Habitualmente la llegada de un entrenador suele conllevar la apertura de una etapa en un equipo o un club. En La Rosaleda sucedió en última instancia con el efímero desembarco de Jesualdo Ferreira y recientemente con la incorporación de Manuel Pellegrini. Sin embargo, en el caso del Málaga fue ayer cuando arrancó una parte de la historia hasta ahora desconocida desde que tiene como apellido la denominación de Club de Fútbol. La llegada de un director deportivo que tendrá plenos poderes, Antonio Fernández, supone una novedad relevante, más de lo que parece.
El Málaga Club de Fútbol nunca tuvo un director deportivo de verdad, con galones, mando en plaza y capacidad absoluta para crear una estructura técnica si no de nivel, al menos mínima. Solo Juan Ramón Muñiz logró tejer una red decente, aunque limitada por las estrecheces económicas.
Si en los primeros tiempos, allá por 1994, el poder quedaba en manos de los entrenadores (Antonio Benítez, José Cayuela, Tolo Plaza.), secundados por el ex jugador malaguista Albis, desde la compra del club por parte de Antonio Asensio aquella situación varió considerablemente. En agosto de 1997 tomaba las riendas la empresa Bahía, de la que era copropietario el desaparecido empresario y que ya había colocado en el equipo blanquiazul a jugadores (Artero o Criado). Tres meses después llegaban de una tacada Movilla, Cañizares y Sabino.
El poder de decisión se trasladó a Madrid. La creación de ISO por parte del Grupo Zeta abrió otra etapa de enorme calado. Durante casi una década, desde 1998 hasta finales de 2006, todo quedó en manos de un personaje desconocido para el aficionado, Carlos Rincón, incluso en su tono de voz. Los propietarios ya habían creado la figura ficticia, sin competencias, de director deportivo, un papel que había desterrado 'Boquerón' Esteban después de apenas mes y medio en el cargo -al ver que no tenía competencias- y que se ajustó como un guante a otro veleño, Manolo Hierro.
Mientras Rincón hacía y deshacía, el mediano de los Hierro se encargaba de dar la cara y, según el caso, colgarse medallas o echar balones fuera. El ejecutivo de ISO, que comenzó con buen pie -gracias sobre todo al apoyo de Paco Casal, agente de Darío Silva, Dely Valdés o Romero-, fracasó en los últimos tiempos. La limitación económica fue un lastre difícil de superar y los propietarios decidieron darle poder a Manolo Hierro y al director general, Antonio Mendoza, en el verano de 2005. El fracaso fue estrepitoso.
La llegada de Sanz
La compra del club por parte de Fernando Sanz implicó el retorno durante unos meses de Rincón, pero de nuevo la eficacia de los fichajes quedó en entredicho. El nuevo presidente depositó toda su confianza en el entrenador recién llegado. Muñiz, que heredó un despacho vacío -sin ordenador ni, por supuesto, un solo informe-, fue el único en el que verdaderamente confió Sanz. Juntos pergeñaron la plantilla del ascenso en interminables jornadas con almuerzo a las cinco de la tarde en un rincón de las oficinas, bautizado por ellos como 'el zulo'.
Tras la marcha de Muñiz, Sanz ejerció de director deportivo. Bien es cierto que figuraban Ricardo Rodríguez y Sandro, pero nunca gozaron de libertad absoluta y tampoco se le ganaron. Solo el retorno de Muñiz modificó esa situación: en abril de este año volvió a dejar en sus manos la planificación. Hasta que se produjo la venta del club.
Ayer se incorporó Antonio Fernández, procedente de la Federación Española y avalado ante los propietarios por varias personas, y contará con la ventaja de que por primera vez tendrá plenos poderes. Se le ha otorgado libertad para contar con una persona de confianza (Alfonso Serrano, que triunfó en el Tenerife y poco ha podido hacer con los limitados medios del Recreativo) y recibirá facilidades para crear una estructura técnica digna de un equipo de Primera e incluso de uno puntero. Asimismo, tendrá un peso enorme en las decisiones relativas al primer equipo y se intuye que será clave en la puesta en marcha de la Academia para la cantera. Definitivamente se abre otra etapa en el Málaga.
