El Bayern y Pep Guardiola han firmado esta noche en Marruecos su tercer trofeo mundial. El técnico catalán consiguió el galardón con el Barcelona en 2009 y 2011 mientras que la entidad bávara no levantaba el título desde 2001 y anteriormente en 1976, ambos bajo el formato de Copa Intercontinental. El año natural se cierra de inmejorable manera para los de Múnich con un repóker formado por Bundesliga, Liga de Campeones, Supercopa de Europa, Copa de Alemania y la guinda de la Copa Mundial de Clubes, resuelta por 2-0 ante el Raja de Casablanca, segunda institución africana -tras el Mazembe del Congo- en alcanzar la final.
El llamado 'equipo del pueblo' demostraba la repercusión de su participación en el partido decisivo de la Copa Mundial de Clubes -donde habían accedido como invitados- con un ambiente ensordecedor en las gradas de Marrakech y la presencia del propio rey Mohamed VI en el palco de autoridades. El Bayern no se dejaba amedrentar, presentaba su habitual juego de toque y desgaste al rival haciendo oídos sordos al ambiente hostil, el cual se silenciaba cuando Dante cazaba un balón en el área para batir al guardameta Askri, a los 6 minutos.
Los bávaros sacaban tajada de la tensión que se palpaba en el cuadro magrebí, tanto por la exigencia del duelo como por la presión del público que parecía volverse en su contra. Alaba era el encargado de dinamitar el flanco izquierdo en una acción personal que terminaba en las botas de Thiago quien desde la frontal colocaba con maestría en el ángulo largo del arco marroquí. Todos se querían sumar al festival muniqués.
La frustración de los verdiblancos era notoria. Su papel de perseguir el balón o a los hombres de rojo era infructuoso y agotador. La única recompensa aparecía de forma fortuita con un error de Neuer, de los habituales que muestra el cancerbero germano en momentos puntuales, con un despeje equivocado que precipitaba la mejor ocasión del cuadro norteafricano. El chut de Chtibi se alejaba de las redes desperdiciando la opción de acortar distancias.
El segundo acto arrancaba más abierto, con el Raja dando la impresión de haber dejado un lastre en los vestuarios. El peso regresaba sobre sus cabezas cuando la posesión pasaba al lado teutón bajo un ritmo pausado. Shaqiri estrellaba el esférico en el travesaño dentro de unas respuestas de los anfitriones, en especial un remate de Moutaouali y de Kachani, que se desvanecían del mismo modo que lo hacía el encuentro. El cansancio de las águilas verdes -cuarto partido en diez días- y el fútbol-control alemán pedían a gritos el pitido final que otorga al Bayern el título de campeón del mundo.Fuente goal.com
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El llamado 'equipo del pueblo' demostraba la repercusión de su participación en el partido decisivo de la Copa Mundial de Clubes -donde habían accedido como invitados- con un ambiente ensordecedor en las gradas de Marrakech y la presencia del propio rey Mohamed VI en el palco de autoridades. El Bayern no se dejaba amedrentar, presentaba su habitual juego de toque y desgaste al rival haciendo oídos sordos al ambiente hostil, el cual se silenciaba cuando Dante cazaba un balón en el área para batir al guardameta Askri, a los 6 minutos.
Los bávaros sacaban tajada de la tensión que se palpaba en el cuadro magrebí, tanto por la exigencia del duelo como por la presión del público que parecía volverse en su contra. Alaba era el encargado de dinamitar el flanco izquierdo en una acción personal que terminaba en las botas de Thiago quien desde la frontal colocaba con maestría en el ángulo largo del arco marroquí. Todos se querían sumar al festival muniqués.
La frustración de los verdiblancos era notoria. Su papel de perseguir el balón o a los hombres de rojo era infructuoso y agotador. La única recompensa aparecía de forma fortuita con un error de Neuer, de los habituales que muestra el cancerbero germano en momentos puntuales, con un despeje equivocado que precipitaba la mejor ocasión del cuadro norteafricano. El chut de Chtibi se alejaba de las redes desperdiciando la opción de acortar distancias.
El segundo acto arrancaba más abierto, con el Raja dando la impresión de haber dejado un lastre en los vestuarios. El peso regresaba sobre sus cabezas cuando la posesión pasaba al lado teutón bajo un ritmo pausado. Shaqiri estrellaba el esférico en el travesaño dentro de unas respuestas de los anfitriones, en especial un remate de Moutaouali y de Kachani, que se desvanecían del mismo modo que lo hacía el encuentro. El cansancio de las águilas verdes -cuarto partido en diez días- y el fútbol-control alemán pedían a gritos el pitido final que otorga al Bayern el título de campeón del mundo.Fuente goal.com
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