Parecía que eran Atlético y Barcelona los que tenían las peores parejas de baile en la presente jornada, pero siendo el que primero jugó este sábado, el Real Madrid pasó las de Caín en El Sadar. En buena medida, porque el gol inicial de Riera pilló por sorpresa a los de blanco, que se dejaron llevar por la histeria para con el árbitro en la primera parte. Lo pagó Ramos, que fue nuevamente expulsado, y lo aprovechó Osasuna, que llegó a ponerse con 2-0 en el electrónico pasada la media hora de encuentro. Isco redujo distancias en el marcador antes del descanso, y Pepe firmó el 2-2 a diez minutos del final, justo tras la expulsión de Silva, en lo que fue un partido tenso, que no violento, fomentado sobre todo por un Clos Gómez más que desacertado. Perdió puntos el Barcelona en Pamplona, y también lo hizo este nervioso Real Madrid, justo cuando podía haberse colocado colíder después de tres meses. Pinchazo en toda regla.
Riera da la sorpresa inicial. Carlo Ancelotti no quiso dar pie a la relajación, y sacó el que parece que es su once ideal. Lo que pareció asustar a un Osasuna que en los primeros minutos ni quería el balón ni se acercaba a unos jugadores blancos que campaban plácidamente por El Sadar, cercando el área rojilla. Y a poco que Ronaldo hubiera estado algo más acertado, quizás el partido hubiera quedado cerrado en los primeros diez minutos, porque en dos ocasiones dentro del área prácticamente solo, un disparo se marchó fuera y el otro lo estrelló en Damiá. Lo echaría de menos el Real Madrid, porque al cuarto de hora Riera daría un vuelco al guión del partido. Pues el ariete rojillo ponía el 1-0 en el marcador tras rematar de cabeza un centro medido de Bertrán como colofón a una buena jugada colectiva de Osasuna, fruto también de una considerable empanada en el centro de la defensa merengue.
El Real Madrid, y sobre todo Ramos, caen en la encerrona arbitral. El gol de Riera cambió completamente el partido, porque el Osasuna empezó a creer en sus posibilidades, y el equipo blanco, a perderlas. Especialmente, porque se dejó llevar por las decisiones arbitrales que entendían injustas, muchas veces provocadas por las simulaciones de unos jugadores locales que sí sabían lo que debían buscar de Clos Gómez. Así, el partido entró en una fase donde el trencilla aragonés lo capitalizó todo. Por el bajo nivel de las amonestaciones. Pero sobre todo, por acciones puntuales de ésas polémicas. Como un penalti de Arribas a Modric que no pitó y hubiera supuesto la expulsión del zaguero rojillo. También una patada de Marcelo a Cejudo que pudo ser merecedora de tarjeta roja. Y sobre todo, por una expulsión a Sergio Ramos por doble amarilla más que rigurosa. La primera, en una acción donde no cometió falta pero sí lo recriminó airadamente al asistente. Y la segunda, por proteger el balón, tocando su brazo (que no golpeando) en la cara de Roberto Torres. No es la primera vez que pica el de Camas, sea como fuere, que dejó a su equipo toda la segunda parte con un jugador menos y el marcador en contra. Justo lo que parecía buscar Osasuna.
Riera vuelve a golpear, pero replica Isco. Poco antes de la expulsión de Sergio Ramos, Osasuna se había adelantado en el marcador en las inmediaciones del descanso. Lo que hacía de la tarjeta roja todavía más gravosa contra el capitán merengue. Y fue nuevamente Riera el que asestó una puñalada al Real Madrid directa al corazón. Al saque de un córner que provocó erráticamente Diego López, el ariete local se aprovechó del buen despeje del cancerbero gallego a un testarazo de Damiá para embocar a gol solo desde el área pequeña. Un 2-0 de infarto que Isco amortiguó justo antes del descanso. La jugada fue de un activo Ronaldo, y el malagueño remató desde el balcón del área con un tiro cruzado ajustadísimo al palo. Todo un balón de oxígeno para un Madrid totalmente desquiciado en la primera mitad. Más propio de otros entrenadores anteriores que no de éste.
Ancelotti no da en la tecla con los cambios. Con el gol merengue y el descanso, todo apuntaba a que en la segunda parte iban a redoblar los tambores blancos. Sin embargo, fue de nuevo el Osasuna el que demostró oficio a raudales ante un Real Madrid desdibujado. Causa o consecuencia, los muchos cambios tácticos de Ancelotti, que primero probó con Xabi Alonso casi como central, después dio entrada a Di María por Gareth Bale, y viendo que había perdido el centro del campo y Osasuna gozaba de contraataques con facilidad, terminó por sustituir a Modric por Nacho para que Xabi Alonso pudiera volver al eje en la medular. Sin mucho éxito, dicho sea de paso. Pues de hecho, mediada la segunda parte, Roberto Torres pudo haber finiquitado el partido si en el mano a mano no se llega a encontrar con un Diego López que esta vez sí dio la de cal para los merengues.
