaná, España y Brasil, que se enfrentan 27 años después, se jugarán la medianoche del domingo el título de la Copa Confederaciones. En realidad será mucho más que eso. No se puede tildar de lance menor con todo lo que representa este encuentro, que mide la supremacía actual del fútbol de selecciones ante el combinado más laureado de todos los tiempos. Por el simbolismo que embarga el partido, entre el pasado lustroso y el rutilante presente, la batalla se presenta como un test irreversible entre lo establecido y el que ha llegado para quedarse al olimpo del fútbol de selecciones.
Siempre Brasil ha representado el establishment en el fútbol. Su historia, bañada de títulos, hasta cinco cetros mundiales, trasciende a los trofeos alzados al cielo por futbolistas tan emblemáticos como Pelé, Garrincha, Romario o Ronaldo. Aunque extraviado desde hace una década, Brasil siempre ha sublimado el concepto de fútbol como valor místico y precioso, una redundancia esteta tan singular como en vías de extinción en un país donde el fútbol se vive como en ningún lado y en el que el músculo y el tacticismo amenaza con arrinconar lo que un día fue Brasil.
Precisamente ese papel ha adoptado España, que ha abrazado un estilo tan virtuoso y agradecido con el balón y el espectador como efectivo y pragmático. La selección de Vicente del Bosque es la que mejor juega y la que mejor compite. Volvió a demostrarlo en la semifinal ante Italia, en la que braceó incesante durante una primera parte infernal en la que el combinado de Prandelli superó al campeón del mundo en todas las facetas del juego.
Será otro esfuerzo demoledor intentar doblar a una Brasil tremendamente competitiva, con una identidad diferente a su sino pero perfectamente arraigada. El fútbol según Scolari funciona en un equipo mucho más físico que España. Por el tranco de sus mediocampistas y la velocidad de sus delanteros, especialmente Neymar, buscará Brasil decantar el partido. No necesita de mucho Brasil, minimalista en su concepción. Su organización táctica, simplismo ofensivo y veneno en los metros finales le permiten clavar el aguijón en un abrir y cerrar de ojos. Será un nuevo test para Ramos, Piqué y los laterales, que tendrán tajo con las caídas de Neymar y Hulk. Desasistidos durante el encuentro ante Italia, Alba y Arbeloa precisaran de la ayuda de los interiores si Marcelo y Alves se despliegan sin esposas, algo que no suele ser frecuente en un combinado más pendiente del orden que del progreso.
Con un día menos de descanso y treinta minutos más en las piernas jugados en el infierno de Fortaleza, Del Bosque se debate entre apostar por el fulgor de los victoriosos como resorte físico-emocional, o refrescar el plantel. Javi Martínez, cuyo papel fue clave en la semifinal, podría reforzar el centro del campo. España no puede darse el lujo de partirse ante la nómina de atacantes brasileños. Tras su incomparecencia ante Italia, está descartado el concurso de Silva, que podría ser sustituido por Mata. Será clave el retorno de Cesc al once titular. Su anarquía e indetectabilidad son un tesoro para esta España, que ante Italia sufrió por la inferioridad en el centro del campo, algo que se palia con la vocación asociativa y sorpresiva de Cesc, tendente al verticalismo, genial casi siempre.
A la vuelta de todo esto queda un premio mayor que la Copa Confederaciones y que el mismo Maracaná. España tiene a su alcance mandar un mensaje rotundo al mundo. Vencer en su feudo a la pentacampeona del mundo sería la respuesta palmaria a los que todavía recelan de la hegemonía actual de España. Maracaná, Brasil. Nunca hacer tambalear los cimientos del fútbol quedó tan a mano.
es cierto que brasil no esta en su mejor momento pero creo que a españa le va a costar ganar y mucho creo que acabaran ganar pero van a tener que sudar es una pena que el juego de brasil sea tan racano y apuesten tanto por defender bien siendo un poco mas valientes seria un partido espectacular
españa favorita pero por poco margen el saber jugar estos partidos seimpre ayuda y croe que sera lo que marque la diferencia
Siempre Brasil ha representado el establishment en el fútbol. Su historia, bañada de títulos, hasta cinco cetros mundiales, trasciende a los trofeos alzados al cielo por futbolistas tan emblemáticos como Pelé, Garrincha, Romario o Ronaldo. Aunque extraviado desde hace una década, Brasil siempre ha sublimado el concepto de fútbol como valor místico y precioso, una redundancia esteta tan singular como en vías de extinción en un país donde el fútbol se vive como en ningún lado y en el que el músculo y el tacticismo amenaza con arrinconar lo que un día fue Brasil.
Precisamente ese papel ha adoptado España, que ha abrazado un estilo tan virtuoso y agradecido con el balón y el espectador como efectivo y pragmático. La selección de Vicente del Bosque es la que mejor juega y la que mejor compite. Volvió a demostrarlo en la semifinal ante Italia, en la que braceó incesante durante una primera parte infernal en la que el combinado de Prandelli superó al campeón del mundo en todas las facetas del juego.
Será otro esfuerzo demoledor intentar doblar a una Brasil tremendamente competitiva, con una identidad diferente a su sino pero perfectamente arraigada. El fútbol según Scolari funciona en un equipo mucho más físico que España. Por el tranco de sus mediocampistas y la velocidad de sus delanteros, especialmente Neymar, buscará Brasil decantar el partido. No necesita de mucho Brasil, minimalista en su concepción. Su organización táctica, simplismo ofensivo y veneno en los metros finales le permiten clavar el aguijón en un abrir y cerrar de ojos. Será un nuevo test para Ramos, Piqué y los laterales, que tendrán tajo con las caídas de Neymar y Hulk. Desasistidos durante el encuentro ante Italia, Alba y Arbeloa precisaran de la ayuda de los interiores si Marcelo y Alves se despliegan sin esposas, algo que no suele ser frecuente en un combinado más pendiente del orden que del progreso.
Con un día menos de descanso y treinta minutos más en las piernas jugados en el infierno de Fortaleza, Del Bosque se debate entre apostar por el fulgor de los victoriosos como resorte físico-emocional, o refrescar el plantel. Javi Martínez, cuyo papel fue clave en la semifinal, podría reforzar el centro del campo. España no puede darse el lujo de partirse ante la nómina de atacantes brasileños. Tras su incomparecencia ante Italia, está descartado el concurso de Silva, que podría ser sustituido por Mata. Será clave el retorno de Cesc al once titular. Su anarquía e indetectabilidad son un tesoro para esta España, que ante Italia sufrió por la inferioridad en el centro del campo, algo que se palia con la vocación asociativa y sorpresiva de Cesc, tendente al verticalismo, genial casi siempre.
A la vuelta de todo esto queda un premio mayor que la Copa Confederaciones y que el mismo Maracaná. España tiene a su alcance mandar un mensaje rotundo al mundo. Vencer en su feudo a la pentacampeona del mundo sería la respuesta palmaria a los que todavía recelan de la hegemonía actual de España. Maracaná, Brasil. Nunca hacer tambalear los cimientos del fútbol quedó tan a mano.
es cierto que brasil no esta en su mejor momento pero creo que a españa le va a costar ganar y mucho creo que acabaran ganar pero van a tener que sudar es una pena que el juego de brasil sea tan racano y apuesten tanto por defender bien siendo un poco mas valientes seria un partido espectacular
españa favorita pero por poco margen el saber jugar estos partidos seimpre ayuda y croe que sera lo que marque la diferencia