SUR.ES
Con la llegada de antonio fernandez y pellegrini a ver si mejoramos
El Málaga Club de Fútbol nunca tuvo un director deportivo de verdad, con galones, mando en plaza y capacidad absoluta para crear una estructura técnica si no de nivel, al menos mínima. Solo Juan Ramón Muñiz logró tejer una red decente, aunque limitada por las estrecheces económicas.
Si en los primeros tiempos, allá por 1994, el poder quedaba en manos de los entrenadores (Antonio Benítez, José Cayuela, Tolo Plaza.), secundados por el ex jugador malaguista Albis, desde la compra del club por parte de Antonio Asensio aquella situación varió considerablemente. En agosto de 1997 tomaba las riendas la empresa Bahía, de la que era copropietario el desaparecido empresario y que ya había colocado en el equipo blanquiazul a jugadores (Artero o Criado). Tres meses después llegaban de una tacada Movilla, Cañizares y Sabino.
El poder de decisión se trasladó a Madrid. La creación de ISO por parte del Grupo Zeta abrió otra etapa de enorme calado. Durante casi una década, desde 1998 hasta finales de 2006, todo quedó en manos de un personaje desconocido para el aficionado, Carlos Rincón, incluso en su tono de voz. Los propietarios ya habían creado la figura ficticia, sin competencias, de director deportivo, un papel que había desterrado 'Boquerón' Esteban después de apenas mes y medio en el cargo -al ver que no tenía competencias- y que se ajustó como un guante a otro veleño, Manolo Hierro.
Mientras Rincón hacía y deshacía, el mediano de los Hierro se encargaba de dar la cara y, según el caso, colgarse medallas o echar balones fuera. El ejecutivo de ISO, que comenzó con buen pie -gracias sobre todo al apoyo de Paco Casal, agente de Darío Silva, Dely Valdés o Romero-, fracasó en los últimos tiempos. La limitación económica fue un lastre difícil de superar y los propietarios decidieron darle poder a Manolo Hierro y al director general, Antonio Mendoza, en el verano de 2005. El fracaso fue estrepitoso.
La llegada de Sanz
La compra del club por parte de Fernando Sanz implicó el retorno durante unos meses de Rincón, pero de nuevo la eficacia de los fichajes quedó en entredicho. El nuevo presidente depositó toda su confianza en el entrenador recién llegado. Muñiz, que heredó un despacho vacío -sin ordenador ni, por supuesto, un solo informe-, fue el único en el que verdaderamente confió Sanz. Juntos pergeñaron la plantilla del ascenso en interminables jornadas con almuerzo a las cinco de la tarde en un rincón de las oficinas, bautizado por ellos como 'el zulo'.
Tras la marcha de Muñiz, Sanz ejerció de director deportivo. Bien es cierto que figuraban Ricardo Rodríguez y Sandro, pero nunca gozaron de libertad absoluta y tampoco se le ganaron. Solo el retorno de Muñiz modificó esa situación: en abril de este año volvió a dejar en sus manos la planificación. Hasta que se produjo la venta del club.
Ayer se incorporó Antonio Fernández, procedente de la Federación Española y avalado ante los propietarios por varias personas, y contará con la ventaja de que por primera vez tendrá plenos poderes. Se le ha otorgado libertad para contar con una persona de confianza (Alfonso Serrano, que triunfó en el Tenerife y poco ha podido hacer con los limitados medios del Recreativo) y recibirá facilidades para crear una estructura técnica digna de un equipo de Primera e incluso de uno puntero. Asimismo, tendrá un peso enorme en las decisiones relativas al primer equipo y se intuye que será clave en la puesta en marcha de la Academia para la cantera. Definitivamente se abre otra etapa en el Málaga.
SUR.ES
Con la llegada de antonio fernandez y pellegrini a ver si mejoramos