Pepe empata tras la expulsión de Silva. Enfilaba el partido el último cuarto de hora cuando de nuevo vivió otro vuelco. Provocado primero por la rigurosa expulsión de Silva por doble amarilla en una falta inexistente. Pero sobre todo, porque al saque de esa misma falta, Pepe certificó el empate a dos en el marcador, cabeceando el centro lateral desde dentro del área. Como había sucedido en la primera parte, una expulsión había traído consigo el gol. Y esta vez era el Real Madrid el que disponía de diez minutos por delante, con mismo número de jugadores pero mayor moral. Salió Jesé incluso, pero aunque el Real Madrid lo intentó desesperadamente en las postrimerías, esta vez el gol no llegaría como sí sucediera en Elche o ante el Levante. La remontada no tuvo su culminación. El pinchazo fue finalmente consumado. Ahora la pelota está en el tejado de Atlético y Barcelona de nuevo.Fuente goal.com
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Riera da la sorpresa inicial. Carlo Ancelotti no quiso dar pie a la relajación, y sacó el que parece que es su once ideal. Lo que pareció asustar a un Osasuna que en los primeros minutos ni quería el balón ni se acercaba a unos jugadores blancos que campaban plácidamente por El Sadar, cercando el área rojilla. Y a poco que Ronaldo hubiera estado algo más acertado, quizás el partido hubiera quedado cerrado en los primeros diez minutos, porque en dos ocasiones dentro del área prácticamente solo, un disparo se marchó fuera y el otro lo estrelló en Damiá. Lo echaría de menos el Real Madrid, porque al cuarto de hora Riera daría un vuelco al guión del partido. Pues el ariete rojillo ponía el 1-0 en el marcador tras rematar de cabeza un centro medido de Bertrán como colofón a una buena jugada colectiva de Osasuna, fruto también de una considerable empanada en el centro de la defensa merengue.
El Real Madrid, y sobre todo Ramos, caen en la encerrona arbitral. El gol de Riera cambió completamente el partido, porque el Osasuna empezó a creer en sus posibilidades, y el equipo blanco, a perderlas. Especialmente, porque se dejó llevar por las decisiones arbitrales que entendían injustas, muchas veces provocadas por las simulaciones de unos jugadores locales que sí sabían lo que debían buscar de Clos Gómez. Así, el partido entró en una fase donde el trencilla aragonés lo capitalizó todo. Por el bajo nivel de las amonestaciones. Pero sobre todo, por acciones puntuales de ésas polémicas. Como un penalti de Arribas a Modric que no pitó y hubiera supuesto la expulsión del zaguero rojillo. También una patada de Marcelo a Cejudo que pudo ser merecedora de tarjeta roja. Y sobre todo, por una expulsión a Sergio Ramos por doble amarilla más que rigurosa. La primera, en una acción donde no cometió falta pero sí lo recriminó airadamente al asistente. Y la segunda, por proteger el balón, tocando su brazo (que no golpeando) en la cara de Roberto Torres. No es la primera vez que pica el de Camas, sea como fuere, que dejó a su equipo toda la segunda parte con un jugador menos y el marcador en contra. Justo lo que parecía buscar Osasuna.
Riera vuelve a golpear, pero replica Isco. Poco antes de la expulsión de Sergio Ramos, Osasuna se había adelantado en el marcador en las inmediaciones del descanso. Lo que hacía de la tarjeta roja todavía más gravosa contra el capitán merengue. Y fue nuevamente Riera el que asestó una puñalada al Real Madrid directa al corazón. Al saque de un córner que provocó erráticamente Diego López, el ariete local se aprovechó del buen despeje del cancerbero gallego a un testarazo de Damiá para embocar a gol solo desde el área pequeña. Un 2-0 de infarto que Isco amortiguó justo antes del descanso. La jugada fue de un activo Ronaldo, y el malagueño remató desde el balcón del área con un tiro cruzado ajustadísimo al palo. Todo un balón de oxígeno para un Madrid totalmente desquiciado en la primera mitad. Más propio de otros entrenadores anteriores que no de éste.
Ancelotti no da en la tecla con los cambios. Con el gol merengue y el descanso, todo apuntaba a que en la segunda parte iban a redoblar los tambores blancos. Sin embargo, fue de nuevo el Osasuna el que demostró oficio a raudales ante un Real Madrid desdibujado. Causa o consecuencia, los muchos cambios tácticos de Ancelotti, que primero probó con Xabi Alonso casi como central, después dio entrada a Di María por Gareth Bale, y viendo que había perdido el centro del campo y Osasuna gozaba de contraataques con facilidad, terminó por sustituir a Modric por Nacho para que Xabi Alonso pudiera volver al eje en la medular. Sin mucho éxito, dicho sea de paso. Pues de hecho, mediada la segunda parte, Roberto Torres pudo haber finiquitado el partido si en el mano a mano no se llega a encontrar con un Diego López que esta vez sí dio la de cal para los merengues.
Pepe empata tras la expulsión de Silva. Enfilaba el partido el último cuarto de hora cuando de nuevo vivió otro vuelco. Provocado primero por la rigurosa expulsión de Silva por doble amarilla en una falta inexistente. Pero sobre todo, porque al saque de esa misma falta, Pepe certificó el empate a dos en el marcador, cabeceando el centro lateral desde dentro del área. Como había sucedido en la primera parte, una expulsión había traído consigo el gol. Y esta vez era el Real Madrid el que disponía de diez minutos por delante, con mismo número de jugadores pero mayor moral. Salió Jesé incluso, pero aunque el Real Madrid lo intentó desesperadamente en las postrimerías, esta vez el gol no llegaría como sí sucediera en Elche o ante el Levante. La remontada no tuvo su culminación. El pinchazo fue finalmente consumado. Ahora la pelota está en el tejado de Atlético y Barcelona de nuevo.Fuente goal.com
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